1.
El título de la petición de los académicos e intelectuales a LASA exigiéndole que se pronunciara “públicamente en defensa de los derechos humanos, la integridad física, la libertad de expresión, de circulación y de comunicación de todos los cubanos, comenzando por Tania Bruguera y Luis Manuel Otero Alcántara, y abarcando todos los miembros del Movimiento San Isidro, Luis Robles, intelectuales y manifestantes pacíficos, sin excepción”[1], implicaba la duda, y un desafío: “LASA defiende los derechos humanos en Cuba?”.
Duda porque, hasta ahora, LASA ha permanecido incondicionalmente aliada al Estado cubano, a pesar de la cada vez más visible violación de los derechos civiles y de los derechos humanos en Cuba. Desafío, precisamente porque detrás de la pregunta está el hecho que acabo de mencionar, y que era conocido.
Pero había esperanza, abrigábamos cierto optimismo porque, ahora, esta vez, con todo lo que está pasando, con todas las demandas —incluyendo la de Amnistía Internacional—, ¿cómo podría LASA justificar, mucho menos mantener su complacencia con el régimen?
¿Cómo respondió LASA?
“El trato que reciben académicos y académicas, intelectuales y artistas en Cuba es motivo de preocupación para un gran número de miembros de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA). LASA ha mantenido relaciones académicas duraderas con investigadoras e investigadores cubanos, a pesar del bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos a Cuba durante décadas. Dichas relaciones no alteran nuestro compromiso compartido con los valores de la libertad de expresión, la libertad académica y el respeto por los derechos humanos en el contexto de la democracia, la soberanía y el Estado de derecho.
Del mismo modo, LASA deplora la continuación de las sanciones impuestas por Estados Unidos en su intento de derrocar al gobierno de una nación soberana. Así pues, expresamos nuestra preocupación y nuestra esperanza de que, a través de las actividades de nuestra Asociación, los valores de los derechos humanos y de la no intervención puedan ser mejor comprendidos y honrados no solo en Cuba y en Estados Unidos, sino en todos los países donde vive y trabaja nuestra membresía”. (énfasis mío)
¿Qué quiere decir eso de “trato que reciben”? ¿No podía LASA ser más específica, u olvida acaso que nuestro trabajo es enseñar a leer críticamente? ¿Cómo explicar que el trato de que se habla aquí sea “motivo de preocupación para un gran número de miembros de la Asociación de Estudios Latinoamericanos” y que, al mismo tiempo, LASA invoque un “compromiso compartido” con el Estado que dispensa el susodicho trato?
La duplicidad de la postura de LASA la descubrimos cuando leemos más detenidamente el texto. Nótese que este distingue la institución LASA del “gran número de miembros de la Asociación de Estudios Latinoamericanos”. Ese “gran número” sugiere que no todos los miembros de LASA compartimos esa “preocupación”. No niego que este pueda ser el caso, incluso que lo sea. Pero LASA quiere quedar bien; o mejor, aparentar que quiere quedar bien con Dios y con el Diablo. En realidad, con quiere quedar bien es con el Estado cubano. Y el hecho de que al ejecutivo, o a la dirección de LASA, le haya pasado siquiera por la mente de que podía engañarnos, solo demuestra el desprecio que siente por nosotros.
Basta comparar el lenguaje abiertamente hostil y represivo del periódico Granma con el lenguaje velado, higienizado, esterilizado —pero no menos agresivo— del comunicado de LASA para demostrar la perfecta sincronización de ambos regímenes institucionales:
Comunicado de LASA:
“LASA ha mantenido relaciones académicas duraderas con investigadoras e investigadores cubanos, a pesar del bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos a Cuba durante décadas”.
Periódico Granma:
“Ciencia y cultura cubanas en LASA 2021, pese al bloqueo” (este es el título del artículo de Pedro de la Hoz).
“(…) pese al bloqueo de Estados Unidos que impide la utilización de la herramienta virtual habilitada para el desarrollo del evento…”
“(…) al cual los residentes en el archipiélago no pueden acceder debido al bloqueo…”
Comunicado de LASA:
“(…) es motivo de preocupación para un gran número de miembros de la Asociación de Estudios Latinoamericanos…”
Periódico Granma:
“Llama la atención el desesperado intento de un reducido grupo de latinoamericanistas de aprovechar el espacio de LASA 2021 para desvirtuar la realidad cubana y alinearse con la subversión. Al argüir que ‘el debate intelectual no puede producirse sobre un vacío ético’, ignoran que ese vacío comienza en ellos mismos, al silenciar el injusto y arbitrario bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba que afecta sensiblemente a la comunidad intelectual y artística que reside y trabaja en el archipiélago”.[2]
Es cierto que parece haber una diferencia. No es lo mismo “un gran número de miembros” que “un reducido grupo”. Pero esa “diferencia” se esfuma porque, al final, la intención de Granma y la de LASA coinciden en lo esencial: ambos contraponen la parte al todo. Ambos, también, implícitamente, deslegitiman la parte al afirmar que no representan al todo. No es posible subestimar ni las implicaciones políticas, ni el deliberado intento de desmoralizar a quienes firmamos la petición de Guillermina De Ferrari.
Hipócritamente, LASA invoca “nuestro compromiso compartido con los valores de la libertad de expresión, la libertad académica y el respeto por los derechos humanos en el contexto de la democracia, la soberanía y el Estado de derecho”.
Veamos más de cerca esos compromisos. En el mismo artículo en que Granma arremete contra “el desesperado intento de un reducido grupo de latinoamericanistas”, expresa su apoyo a Corea del Norte y a la Rusia de Putin. ¿Quiero esto decir que LASA comparte los valores antidemocráticos de estos gobiernos con el de Cuba?
¿Se ha preguntado LASA, ha tratado de explicarse que tanto el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, como Donald J. Trump, hayan mantenido una relación tan cálida y cordial con Putin? ¿Ignora LASA que el común denominador de los gobiernos de Trump, Putin y Díaz-Canel fueron las políticas antidemocráticas, represoras y racistas?
¿Por qué LASA no medita en un hecho iluminador sobre el que el Estado cubano ha corrido un velo de silencio? El Granma y los medios oficiales culpan al bloqueo de absolutamente todos y cada uno de los problemas de la isla, y vociferan continuamente el apoyo de Rusia. Pero, ¿le pidió Cuba alguna vez a Putin, le exigió —en nombre de la amistad de los pueblos— que se pronunciara ante Trump sobre el bloqueo, como prácticamente se lo ha exigido a LASA?
Bajo Trump, las medidas contra Cuba se recrudecieron. Y si Putin no las apoyó públicamente, sí lo hizo con su silencio, al no exigirle a Trump, o incluso al no aprovechar los lazos antidemocráticos que compartían. Y, ¿cómo le explica el gobierno cubano al pueblo, y a LASA, su amistad con Putin, quien, como sabemos, apoyó a Trump y afirmó públicamente su deseo de que ganara las elecciones?
De modo que los “principios” de Cuba son lo suficientemente amplios como para abrazar apretadamente al socio político del que le estaba apretando las tuercas. ¿Qué duda puede caber de la honestidad de LASA respecto a los valores compartidos con Cuba, pero también, por añadidura, con los de Putin, los de Corea del Norte, y hasta con los de Trump?
En este contexto, ¿qué quiere decir LASA con: “a través de las actividades de nuestra Asociación, los valores de los derechos humanos y de la no intervención puedan ser mejor comprendidos y honrados no solo en Cuba y en Estados Unidos, sino en todos los países donde vive y trabaja nuestra membresía”? ¿Qué entiende por no intervención? La declaración vincula esto a las “actividades” de la Asociación, lo que traducido al lenguaje llano significa no meternos en los problemas de nadie.
¿En serio? Si esa es la política de LASA, hay que decir que lo es solo —y así ha sido, en efecto, casi desde siempre— con respecto a Cuba.
2.
La represión contra el Movimiento de San Isidro, y en particular contra su figura más destacada —Luis Manuel Otero Alcántara— no son la única razón para protestar por la violación de los derechos civiles y humanos en Cuba, pero se han convertido, con razón, en el catalizador de las protestas que no han sido solamente, ni son “el desesperado intento de un reducido grupo de latinoamericanistas”, como quiere hacer creer Granma, sino también de organizaciones de lucha por los derechos humanos como Amnistía Internacional, y de plataformas artísticas internacionales. La decisión de LASA de aparentar mantenerse al margen de lo que sucede en Cuba —al mismo tiempo que lo respalda de manera tan vil como solapada— la hace cómplice y parte no solo de esa represión, sino también del racismo que la sostiene. Por esto es importante ponerle a LASA ante los ojos —para que deje de una vez las apariencias— cuáles son los verdaderos valoresque comparte con el Estado cubano.
El 5 de mayo, una semana antes de la publicación del artículo sobre la Conferencia de LASA, Elson Concepción Pérez publicó en Granma el artículo “Coleccionistas de escoria”, en el que arremetió contra Otero Alcántara y el MSI. Pérez definió la escoria como “lo peor de nuestra sociedad, residuos mal engendrados, impurezas o vendidos al peor postor cuando de dinero se trata” (énfasis mío). No le pareció suficiente, y pasó a comentar la etimología de la palabra: “derivada del latín scoria y a la vez esta, del griego skoria, es fruto de componentes léxicos, en primer lugar el sustantivo skor, que puede traducirse como excremento —al que le sirva el sayo que se lo ponga—, o desecho”.
El artículo está acompañado de una caricatura de la bota imperialista (el pantalón que cae sobre ella es la bandera estadounidense). Sobre la bota, montados a horcajadas, los integrantes del MSI. Las figuras más prominentes son las de una mujer con las piernas abiertas, y detrás suyo un negro con un pulóver hecho con la bandera de Estados Unidos, alzando los brazos en señal de alborozo. Para subrayar su vulgaridad, el caricaturista lo pintó obeso, de modo que el pulóver se alza dejando ver el estómago. Tiene el pelo, o las pasas, erizadas, y en una mano, otra bandera estadounidense. El cartel que sostiene uno de los personajes, no deja lugar a dudas: “Movimiento de San Isidro”.
En obvia referencia también a Luis Manuel Otero Alcántara, quien es —valga aclararlo— el negro de la caricatura racista, el autor expresa que ellos, “junto a los de allá, los ‘padrinos y madrinas’, que recogen migajas para pagar el odio y el mal, no deben sentirse ofendidos cuando se les califica de lo que son: mercenarios al servicio de una potencia extranjera.[3]
El racismo machista de esa caricatura resalta aún más si la vemos junto a otra que, en oposición al ellos, representa al nosotros del pueblo cubano. Aparece en el artículo “Escudo ante la ofensa,” de Arnaldo Rodríguez, también publicado en Granma.[4] En ella, el cubano es representado por una enorme figura masculina y blanca, que empuña una bandera también gigantesca. En el hombro, como insignia, una bandera cubana, y también otra en la empuñadura del machete que cuelga a la altura de la cintura.
Cabe enfatizar que el exceso simbólico en la multiplicación de las banderas va más allá de la postura “antimperialista”, revelando la retórica antiestadounidense: el nosotros solo puede afirmarse a sí mismo a trueque del rechazo absoluto, de la expulsión total de un ellos considerado como abyecto, y como símbolo del Mal absoluto.
3.
Entra Humberto López.[5] Recién estrenado miembro del Comité Central del Partido Comunista, premiado y ensalzado por la Unión de Juristas de Cuba, López es, sin embargo, el prototipo del macho blanco racista. En los Estados Unidos no habría durado ni un minuto en ninguno de los noticieros estelares de la nación. Black Lives Matter no le habría dado ni un minuto de respiro. En Cuba cuenta con las bendiciones del propio presidente.
Humberto López.
Humberto López conduce el programa Hacemos Cuba. En este espacio se ha ensañado con Otero Alcántara y el MSI. Le habla a la audiencia, señalando directamente al televidente. Le pregunta, le dice cómo debe sentirse, qué debe pensar. Por eso con frecuencia la pregunta es retórica. Su tono suele ser acusatorio, como el de un fiscal. Aunque el propósito de su programa es ejecutar sin miramientos. Parecerá un fiscal, pero si le prestamos atención aparecerá como lo que es: un verdugo. En esto sigue la tradición revolucionaria de Fidel Castro: los mítines de repudio, las humillaciones en plena calle, la táctica intimidatoria, las golpizas (como cuando el Maleconazo).
Pero el verdugo en Cuba es ubicuo. Está en todas partes. ¿No lo acabamos de ver en Granma? Si Otero Alcántara y el MSI —por el solo hecho de haber sido tachados de mercenarios, y que no hay ni que demostrar— son excremento, desechos, “residuos mal engendrados”, ¿hay alguna violencia contra ellos que no esté más que justificada? ¿Qué clase de valores son estos que LASA comparte sin el menor asomo de vergüenza, que empiezan por despojar al otro de cualquier vestigio de humanidad? Si es repulsivo verlo en la prensa, ¿cómo será verlo en la televisión, donde Humberto López tiene a su disposición una audiencia nacional?
Veamos cómo “presentó” al MSI y a Luis Manuel Otero Alcántara en su espacio, hará unos cinco meses. Supuestamente había recibido llamadas de personas que querían información “sobre quiénes son ellos, qué es lo que están haciendo”. Por eso les pregunta a los televidentes que si era cierto que “la farsa de San Isidro” había movido “a todo un pueblo”: ¿cómo explicar que no los conocieran? Pasa, entonces, a Otero Alcántara:
“Vamos a hablar hoy de otro de los farsantes de San Isidro, y juzgue si ese, este que vamos a ver, es el ideal del ser humano que usted quiere tener, por ejemplo, como vecino cerca, o como amigo; o si esta es la víctima para solidarizarse, o incluso como líder, ¿cómo no?, líder para seguir, para lo que se le ocurra, para cualquier cosa”.
Todo esto se lo dice a su audiencia antes de mostrar ninguna imagen de Otero Alcántara. “Juzgue usted” no significa aquí reflexione, sino condene. En efecto, el uso constante del condicional si implica que usted debe responder no. Y en ese no, quienes estén de acuerdo con él, al juzgar a Otero Alcántara concluirán que su vida no tiene ningún valor humano, y por lo tanto que no hay que tenerlo como amigo, ni siquiera como vecino. Explícitamente, Humberto López concibe, o incluso puede decirse que admite que Otero Alcántara es una víctima, pero no una víctima que merezca solidaridad. Por eso, porque es nada, porque es un negro de San Isidro y no merece ninguna simpatía ni contacto humanos, ¿cómo podría ocurrírsele ser líder? ¡Si es que no merece vivir! El Estado que denuncia constantemente la política de odio del “enemigo”, como puede verse, es el que lo instila, lo educa, lo difunde, a través de todos los medios. Si Humberto López no es el académico del odio, ¿qué es?
Después de esa “presentación”, muestra una foto de Otero Alcántara durmiendo en una cama cubierto por la bandera cubana:
“Vean, vean ustedes. Este es el hombre. Esto no es nuevo: esta persona, Luis Manuel Otero Alcántara, hace tiempo que hizo esto. Repito: no es nuevo. Publicó fotos, son varias. Entra a un baño, se cubre con la bandera. Esta es la bandera que no solo le pertenece a él: es la misma bandera suya, es la bandera mía; esta es la bandera que significa tantas cosas, que ahora mismo a mí me sería muy difícil describir en dos palabras. Esa es la bandera que usted tantas veces ha saludado, que sus hijos saludan en señal de respeto cada día en la escuela donde van. Esta bandera, que en cualquier parte del mundo simboliza a millones, a una cultura, a una historia, a un modo de ser. La bandera es Cuba; la bandera no es un baño, no es un cuerpo desnudo”.
Trajeado, con corbata, Humberto invita a sus televidentes a espantarse de la “desacralización”. Lo realmente importante no es que la bandera estuviera cubriendo un cuerpo desnudo, sino un cuerpo negro, desnudo. Eso es lo que lo horroriza y le parece el colmo de la abyección. En la imagen que mostramos —tomada de internet— alguien puso juntas la foto que muestra Humberto López y otra de Díaz-Canel. ¿Quién dice que el pulóver del presidente no es la bandera cubana cubriéndole medio cuerpo? Entonces, ¿cuál es realmente la diferencia?
Miguel Díaz-Canel / Luis Manuel Otero Alcántara.
La diferencia es el racismo, que ve al cuerpo negro como un cuerpo sucio. Pensemos en el sudor de Díaz-Canel, en la peste de ese sudor engrasando el símbolo nacional; ese símbolo que, según Humberto, es de usted y de sus hijos, y de él, pero no de Otero Alcántara. Si no le pertenece, ¿qué otra cosa es él, su cuerpo, y San Isidro, sino lo expatriado? ¿Qué es, sino lo expulsado por José Antonio Saco de la cubanidad; eso que debía, que tenía que desaparecer, extinguirse y barrerse como escoria: “residuos mal engendrados, impurezas”?
La obsesión con la bandera, que desde 1959 no tuvo nunca la fuerza que ha cobrado en los últimos tiempos, corre pareja al vaciamiento, a la bancarrota de la ideología. No soy amigo de profetizar, pero vaticino que “¡Patria o Muerte!” no se recuperará ya del golpe que le propinó “¡Patria y Vida!”.
La bandera, su chantaje, su uso como arma de guerra, aparece finalmente como la hoja de parra que no alcanza a cubrir las (des)vergüenzas que, al cabo de 62 años, no han sido capaces de asegurar ni siquiera el pan. Por eso Humberto, para quien la bandera “significa tantas cosas”, no puede describirla ni en dos, ni en un millón de palabras. Lo sabe muy bien. Sin embargo, la vista se le ha quedado fija en el cuerpo de Otero Alcántara con la bandera:
“Eso se llama ultraje, y alguien que se pasa la vida acusando a todo el mundo en sus redes sociales, y en sus publicaciones, al gobierno, a los dirigentes; alguien tan acusador, no debería extrañarse si termina acusado, pero no acusado por el gobierno, ni por los dirigentes que él acusa, si no por nosotros, por el puebloque tiene que repudiar un acto como este. El ultraje a los símbolos de la patria existe como figura penal, como delito. Se los muestro; ustedes pueden buscarlo también en el código penal. Aquí está el artículo”.
Después de cuestionar el valor mismo de la existencia de Otero Alcántara, Humberto López lo juzga como fiscal. Lo primero que hay que tener en cuenta es que sus ataques, precisamente porque se refugian en la retórica moralizadora, son, como ya he expresado, racistas. De ahí que ese “ultraje” del que habla aparezca enseguida como “obsceno”. La bandera es solo una excusa, y el punto de partida para subrayar, y para rayar —para tachar— al cuerpo negro como obsceno: “pero tampoco piense usted que Luis Manuel Otero Alcántara necesita la bandera para ser obsceno; no, a él no le hace falta la bandera para ser obsceno”. Y después: “¿Alguien puede creerse con derecho a hacer lo que se le ocurra, sin límites, sin decencia, sin pudor, que no pase nada?”
No es el “ultraje” a la bandera, ni es el video de Otero Alcántara bailando semidesnudo con un mariachi al lado, lo que lo hace “obsceno” a los ojos de Humberto López. Es otra cosa que no quiere ni imaginar, y que desde el principio del segmento ha estado rondando cada uno de sus ataques: “¿Cómo es posible que tantos cubanos no tengan todavía ni idea de todo esto que ellos dicen está transformando este país?”.
“(…) el líder de la farsa que quiere cambiar este país…”
“Vean, este es el líder que dice que lo va a cambiar todo”
“¿Este es el hombre que dice que va a cambiar este país?”
En esta vuelta constante sobre lo mismo, se conjugan la óptica racista y el miedo blanco. La obsesión de Humberto Lópezno se explica sin el miedo a que, contra todo lo que podría prever, Otero Alcántara llegue a convertirse, o incluso ya se esté convirtiendo en un agente de cambio revolucionario. Por eso su insistencia puede no ser otra cosa que la necesidad imperiosa de autotranquilizarse, y de asustar a la vez que tranquilizar también a la audiencia.[6]
Por otra parte, el lenguaje de Humberto López ilumina para nosotros qué es lo que de verdad está en juego en el ataque sin cuartel del gobierno cubano a la disidencia.
Mientras espacios como Granma, Cubadebate, la Mesa Redonda, Juventud Rebelde, La Jiribilla, etcétera, no dejan de etiquetar a Otero Alcántara, Tania Bruguera, el MSI, el 27N, y en general a cualquier voz que se atreva a cuestionar o criticar la ideología del Estado como mercenarios empeñados en promover la subversión y derrocar al gobierno, al menos en esta ocasión de lo que Humberto habla es de cambio y de transformación. No es que sean dos cosas radicalmente opuestas, sino que tampoco son idénticas. Esto nos obliga a preguntarle al Estado cubano cómo es posible que insista en presentarse como revolución, y al mismo tiempo se niegue al cambio y a la transformación.
Los que no nos engañamos, no tenemos necesidad de preguntarlo. Lo único que les interesa a esos que hablan en nombre del “pueblo” y de la “revolución”, es seguir aferrados al poder y proteger sus privilegios tanto como puedan. Etiquetar la oposición de subversiva, e imputarle la agenda de derrocar al gobierno, no es más que una justificación para ejercer la represión abiertamente.
Dicho esto, es el momento de dejar algo bien claro: un Estado que niega la libertad de expresión y los derechos civiles puede y debe ser desafiado, incluyendo su legitimidad para mantener el poder. Más aún: un Estado abiertamente racista y dictatorial, crea la subversión. El artilugio de culpar al dinero y a las maniobras del enemigo solo busca negar las causas internas que no pueden sino provocar, insisto, la subversión, la disidencia.
No estoy haciendo un llamado a la revuelta. Solo le advierto al Estado cubano que no puede esperar que no la haya.
El 21 de abril de este año, el presidente Miguel Díaz-Canel, expresó:
“No vamos a permitir que los activistas, como dicen ellos mismos entre comillas, del caos, de la vulgaridad, del desacato, mancillen la bandera e insulten a las autoridades. No ignoramos que buscan desesperadamente ser detenidos para cumplir el mandato de quienes les pagan, que no acaban de encontrar víctimas creíbles para sus infames informes sobre Cuba. Es bueno advertir al lumpen mercenario que lucra con el destino de todos; a los que piden invasión ya; a los que continuamente ofenden de palabra y de hecho; a quienes no descansan, que la paciencia de este pueblo tiene límites”.[7]
Desde 1959, el Estado cubano alentó y estimuló la vulgaridad y la chabacanería de los cubanos en las concentraciones masivas, en los mítines de repudio, en la humillación sistemática. Ese mismo Estado, racista hasta la médula, justo ahora que tiene un presidente más blanco que la nieve, amenaza abierta y públicamente a quienes lo desacaten acudiendo, no por azar, al lenguaje de la moralidad blanca para linchar a los opositores que, por lo mismo, solo puede ver como negros cuyas vidas no importan. Ellos son entonces los vulgares, los sembradores del caos, entiéndase: los irracionales; los que mancillan la “pureza” —esto es, la blancura— de los símbolos nacionales que un Estado sin derecho pretende usar como escudo.
Humberto López fue todavía más claro, aunque advierto, o insisto, que por su boca habla el presidente, y viceversa. Señalando a su audiencia, como de costumbre, dice refiriéndose a Otero Alcántara:
“Es por personas como usted, anjá, no por personas como él. Está claro, ¿verdad? El desafío y la desfachatez es tan grande que todo, repito, todo lo publica él mismo, y de verdad, no sé qué usted crea, pero, ¿será por valiente? Y lo digo porque mostrar esto, digo, lo de la desfachatez, para que no se piense que mostrar esto en la televisión es un acto vil, y es un acto de linchamiento. Se está linchando él mismo con su actitud desafiante, su falta de valores, y no solo de valores revolucionarios, eso no voy ni a decirlo; es falta de decencia, de respeto a los que le rodean, y del respeto a sí mismo. ¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?Como pueblo, como sociedad, ¿hasta cuándo dedicar tiempo y esfuerzos a fenómenos así, a personas así?Nosotros tenemos tanto, y tanto por hacer; por soñar para vivir mejor, porque queremos, claro, vivir mejor para ser felices, para lograr lo que queremos la mayoría en este país que, claro que es imperfecto, y como todo lo humano, pero nuestro. De los que nos parecemos a otra cosa. No nos parecemos en nada a este hombre”.[8]
Hagan un esfuerzo por imaginar a un locutor con audiencia nacional en Estados Unidos hablando de esta manera, señalando así a un afroamericano; afirmando, además, que sí, que está siendo linchado, pero que es él mismo el que se lincha. Nadie tendría ninguna duda de la violencia racista ni de, incluso, el llamado explícito que hace Humberto López a la nación, constituida en turba, para linchar a Otero Alcántara: “¿Hasta cuándo vamos a permitirlo? ¿Hasta cuándo dedicar tiempo y esfuerzos a fenómenos así, a personas así?”.
¿A qué afroamericano, o a quién que haya estudiado la retórica racista, no le resultarán siniestramente familiares esas imputaciones de “falta de valores” y de “falta de decencia”? ¿Quién fallará en ver erguirse el supremacismo blanco en ese “nosotros”?
Esto no es otra cosa que la incitación pública, en la televisión cubana, al linchamiento de Otero Alcántara, despojado continuamente de cualquier valor y simpatía humanos. Porque entre él y cualquier expresión de solidaridad y de compasión, el odio de Humberto López, el de Díaz-Canel, el de Abel Prieto, el de todo el aparato del Estado, ha abierto un abismo que solo puede franquear la muerte: la soga y ese cuchillo que acosaban a Ángel Escobar:
Yo pienso, cuando me aterro,
como un Escobar sencillo,
en aquel blanco cuchillo
que me matará: soy negro.
Rojo, como en el desierto,
salió el sol al horizonte:
y alumbró a Escobar, ya muerto,
colgado, ausencia del monte.[9]
En última instancia, la abyección de Luis Manuel Otero Alcántara es haber tenido “la desfachatez” de haberse salido de “su lugar.” A Fidel Castro —que era un perfecto ignorante en materia de gobierno— nadie le cuestionó nunca su derecho, no digamos ya a cambiar el país, sino a destruirlo. ¿Por qué? Porque el suyo era derecho de nacimiento. Nadie escribió nunca un artículo preguntando si era inteligente. Pero en la revista de la Biblioteca Nacional se publicó uno que preguntaba si Fulgencio Batista había sido inteligente.
Coda 1
El 31 de mayo, Cubadebate publicó la nota “Dan de alta hospitalaria a Otero Alcántara”. Como era natural que ocurriera, hubo lectores que preguntaron y/o pusieron en tela de juicio la veracidad de la afirmación implícita del Estado de que la huelga de hambre era mentira. Humberto López se había referido a él como “el presunto huelguista” y hasta se había reído de los índices de los exámenes médicos. He mantenido la redacción original y las erratas de los comentarios:
Nacho Capitan dijo:
“Entonces, la gran pregunta? Estaba haciendo huelga o no? en el primer articulo dijeron que no, un mes internado para recuperar los parametros que supuestamente tenia todo bien cuando llego?? quien mintio?”.
Manuel. Am dijo:
“Tenía o no problemas de salud??? Al principio todo bien, entonces un mes ingresado para que??”.
frank dijo:
“Es la gran pregunta amigo. si estaba en buen estado porque permanecio todo un mes dentro de un hospital gastando recursos por gusto. No entiendo”.
Juana dijo:
“Si el paciente se encontraba en buen estado con parámetros bioquímicos normales (indicando que al ser ingresado no presentaba desnutrición ni deshidratación) ¿por qué estuvo casi un mes ingresado? Hay una contradicción evidente entre la información que brindan los medios hoy y la que brindaron cuando Alcántara fue ingresado”.
A dijo:
“Con esta nota se desmiente, que la huelga de hambre era una farsa”.
Pero también el veneno racista y el odio generosamente distribuido por la lengua de Humberto López y Cía, asomó la cabeza en algunos comentarios:
Yo dijo:
“Todo el mundo sabe que estaba desintoxicandose, y eso lo tiene que responder el propio Alcántara”.
Ale.H.H dijo:
“Que gran pregunta de que, se atendio bien, el mismo mercenario lo dijo, ahora donde tiene que estar es preso por violar las leyes Cubanas y no dar más muelas en la prensa…”.
Cubano 100% dijo:
“Que pasa con el botellano Alcantara, porque tanto lio, leo algunas opiniones incluso de disgusto. A este ciudadano lo que le deben hacer ahora es aplicarle la ley por mercenario, enjuiciarlo por drogadicto, a el y a todos los de San Isidro, porque tengo entendido que adquirir drogas e en Cuba es un delito”.
Denunciado lo mal hecho dijo:
“Tanto lío por el vende patria ese, ya me da hasta asco”.
Ale dijo:
“Para qué seguir esta noticia? A los cubanos no nos interesa para nada esa crápula. Pienso que publicar noticias de estos ineptos es darle una importancia que no tienen. No podemos vivir con el qué dirán. Todos sabemos que en Cuba nadie queda desamparado en cuestiones de salud: ni estos imbéciles. Lo que tenemos es que preparar a nuestros medios para saber enfrentar la guerra subversiva en la que se ha visto envuelto nuestro glorioso país. Hoy, nuestro locutores deportivos no tenían respuesta ni fuerza para desacreditar la asquerosidad de la gusanera de Miami. Vamos, Cuba”.
Que yo sepa, hasta donde me consta, en ningún momento y en ningún medio oficial se sugirió siquiera que Otero Alcántara fuese drogadicto. Pero no hacía falta hacerlo. Los cubanos racistas recibieron el mensaje: Luis Manuel Otero Alcántara, por negro, tenía que ser drogadicto. Ese es uno de los estereotipos más frecuentes del racismo antinegro.
Como puede verse también, el desprecio de estos lectores es tal que, aunque el Estado no ha presentado prueba alguna, están convencidos de que Otero Alcántara debe ser enjuiciado por mercenario, e incluso por drogadicto. No solo él, sino todo San Isidro es encausado, hallado culpable y condenado por consumo de drogas. A aquellas preguntas de Humberto López, Denunciado lo mal hecho respondió, en perfecta sintonía con él: “Tanto lío por el vende patria ese, ya me da hasta asco”.[10]
Coda 2
Humberto López se burló de la posibilidad de que Luis Manuel Otero Alcántara pudiera transformar o cambiar el país. Se equivocó la paloma. Se equivocaba. No solo Otero Alcántara, sino también el MSI, y Tania Bruguera, y los que convirtieron “¡Patria y Vida!” en un éxito que ha desbancado a “¡Patria o Muerte!,” forzándolo a ponerse, infructuosamente, a la defensiva; todos ellos están transformando el país.
¡Humberto, paloma, te equivocaste! ¡Díaz-Canel, palomón, te equivocaste!
Hasta hace unos años, ninguno de nosotros se acordaba del barrio de San Isidro. Si alguien lo mencionaba, por supuesto, sabíamos. Pero San Isidro no estaba en el mapa. Hoy está en boca de mucha gente, está dando que hablar. En Cuba y fuera de Cuba. Su desfachatez está transformándolo todo. Su color está cambiándolo todo.
No sabemos qué va a pasar. Tampoco lo saben los que creen saberlo. Pero el odio al MSI y a Luis Manuel Otero Alcántara es el signo más visible de una dictadura desesperada. Aunque, hay que advertirlo, no por eso menos temible.
Coda 3
Por las razones apuntadas, la posición actual de LASA respecto al gobierno cubano no puede sostenerse ni justificarse si no es como el abrazo tácito a la dictadura y a la falta de derechos. Es contubernio con el Estado, e indiferencia hacia los cubanos.
Para mí no tiene sentido pertenecer a una organización que apoya el derecho a la libertad académica, de expresión y de conciencia en unos casos, mientras apoya igualmente a un régimen donde nada de esto es posible. Se suma a esto la hipocresía de una declaración que, como he demostrado, respaldó las calumnias del Estado cubano contra un grupo de académicos de LASA.
Si LASA no tiene problemas con apoyar a un Estado cuyo vocero es Humberto López, yo no puedo seguir en LASA. Eso sí sería una indecencia.
Notas:
[1] Aquí, y en lo adelante, a menos que especifique lo contrario, las itálicas son mías.
[2] Pedro de la Hoz. “Ciencia y cultura cubanas en LASA 2021, pese al bloqueo.” Granma, 13 de mayo, 2021.
[3] Ver: Elson Concepción Pérez. “Coleccionistas de escoria,” Granma, 5 de mayo de 2021, http://www.granma.cu/cuba/2021-05-05/coleccionistas-de-escoria-05-05-2021-21-05-52. En efecto, al pie del artículo, en Informaciones relacionadas, hay dos enlaces a otros dos ataques contra Otero Alcántara: “El espectáculo en internet es parte del show financiado,” http://www.granma.cu/mundo/2021-04-15/el-espectaculo-en-internet-es-parte-del-show-financiado-15-04-2021-02-04-14, y “El ahijado, la madrina… y la más reciente farsa contra Cuba (+Video)”, http://www.granma.cu/pensar-en-qr/2021-05-03/el-ahijado-la-madrina-y-la-mas-reciente-farsa-contra-cuba-03-05-2021-00-05-44
[4] Ver: Arnaldo Rodríguez. “Escudo ante la ofensa.” Granma, 8 de febrero de 2021, http://www.granma.cu/cuba/2021-02-08/cuba-no-es-de-todos-08-02-2021-22-02-31
[5] Sobre Humberto López, ver: Francisco Morán. “Nace una estrella: Humberto López contra Yeilis Torres Cruz.” Hypermedia magazine, 24 de mayo de 2021, https://hypermediamagazine.com/sociedad/nace-una-estrella-humberto-lopez-contra-yeilis-torres-cruz/ En este artículo prometí una segunda parte en la que me ocuparía del tratamiento a Otero Alcántara en la televisión cubana. Ese trabajo iba a ser más amplio que el presente. Pero la respuesta de LASA a la petición iniciada por Guillermina De Ferrari, y la indignación que me provocó, me impulsaron a escribir con urgencia. Este artículo, pues, es ambas cosas: mi respuesta personal a la declaración de LASA, y la continuación del trabajo sobre Humberto López.
[6] En el contexto de la trasmisión en vivo de la fiesta de San Isidro, desde Cuba empezó el debate sobre si Otero Alcántara tenía cualidades o calificación para ser presidente. Incluso se mencionó, con miedo, la posibilidad de Cuba convertida en otro Haití. Esto demuestra que el miedo al negro —y más específicamente al negro con poder— no ha hecho sino crecer y arraigarse entre los cubanos, y tanto los mensajes de Humberto López, como en general los de los medios estatales, no han hecho otra cosa que exacerbarlo. No hay que perder esto de vista, porque como en Estados Unidos, y dondequiera que ese miedo sigue vivo, este ha legitimado de un modo u otro la violencia racista.
[7] https://www.youtube.com/watch?v=isgJxWlEENE
[8] https://www.youtube.com/watch?v=yV_XbdxnHiw&t=86s
[9] Ángel Escobar: “Paráfrasis sencilla” (fragmento). Puente a la Vista: “Intertextual: José Martí en Ángel Escobar,” 13 de mayo de 2020, https://puentealavista.org/2020/05/13/intertextual-jose-marti-en-angel-escobar/
[10] Ver: “Dan de alta hospitalaria a Otero Alcántara.” Cubadebate, 31 de mayo de 2021, http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/05/31/dan-de-alta-hospitalaria-a-otero-alcantara/
Luisma museable
Frente a Kcho, Castro fue el creador de la balsa; frente a Martiel, el inventor del negrismo. Encarado a Luisma, Castro es el administrador del destierro como arma biológica: el Calixto García es su Hialeah a menos de noventa millas, con rancho en bandeja y remedo de Medicare.