Black Cuba



Qué tiempos aquellos que ya pasaron, pero que conviene recordar.
 
De cuando cada cubano podía ser el mejor cowboy del oeste, más allá de razas de barrio pobre y acentos gallegos de importación. De cuando las fotos se imprimían en plata permanente, con poses a perpetuidad, confiadas en el corazón sin coraza de esa cosa inconcebible llamada la cubanía. De cuando las dedicatorias a los amigos aparecían en plena patria republicana, casi sin proponérselo, como si la concordia entre cubanos fuera lo más natural.
 
Qué tiempos aquellos que ya pasaron, pero que conviene recordar para que el pasado sea pasado.
 
Con un cagua guajicatl y pañoletas todavía sin el oprobio de la pólvora y la política. Con pistolitas de juguete sacadas a lo comoquiera de una cartuchera de cartón, apuntando a las cámaras o al contrincante fuera de encuadre o tal vez a la próxima revolución teatral. Balas baladíes de un guion para comediantes. Tramoya con botas. Historia histriónica. Risas sin resabios. En un siglo XX interminable. Literalmente, que no tenía para cuando acabar. Hasta que de pronto acabó, a mitad de siglo.  
 
Qué tiempos aquellos que ya pasaron, pero que conviene recordar para que el pasado sea pasado y no pueda nunca retornar.





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Santa Castro

Orlando Luis Pardo Lazo

Fue, fumó, fascinó.