Paul Auster, autor cuyas novelas abordaban cuestiones existenciales de identidad, lenguaje y literatura y creaban misterios que planteaban más preguntas de las que respondían, ha muerto. Tenía 77 años.
Su muerte fue confirmada por su amiga Jacki Lyden en nombre de la familia de Auster.
Auster, figura destacada de su generación de escritores posmodernos estadounidenses, escribió más de 20 novelas, entre ellas ‘La trilogía de Nueva York’, que incluía su libro revelación de 1985, ‘Ciudad de cristal’, y su ambiciosa novela de 2017, ‘4 3 2 1’, de cerca de 1.000 páginas.
“Creo que fue una voz realmente emocionante y convincente de su generación”, afirma Alys Moody, profesora de literatura estadounidense de posguerra. “Auster será recordado por ser una de las principales figuras de una tradición posmoderna que está reimaginando la importancia del lenguaje, de la escritura y, sobre todo, de la narración”.
Auster nació en 1937 en Newark, Nueva Jersey, de padres judíos de clase media y ascendencia austriaca. Tras licenciarse y cursar un máster en la Universidad de Columbia, se trasladó a París. Allí se ganó la vida traduciendo literatura francesa. Auster regresó a Estados Unidos en 1974, como parte de una generación desilusionada. En una entrevista privada que me concedió en 1992, me dijo que su novela ‘Leviatán’ trataba de un personaje muy parecido a él: “Alguien lleno de una especie de esperanza idealista sobre lo que se podía hacer con el futuro del país y del mundo, que vio cómo todos esos sueños se desmantelaban poco a poco por los acontecimientos políticos posteriores”.
A los 20 años, Auster autopublicó sus ensayos, poemas y traducciones. Un extraño suceso en 1980 dio lugar a su primera novela.
“Vivía solo en Brooklyn. Recibí una llamada telefónica”, recuerda. “Y la persona al otro lado me preguntó si había contactado con la Agencia Pinkerton. Y, por supuesto, dije que no y colgué. Pero después de la segunda o tercera vez, me dije, bueno, ¿y si digo que sí? Y esa fue la génesis de la novela”.
La historia de esa novela, ‘Ciudad de cristal’, se pone en marcha cuando el protagonista, un escritor de novela policíaca llamado Quinn, recibe una llamada nocturna:
“Me gustaría hablar con el Sr. Paul Auster.”
“No hay nadie aquí con ese nombre.”
“Paul Auster. De la Agencia de Detectives Auster”.
“Lo siento”, dijo Quinn. “Debe de haberse equivocado de número”.
“Es un asunto de máxima urgencia”, dijo la voz.
“No puedo hacer nada por usted”, dijo Quinn. “Aquí no hay ningún Paul Auster”.
“No lo entiende”, dijo la voz. “El tiempo se acaba”.
El escritor de la novela asume la identidad del detective, que se propone resolver el misterio de “¿qué es la realidad?”. A veces se le criticaba por las extrañas coincidencias de su obra, pero los acontecimientos de su vida, decía, superaban la inverosimilitud de su ficción.
“Cuando tenía 13 o 14 años, estaba en un campamento de verano y nos pilló una tormenta. Un rayo mató a un chico que estaba a mi lado. Cayó muerto. Golpeado por el cielo. Creo que eso influye en mi trabajo más que cualquier otro libro que haya leído”, explicó.
Auster también escribió y codirigió un puñado de películas independientes. Nunca le faltaban las palabras. En 2017, publicó una novela de 880 páginas titulada ‘4 3 2 1’ que contaba la historia de un personaje principal en cuatro versiones diferentes, en capítulos alternos. Cuando terminó ese libro, decidió tomarse un descanso de la ficción, así que empezó a escribir una biografía de 780 páginas sobre el escritor del siglo XIX Stephen Crane.
“En mis libros he intentado volverme del revés en la medida de lo posible”, afirma. “Y no esconderme detrás del estilo, los trucos… como quiera que se llame”.
Auster, cuyas influencias literarias incluyen a Franz Kafka y Samuel Beckett, será recordado por la pureza de su lenguaje y la seriedad de sus intenciones.
Fuente: Bestselling novelist Paul Auster, author of ‘The New York Trilogy,’ dies at 77 (NPR).
Traducción ‘Hypermedia Magazine’.
El país de las últimas cosas
Por Paul Auster
A veces pienso que la muerte es lo único que logra conmovernos. Constituye nuestra forma de creación artística, nuestro único medio de expresión.