Nacida en París, a finales de la década de 1980, Dîner en Blanc es un evento que, según sus organizadores, busca unir personas de todas las condiciones sociales que comparten “el gusto por la comida y la elegancia”. Un picnic “chic” realizado en un lugar concurrido, un lugar que no se escogería para hacer una comida al aire libre donde “miles de amigos” se reúnen para pasarla bien.
La estrategia, inaugurada desde 1988, busca emular el ambiente de las sociedades secretas, ese lugar común de un sinnúmero de novelas y relatos, que estimula la fascinación humana por el misterio. Para ello, la revelación de la locación elegida se mantiene oculta hasta “el último minuto”, buscando hacer de la experiencia “algo inesperado”, que, además de la cena, “permita a los asistentes a disfrutar de lugares públicos de la ciudad”, mientras rememoran “la elegancia y el glamur de la élite social francesa.”
Por supuesto, para que esta sea una experiencia inolvidable, no habrá tráfico, peatones, una vida cotidiana. No es que sea un evento propiamente disruptivo, este evento garantiza que no tendrá perturbación alguna, “solamente la estupefacción y las furtivas miradas de algunos paseantes que, como los invitados, se preguntarán si no se trata de un sueño”.
A pesar de su inicial invitación, extendida a personas de diversos orígenes, unidos por la elegancia y el buen gusto, los invitados pueden asistir si han participado en cenas anteriores, o bien por contar con el “patrocinio” de uno de sus comensales recurrentes. Para todos los demás invitados, existe una lista de espera para aquellos que no cumplan los criterios anteriores. De cualquier manera, los participantes deben aportar los siguientes elementos al picnic: una mesa y dos sillas blancas, una cesta de picnic con un mantel blanco, servilletas blancas, insumos alimentarios gourmet, cubiertos, platos y cristalería. Además, los invitados deben ir de blanco y con un traje elegante.
Código de vestimenta e insumos para participar en Dîner en Blanc.
Para aquellos que sean aceptados a tan selecto evento, se les ofrece un paquete que varía de 3 a 5 días, y cuyo precio oscila entre los $558 y $956 USD. Para este evento, se ofrece estadía en tres hoteles: Casa Italia, Gran Muthu Habana y Gran Astón Habana. El paquete incluye las comidas, un tour en Habana Vieja. El paquete de 5 días incluye un tour a Viñales, visitas a la Fábrica de Cigarros de la Habana y al Museo de Ron, además de la ceremonia del Morro.
Este evento, a pesar de su insinuación de ser amplio es, en suma, un club privado que pretende derrochar ostentación. Las barreras de acceso buscan atraer a personas cuyo perfil socioeconómico es más que acomodado: son la manifestación de la nueva aristocracia. Movidos por la experiencia estética, se convierten ejemplares cómplices de la tragedia alimentaria de las personas cubanas de a pie. La banalidad oculta lo evidente: toda la orquestación de este evento necesita, por fuerza, la colaboración activa del régimen, que inicia desde los permisos necesarios para ocupar el espacio público, pasando por una relajación de los requisitos de inmigración, hasta la provisión de bienes e insumos para la preparación de alimentos. Por supuesto, este acto no resulta desinteresado. Bajo la fachada de turismo, es una oportunidad para el régimen una renovación facial, una recuperación del prestigio, una renovación.
La elección de los hoteles tampoco es gratuita. Por ejemplo, una nota de The La News, de febrero de 2023, indica que el Hotel Gran Muthu Habana, uno de los seleccionados para la Dîner en Blanc, es uno de los establecimientos más recientes que se han inaugurado en el municipio de Playa. Ha tenido una ocupación media del 10%.
Esta situación no puede llegar en peor momento para la población de Cuba, concretamente para la población de la Habana. La situación de abastecimiento de alimentos, sobre todo de proteína animal, está en uno de sus momentos más críticos. Dîner en Blanc, en lugar de ser una oportunidad para que una parte influyente de la sociedad internacional conozca la situación de bienestar económico en Cuba, se convierte en una afrenta y un insulto para una sociedad que tendrá la oportunidad de presenciar un acto de opulencia en un entorno de escasez.
* Artículo publicado en colaboración con el Food Monitor Program.