Juan Carlos Flores (1962-2016)

Recuerdos. Ahora mismo, no hay otra cosa.

Hablé con Juan Carlos Flores por primera y última vez en casa de una amiga en común. Hablamos sobre una columna que yo había publicado recientemente, en un magazine del que no quiero acordarme, a partir de unos poemas de su libro El Contragolpe. Pero no estábamos hablando de poesía sino, por supuesto, de fútbol. Hubo un momento en que el mejor poeta cubano vivo (eso era él para mí, eso sigue siendo todavía en este minuto) se tiró al piso para mostrarme el movimiento que debía hacer un guardameta. Cierro los ojos y así lo veo: Juan Carlos Flores delante de un arco invisible, deteniendo, ¿deteniendo qué? Hace unos pocos meses me dijeron, nunca supe si era cierto, que lo habían internado en Mazorra, nuestro célebre Hospital Psiquiátrico. Un intento de suicidio que finalmente llevó a cabo, colgándose en el balcón de su apartamento de Alamar.

Hoy he pensado en Novás, y en Ángel Escobar, pero sobre todo en David Foster Wallace, quien años antes de colgarse en su garaje había escrito páginas gigantes y lúcidas sobre la depresión clínica. DFW dijo algo así como que el suicida no muere por su propia mano: en realidad ya estaba muerto desde antes pero nadie lo sabía. Hay mucho de terror ahí.

Hay mucho de terror aquí conmigo mientras redacto estas líneas: tembloroso intento de editorial/homenaje. Zombi Flores, maestro, sobreviviente, el paisaje ya no es el mismo. Porque nuestra mirada hace mucho tiempo está marcada por lo que vieron tus ojos por última vez, desde tu balcón. Una resurrección poética tal vez imposible.

Jorge Enrique Lage, Director Hypermedia Magazine