Carta #3 a Donald Trump

Miami, Hialeah, marzo 20, 2025

Querido Donald,

Te escribo desde Hialeah, en el mismo restaurante donde conocí a Lincoln, un cubano con nombre de leyenda americana que resume lo mejor del pueblo que dejé y también del que me acogió con tanta bondad.  De Lincoln —de los dos— hablaré siempre en presente.

En este restaurante me dio la mano un hombre siempre sonriente y curioso, me preguntó de dónde era y al responderle que de La Habana, me lanzó aquello de que “todos los cubanos dicen que son habaneros”. Antes, había abrazado con devoción humilde a Reyna Loyna, una madre cubana recién llegada, la que dio vida a Orlando Zapata Tamayo, asesinado por la dictadura cubana tras una digna huelga de hambre.

Dice Orlando Luís Pardo Lazo que cuando se está junto a Lincoln Díaz-Balart uno es “la libertad de Cuba en persona” y coño, cuánta razón tiene.

Este restaurante me trae buenos recuerdos.  Me pedí un café cubano; un sandwich cubano; un tamal cubano; un pan cubano para llevar; y un flan cubano.  Ahora que todo lo cubano parece desvanecerse siento la necesidad vital de atiborrarme de Cuba.  Ahora que ha desaparecido Radio Martí, que los medios independientes están silenciados y que la dictadura nada en aguas muy tranquilas, necesito aferrarme a la Cuba que el exilio construyó, al recuerdo de una libertad que cada vez parece más lejana.

Conocí a Lincoln Díaz-Balart en Hialeah pero su voz la había escuchado antes, en una emisora que se convirtió en el susurro de la libertad y que escuchábamos escondidos por toda Cuba.  Su voz nos hablaba de democracia, de solidaridad y de esperanza.  Desde Radio Martí nos llegó el sonido de la verdad, la alegría de Celia Cruz y el dolor de las madres de los hijos asesinados por el derribo criminal de dos avionetas civiles en aguas internacionales por los cazas de Fidel Castro. 

Fue gracias a Radio Martí que escuché la Declaración Universal de Derechos Humanos y se me grabó su slogan para siempre: “Radio Martí, por el derecho de todo hombre a ser libre, a recibir información y diseminarla, a buscar su verdad y enarbolarla, en medio de otros hombres que se la respeten”.

Fidel Castro se llenaba la boca diciendo que Radio Martí era una emisora que no se escuchaba.  ¡Sucio mentiroso!  Solo ahora, y gracias a ti, es que se ha cumplido el sueño del comandante y sus ondas se han apagado dejando sordo y sin voz al pueblo cubano.

Te confieso que estoy preocupado. También dolido.

No creo que Lincoln —ninguno de los dos— estaría muy contento con la destrucción del legado del exilio histórico que estás permitiendo. No creo que Lincoln —ninguno de los dos— aprobase el silencio informativo veraz que ahora padece la Isla de Cuba. No creo que Lincoln —ninguno de los dos— se callase ante el predominio de la eficiencia sobre la eficacia que tu particular Rosario Murillo, el sudafricano Elon Musk, implementa a marchas forzadas.

Por las calles de Miami, y aquí en Hialeah se respira la tristeza en los cubanos dignos. Va quedando muy poco del sueño que nos trajo a esta bendita nación. Si permites que la dictadura cubana controle la narrativa y la propaganda, el castrismo cultural, que ya está instalado en este país, no tendrá frenos y a solo noventa millas tendrás un paraíso de inestabilidad y amenaza comunista.

De la misma manera que sé que hoy Lincoln —hablo de los dos— no puede ver con buenos ojos que herramientas de influencia ideológica como la Voz de América, Radio Europa Libre, o Martí Noticias desaparezcan, también sé que en los salones de La Habana, Moscú, Pekín, Pyongyang o Caracas y en las cuevas de Al-Qaeda se baila y disfruta con tal disparate. 

Hoy no puedo escribirte desde el optimismo.

No confíes en Putin, no dejes que tu deseo de paz te impida ver el odio a nosotros que profesa el asesino ruso. En cualquier momento te clava un puñal por la espalda.  No sobreestimes tu capacidad de gestión y no dejes que falsos profetas te llenen la cabeza con elogios disfrazados de intereses personales. Pon siempre America first, y sospecha de quien te adule.

No puedo escribirte desde la felicidad. 

Hoy los cubanos libres estamos más solos, más desamparados y la dictadura tiene más capacidad de organización. Hoy los ciudadanos estadounidenses estamos en peligro. La oposición internacional a tu mandato está generando solidaridades y asociaciones que no favorecen el papel que los Estados Unidos están llamados a desempeñar.

Me duele decírtelo pero a solo 60 días de que asumieras el liderazgo del mundo libre hoy América no es más fuerte, no es más próspera y mucho menos más segura.

Te escribo dolido, no te lo voy a negar.

Fue aquí, en Hialeah, donde nos dijiste:  the radical left Democrats are turning the United States into Communist Cuba (…) We have some great Cubans here. And nobody ever did more for Americans who love Cuba than a gentleman named Donald J. Trump when he was president.

Prove it, Mr. President, Prove it! 

God bless America

Mi mejor abrazo para ti, mi presidente.

Tu Jorge


P.S.: El original en inglés de esta carta fue enviado al correo oficial del Presidente de los Estados Unidos.





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