Qué suerte que le dije lo mucho que la admiraba como actriz. Es absurdo todo esto. Nadie puede salvarnos de nosotros mismos. De nuestros miedos. De nuestras soledades. Aunque estemos acompañados.
No encuentro las palabras exactas, pero sí sé que en los últimos días se ha ido mucha gente linda. ¿Qué hacer sin los justos? ¿Sin las personas que nos inspiran? Sentir más vacío.
“Dicen que no se enamora. Dicen que perdió la estrella que una noche ciega le robó el aroma. ¡Dicen que ha pasado tanto!”.
En ese momento, Broselianda Hernández se emociona y sacude la cabeza que flota en un piso alto. La extiende buscando un abismo entre ella y el asfalto. Fue la noche del pasado 7 de noviembre en Miami Beach, y pienso que en esa misma fecha, pero de 2004, yo pasé la madrugada más triste de toda mi vida.
“Dicen que un gran abandono lo ha tirado al lodo y al amor perdido y ha tenido un hijo entre olvido y frío”.
Luego, en una bocanada de humo, se fumó la amargura.
“Dicen que perdió la estrella que una noche ciega le robó…”.
Se detiene el video.
Escribió un comentario para sí misma: Canta bajito, Brose, que los niños duermen.
Más adelante, el 9 de noviembre, volvió a cantar:
“Me gustas tanto, pero tanto tanto. Me gustas tanto, pero tanto tanto que no sé si decirte que estoy enamorado. ¡Qué hermosa es mi Habana [da un giro y se ve un edificio en el fondo] al salir el sol! Bordeando la costa hacia el Malecón y siento en mi Habana su vibrar, mi vibrar enamorado. A ritmo de ola languidece junto al Malecón. ¿Qué en Cuba? ¿Que en mi país no hay Harley Davidson? No me engañe, bárbaro”.
Escribió: Esperando a Joel. Este es mi homenaje a Celeste.
Confieso que cuando vi esos videos me dieron mala impresión. Me pusieron triste, pero no dije nada. Decidí pasar la página.
¿Por qué habré hecho silencio?, me pregunto una y otra vez. Sin duda los seres humanos somos un gran misterio. Algo me dijo que Brose no andaba bien, pero quién soy yo para preguntar por un asunto tan delicado.
Y es que ahí se resume todo: fui incapaz de traspasar mi concha, la que pienso que me protege del otro. ¿Y si el otro está pidiendo auxilio? ¿Por qué no reaccionar? ¿Por miedo al contagio?
El Principito dijo: “Lo esencial es invisible a los ojos”. ¿Por qué eligió esas letras? ¿Qué secretos ocultan? ¿Serán un mensaje? ¿Su carta de despedida? Esos videos son, en esencia, su más absoluta desesperación. Se dice que el suicidio es también una venganza.
¿Contra una persona? ¿Contra una nación? ¿Contra una ciudad que terminó devorando su espíritu?
Está claro que, por mucho que doren la píldora, Miami no es una ciudad para los actores. Y menos para el tamaño de Broselianda Hernández.
Lo más duro es que el cine cubano también la abandonó. Ese cine ingrato que desatiende a muchos, aun en el momento de mayor brillo.
Brose se quedó sin tierra. Por eso fue arrastrada por la corriente. Por eso se ahogó. En esas aguas que son ninguna y a la vez alguna parte.
¿Por qué lo hizo?
“Dicen que estaba desnuda. Dicen que buscaba el humo. Dicen que salió a comprarlo. Dicen que es como Alfonsina. Dicen que es Virginia Woolf. Dicen que es Ofelia en Hamlet. Dicen que el teatro cubano ha perdido el alma de una estrella, que una noche ciega le robó el aroma”.
Ahora soy yo la que canta.
Ahora soy yo la que llora.
¿Y Rolen? ¿Qué pasó con él? Lo he llamado varias veces. En el teléfono me salen las voces de sus otros hijos, Osain e Iruma. Lo están cuidando. Lo están protegiendo del mundo. Lo están abrazando para que no huya detrás de la hija pródiga.
Broselianda y Rolen Hernández.
No conocí a Broselianda personalmente, pero su papá, Rolen Hernández, fue el primer actor de edad madura con el que trabajé en el teatro. Aprendí mucho de él, y me hablaba mucho de sus hijos, en especial de Brose, porque ambos compartían la misma profesión.
Parte de mi corazón se fue con ella. Admiro tanto a Rolen como a Brose. Ellos se parecen tanto, pero tanto tanto… No quiero ni pensar en su dolor.
Escena de Barrio Cuba, de Humberto Solás. Intérpretes: Broselianda Hernández y Rafael Lahera. Ahora la miro y me parece profética:
Ella: ¡Qué lindo tú eras!
Bebe de su vaso de metal y sonríe nerviosa. Continúa.
Ella: Yo me acuerdo una vez en que los muchachitos del pre hicimos una apuesta a ver quién te tumbaba y tú ni nos mirabas. Siempre al lado de María.
Él: No repitas ese nombre.
Ella sonríe divertida.
Ella: ¿Qué pasó? ¿Te botó? Eso no hay quien te lo crea a ti, si ustedes eran como un sobre y un sello pegao.
Él: Ella murió.
El rostro de la mujer se transforma gradualmente en una mueca. Él hace una pausa breve y continúa.
Él: Hace tres años.
Ella baja lentamente la mirada. Agacha su cabeza como quien quiere esconder el llanto. Él suspira apesadumbrado.
Él: ¿Y tú que has hecho?
Ella se autoconsuela y sigue luchando para no mostrar su dolor, que continúa enmascarando con la risa.
Ella: Me fui con una prima pa’ La Habana y me puse a…
Se le hace un nudo en la garganta.
Ella: A jinetear.
El rostro de él muestra consternación.
Ella: Yo también me voy a morir.
Regresa a su vaso, pero no puede beber.
Ella: Yo… tengo mucho miedo de… Lo que quiero es llegar a mi casa… morirme en mi casa.
Llora desconsoladamente.
Ella: Si estuvieras en mi lugar, ¿qué tú harías?
Él responde también conteniendo sus propias lágrimas.
Él: Regresar… Ellos te están esperando.
Pienso en la conexión de esta escena con los videos de Instagram. No eres tus personajes, pero tus personajes sí son tú. La risa que caracterizaba a Brose era tal vez su manera de rebelarse contra su tristeza.
Ese minuto en pantalla le valió una Mención de Interpretación Femenina en el Festival de Cine de Providence, Estados Unidos.
Continúo pasando sus fotos de los últimos días en Instagram. Por alguna extraña razón repite dos veces algunas imágenes. No fue por error, porque sus comentarios son distintos. Como si quisiera resaltar la importancia del hecho de compartirlas dos veces.
Cuando revisé su muro de Facebook vi la foto de Sofía, su única hija. Y otra foto de ella con una pose teatral donde le da la espalda a la cámara. Siempre me han llamado la atención las fotos donde a las actrices no se les ve el rostro. La noche de la despedida, compartió también una de las canciones más tristes que he escuchado en mi vida: Ne me quitte pas.
Me siento como una detective armando los fragmentos. Tratando de entenderla. De encontrar la respuesta de su desconsuelo. El que la llevó a terminar con su vida. Tal vez era de las que creía que su vida no era importante. Brose era lo que se dice, de manera irresponsable: alguien que vivió y trabajó de manera tan intensa que ya se podía morir.
Al tercer día del suceso, sonó el teléfono. Era la voz de Rolen. Yo no sabía qué decir, tenía miedo de ser torpe. No quería ponerlo más triste. Necesitaba reconciliarme con él por el hecho de haberme ausentado, pero no lo expresé de inmediato. Me dijo una frase de su primo Francisco López Sacha, el escritor: “Todos venimos con una misión, y nos podemos ir en cualquier momento después de haberla concluido”.
Contuve el llanto al hablar. Estaba llorando de felicidad porque él tuviera, en esa hora, una frase como aquella. Tan vital para la aceptación de la tragedia. No sé cuándo volveré a ver a Rolen. Por el momento no quiere ver a nadie, pero tengo la certeza de haber estado siempre sentada en el mismo vagón y en su misma ruta: la que termina reuniéndonos en el mismo viaje.
El Fondo de Fomento y el sofisma de la independencia
El Fondo de Fomento para el Cine Cubano tiene muchos simpatizantes. Me atrevería a decir que los detractoressomos unos pocos. Hay algo muy perturbador: si el Fondo lo da el ICAIC, que es la única industria de cine en Cuba, con un archiconocido expediente de censura, ¿cómo pueden llamarlo cine independiente?