El reciclaje de la Patria y la narrativa “contrahegemónica”

Entre el 17 y el 19 de marzo de 2025, se celebró en La Habana el IV Coloquio Internacional «Patria»; un encuentro anual que tiene como leitmotiv la instrumentalización de la comunicación mediática para la construcción de un discurso contrahegemónico global. Bajo el signo «Somos pueblos tejiendo redes», el evento reunió a más de 400 invitados provenientes de 47 países, entre ellos políticos, comunicadores, periodistas, académicos y activistas vinculados a los medios.

En su nueva edición, la conferencia hizo homenaje a los 20 años de teleSUR, para lo que recibió el auspicio de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), con la colaboración de Casa de las Américas, la Asociación Hermanos Saíz y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). La reunión estuvo anticipada por una instancia de formación y capacitación en colaboración con la Escuela Telesur, el Instituto de Formación Política de MoReNa, el Instituto Ideal y el Instituto Patria de Argentina.



Imagen de promoción (2025), Portal Cuba.cu.


La estructura del coloquio incluyó este año ferias expositivas, conferencias magistrales, paneles y presentaciones de proyectos de comunicación en diferentes espacios dentro del recinto de la Universidad de La Habana. Entre los principales temas tratados se encontraron: el rol de la tecnología en la resistencia popular; la vigilancia ante la desinformación y la manipulación digital; el enfrentamiento a la guerra cognitiva e instrumentos de control social y político; la tecnopolítica y los derechos humanos; la educación digital crítica y la alfabetización mediática; la soberanía digital y desarrollo tecnológico autónomo, entre otros. Asimismo, en su declaración final destacaron acuerdos como: continuar denunciando y enfrentando el bloqueo tecnológico y económico impuesto contra Cuba, condenar el genocidio contra el pueblo palestino, enfrentar la guerra cognitiva, combatir activamente campañas de desinformación promovidas por actores imperialistas, entre otros.



Imagen de inauguración frente a la escalinata de la UH (2025), Presidencia.gov.cu.



Las incongruencias de una Patria clorificada

La primera edición del coloquio, en el 2022, respondió, según declaraciones oficiales, a la Jornada por el Día de la Prensa Cubana y al 130 aniversario de la fundación del periódico homónimo por el héroe nacional José Martí. Sin embargo, a ocho meses de las protestas populares del 11J, su creación fue una respuesta de contención al malestar internacional que la represión policial y judicial provocaría. Esta intención estaba clara en su comunicado iniciático que versaba:

La apuesta desde Washington, los sectores siempre golpistas de la Florida, fue utilizar ese escenario para lanzar una ofensiva desestabilizadora, como pudo verse en el 2021. Esa ofensiva estuvo acompañada de una inmensa campaña mediática internacional vía redes sociales, grandes medios, fundaciones, que prepararon, acompañaron y maximizaron los hechos vividos. Las mentiras, creación de realidades falseadas hasta proyectar una situación alejada de lo que efectivamente sucedía, fueron, como era predecible, parte del recetario.



Imagen que capta la represión contra manifestantes (2021). Foto: Marcos Évora.


Desde entonces, el coloquio busca construir una narrativa alterna reciclando un discurso humanista, martiano y de convivencia jovial para aunar acólitos entre agentes de opinión, voceros en medios de comunicación y militantes sociales. Dicho posicionamiento antisistema y contra la dominación mediática pareciera atractivo frente a la geopolítica actual, que intenta minimizar minorías y alteridades en una sociedad plural, pero Cuba no es la excepción en el esquema que afirma criticar. La narrativa “martiana”, “soberana” y de “resiliencia”, opera en este caso como un dispositivo ideológico que enmascara/justifica la práctica autoritaria y la concentración del poder en un gobierno supuestamente digno. Esta imagen también sirve para ampliar la base de partidarios, exportar un ideario específico, ganar donativos y apoyos materiales, así como alimentar un paralelismo como concertación regional, algo que el Gobierno cubano ha sabido realizar dentro de mecanismos multilaterales no alineados. A partir de las declaraciones iniciáticas del coloquio y en referencia al 11J ¿qué más ha ofrecido este simulacro contrahegemónico?:

  • Las sanciones y conflictos con Estados Unidos se han utilizado como excusas para consolidar el control interno y justificar políticas de represión en el contexto de una “nación asediada”.
  • La instrumentalización de causas legítimas sin una verdadera agenda emancipadora ha ayudado a limpiar/legitimar y promover el accionar autoritario.
  • Como hemos visto en otras ocasiones en ODC, el acercamiento a otras autocracias (china, rusa, iraní, turca, venezolana, entre otras), ha fortalecido un eje para desafiar la “hegemonía occidental”, irónicamente actualizando sus propias formas de expansión e injerencia internacional.
  • El monopolio de esta “verdad” en medios de comunicación estatales y redes de propaganda prominentes ha criminalizado la crítica y la revisión como “odio” y “sabotaje”, difundiendo la afirmación de que cualquier postura antagónica es parte del “complot imperialista”. Dicha dicotomía se nutre de la creciente polarización política y termina siendo tan conservadora, simplista y represora como los medios de derecha que dicen condenar.


Reunión de delegados en la escalinata de la UH (2025), Cubadebate.


En suma, el discurso del coloquio es tanto coartada como mecanismo de autoperpetuación en el poder, que dista mucho de la emancipación de los pueblos que asegura perseguir. Ahí reside la paradoja de los discursos supuestamente contrahegemónicos, pero arbitrarios y selectivos, cuando provienen propiamente de una hegemonía autoritaria de cualquier extremo del abanico político: la reproducción de las mismas dinámicas del poder que critican. Lo que en teoría se propone como una lucha por la autodeterminación de los pueblos se convierte en una justificación para un nuevo tipo de dominación, aunque bajo símbolos y vocabularios diferentes. Sirvan igualmente de ejemplos los objetivos concretos de esta edición. Entre los acuerdos tomados en marzo destacan:

  • (…) resistir y contrarrestar el avance de políticas neoliberales y ultraderechistas, con ejemplos de movimientos sociales que han aprovechado plataformas digitales para la organización, el activismo y el tecnoarte, pero en Cuba el activismo y el arte digital, así como las iniciativas de concertación ciudadanas en redes sociales han estado ampliamente vigiladas, perseguidas y condenadas en tanto muestren un mínimo de autonomía frente al gobierno.
  •  Documentar estrategias que permitan combatir la desinformación y el discurso de odio en las redes sociales incluyendo algoritmos de verificación (…) Analizar cómo gobiernos y corporaciones utilizan las tecnologías para el control y la manipulación del consenso en los países del sur global, pero el propio Gobierno cubano ha invertido y otorgado inmunidad a tropas digitales que, tras perfiles falsos, persiguen a activistas, falsean información de la prensa independiente, hackean sitios alternativos y violan la privacidad de ciudadanos cubanos que se pronuncian frente a la política oficial.
  • Examinar el impacto de las tecnologías digitales en los derechos humanos, enfocándose en temas como la censura de las grandes plataformas, el acceso desigual a la información y las amenazas a la libertad de expresión en entornos digitales controlados por empresas transnacionales, pero la defensa de los DD.HH. y de las diversas libertades ciudadanas, culturales y socioeconómicas fuera del enunciado oficialista ha estado estrictamente prohibida en Cuba.
  • Analizar cómo los movimientos sociales y los medios independientes pueden utilizar la tecnopolítica para difundir narrativas alternativas que promuevan la esperanza, la solidaridad, la cohesión social y el respeto a la voz de los pueblos, pero los voceros del gobierno se victimizan, callan e ilegitiman cualquier réplica a sus dictámenes, mientras voces cuestionadoras son acusadas de “odiadoras”.


Captura de pantalla de artículo oficialista (2024), Granma.


Construcción de una hegemonía alternativa (y autoritaria)

El coloquio Patria en cuestión, consolida su propia forma hegemónica y se decanta como una alternativa al orden occidental, pero no resulta más creativo que este, sino que replica las mismas prácticas de intervención, censura y persecución política. La capacidad que ofrece en lo que a alineamientos oportunistas se refiere es evidente, no solamente al normalizar acuerdos desiguales entre socios autócratas respecto a terceros países, sino que por depuración simplificada (antiimperialista), se termina promoviendo y justificando la política exterior intervencionista de países como Rusia o China.

El ODC señala el doble estándar del discurso oficial cubano, que deja en entredicho la supuesta lucha por la justicia global. Asimismo, el ODC advierte el aumentado ambiente de polarización extrema que se gesta y que sofoca la posibilidad de un debate conciliador y de alternativas verdaderamente emancipadoras. El ODC rechaza la mentalidad de trinchera que persiste en este tipo de eventos, donde se invisibilizan movimientos que buscan una transformación fuera de lo impuesto por el Estado, y donde se descalifican posturas críticas que no se alineen con el mismo. La estructura de eventos de comunicación con enfoque en concilio humanista regional ha sido últimamente retomada por autocracias en formatos como el Foro de Medios de China, el Congreso de Medios de Rusia o el Congreso Internacional de Comunicación en Venezuela, buscando espacios comunicacionales en la región latinoamericana y, por tanto, reforzando la influencia informativa rusa/china en la región. Otras citas como el Foro de Sao Paulo combinan el canon de la soberanía nacional con una agenda comunicacional alineada con los intereses de los Estados participantes, donde Cuba aún alcanza a incidir con su deteriorado mito “revolucionario”. Finalmente, el ODC condena el uso utilitarista de la historia y la tradición nacionalista martiana, lavada a conveniencia por el Gobierno cubano en el intento por reconstruir una identidad nacional según el molde autócrata.





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