你 也 是 吗 ?


¿Tú también, chinito, tú también?
 
Quita Batita, pon Fidé.
 
Una cuba culí, culeca más allá de lo cursi y más acá de lo criminal, isla tendida de decúbito-sufrimos, país paladeando la tentación de una tiranía a perpetuidad.
 
Construir la Gran Muralla Caribe. Fortificar a una Habana que, después de presunta puta profesional, de pronto tenía terminantemente prohibido darle placer al pacato mundo occidental.
 
El monumento al chinito mambí, hecho por el asno con alas Gerardo Machado, como casi todo lo eterno en Cuba, alega que “no hubo un chino-cubano desertor” y “no hubo un chino-cubano traidor”.
 
En enero de 1959, esas dos sentencias escarbadas en mármol negro eran todavía estrictamente verdad. Si bien muchos chinos tendrían que exiliarse en breve, sin llevarse ni una pinga de sus muy populares lavatín-tín-tín. Otros chinos estaban ya a punto de podrirse en el presidio político Made in Castro, bayonetados hasta desangrarse, sin que ni siquiera el famoso médico compatriota los pudiera salvar. Y muchos otros se sumarían ―se someterían― al tren de lavado de la Revolución.
 
Antes de que pudieran rasgarse sus ojitos sesgados, en Cuba no quedaría un chino-cubano que, por una parte, no hubiera desertado o no se hiciera traidor. Por la otra parte, al próximo pestañazo, en Cuba no habría un solo chino-cubano que no fuera un represor.
 
Pero eso sería milenios después, cuando Cuba desapareció con sus toneladas de asiáticos flacos encima. Por el momento, es la epifanía del entusiasmo, una clarinada de caligramas combativos sin traza de complicidad. La Revolución olía al opio orgulloso que los orientales residentes en la Isla estaban ansiosos de inhalar.
 
A donde fueron, hicieron lo que vieron.
 
Este lunes 5 de junio, si después de la Revolución quedaron lunes y cincos y junios, tú también podrás verlos ahora. Los que antes fueron. Con sombreros de yarey y guayaberas impolutas. Lo que fueron antes.
 
Al centro de la imagen, para rematar, un chinito muestra a la altura lampiña de su pecho una bandera cubana en miniatura. Parece como apenado de hacer semejante esfuerzo, como si de un gesto inútil se tratara. También, como si ese chinito anónimo intuyera algo que aún ignora su comunidad.





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Santa Castro

Orlando Luis Pardo Lazo

Fue, fumó, fascinó.