Matanzas, o cómo sacarle provecho a las tragedias de los cubanos

El 5 de agosto pasado, Granma informó en su sitio web que una descarga eléctrica había provocado el incendio en uno de los tanques de combustible ubicados en la Base de Supertanqueros, en las afueras de la ciudad de Matanzas. Ese depósito “contenía unos 26 000 metros cúbicos de crudo nacional, alrededor del 50 % de su capacidad máxima, cuando la intensidad del rayo golpeó la cúpula de la instalación”. 

Para “controlar y sofocar” el incendio se usó agua y espuma. En esta información se advirtió que, “aunque las causas del incidente están por evaluarse, al parecer se produjo un fallo en el sistema de pararrayos,[1] que no pudo soportar la energía de la descarga eléctrica”. La información no le atribuye directamente este criterio a ningún funcionario en particular; hecho que, en sí mismo, ya es problemático, pues se trata —hay que insistir— de la causa real o posible del siniestro. No obstante, es posible que haya sido el criterio de Evert Eduardo Díaz —a quien se menciona antes—, jefe del Centro de Dirección de CUPET y, por tanto, el más capacitado para hacer esa evaluación.

Justo por ser ese el primer reporte, es importante prestar atención a la reacción de los lectores: “Estamos salaos”, “Hasta la naturaleza está tentando en contra de nuestro desarrollo”. Junto a las expresiones de desesperación y a los llamados a volver los ojos hacia Dios, encontramos también preguntas y cuestionamientos sobre posibles negligencias del gobierno: “Y el SPCR (Sistema de protección contra rayo)????, no funciona???”; “Base de supertanqueros construida en la época soviética, se le habrá dado mantenimiento al sistema de protección contra incendios, espero que las investigaciones sean profundas”; “Y los pararrayos???, cuantas bases de supertanqueros hay en el planeta y no se oye de esto, rayos caen a diario por miles… aclaro, no hay intención de crítica al gobierno, en lo absoluto… Pero los que están trabajando allí qué pueden decir de las normas elementales de seguridad en una instalación como esa”.[2]

Vale observar la importante discrepancia entre los reportes de Granma y Cubadebate el mismo día. Mientras el primero consideró la posibilidad de “un fallo en el sistema de pararrayos”, el segundo sugiere que fue la intensidad misma de la descarga lo que produjo el fatal accidente: “al parecer la descarga fue más alta que lo que pudo proteger este”, según Rigel Rodríguez Cubells, director de la División Territorial de Comercialización de Combustibles Matanzas. Nótese que este cargo no implica que Cubells tenga ninguna autoridad profesional —a diferencia de Díaz, de CUPET— para emitir un criterio confiable al respecto. Tampoco es menos importante el detalle de que Cubells aparezca citado directamente y Díaz no. 

Según Cubadebate, el siniestro se produjo alrededor de las 7 pm. Díaz-Canel afirmó que el Gobierno estaba siguiendo “de cerca el enfrentamiento al incendio en la zona industrial de la occidental provincia y que confían en las autoridades del territorio, los bravos bomberos y los trabajadores de Cupet”. “Al habla con la primera secretaria del Partido en Matanzas Susely Morfa González”, escribió el mandatario en su cuenta en Twitter y aseguró que “saldremos adelante”.

No fueron pocos los cubanos que pensaron que la negligencia pudo haber ayudado a la naturaleza.

Como puede apreciarse, las palabras de Canel reflejan su habitual incapacidad para diferenciar al orador motivacional del gobernante. A las 11 de la noche, mientras continuaba la batalla para sofocar el incendio —y cuando las autoridades cubanas tenían que haberse hecho una idea de que la situación era realmente seria y no podrían tener éxito sin ayuda especializada—, la propia Susely Morfa González escribía en su Twitter: “Confianza”. Sin embargo, téngase en cuenta que ya un dron había tomado imágenes tan pronto se inició el fuego.

Finalmente, Canel llegó al lugar pasada la medianoche. Lo vemos en una foto, en Matanzas, mirando el video grabado por el dron. ¿Acaso, a pesar de haber sido tomado a las 7 pm, no pudo Canel verlo en La Habana? 

Las reacciones de los lectores de Cubadebate fueron similares a aquellas en Granma: Ariel: “Pensé que los pararrayos evitaban que los tanques de combustibles se incendiaran”; “Fue eso que usted dice lo primero que me pasó por la mente, tiene que existir un sistema de pararayos que protega a estos tanques sino es botar el dinero. Estos tanques tienen que estar bien asegurados antes de colocar combustible en ellos. Si hubo negligencia, alguien debe responder de ello”; “Evidentemente algo no estaba bien… sino tendríamos accidentes así por todo el mundo cada mes. La carga eléctrica no se descargó, sino que llego a la temperatura necesaria para ocasionar que el diesel se encendiera… Definitivamente algo falló en el sistema instalado que debió canalizar la descarga fuera del tanque”; “Y más en esa zona donde ya había caído un rayo en la Termoeléctrica Guiteras”; “[…] es un requisito indispensable la protección del tanque con un sistema de pararrayos, sistema que debía tener, hay que considerar el estado de los mantenimientos de dicho sistema”; “Parece que no tenía buenas condiciones el sistema de pararrayos y aterramiento. Detrás de un accidente muchas veces hay una carencia u omisión”. 

Junto a estos comentarios, aparecen otros que —como era de esperar— simplemente aceptan lo que el texto explica. Pero, por lo que hemos visto hasta aquí, no fueron pocos los cubanos que pensaron que la negligencia pudo haber ayudado a la naturaleza.

De hecho, el 6 de agosto, en un artículo de Granma, el general Espinosa Martín, primer secretario del Buró Político, consideró que “al parecer falló el sistema contra incendioalgo recomendado con anterioridad” y dijo que era preciso revisar este tema “para evitar hechos similares en el futuro, sobre todo en termoeléctricas e instalaciones de combustibles”. 

Ya no solo se oficializaba públicamente la negligencia del sistema, sino incluso se reconocía que habían sido alertados.


Los “países amigos”

El 6 de agosto, Granma publicaba que a menos de 30 horas del terrible incendio habían llegado a Cuba los primeros aviones de ayuda con personal especializado y recursos provenientes de México y Venezuela. Era prácticamente imposible que no se hubiera coordinado esa ayuda de alguna manera. 

Había que pedir ayuda, pedirla a gritos a quien fuera, llorarla si era necesario.

Supongamos, no obstante, que realmente no hubiera sido coordinada. ¿No era, no es acaso todavía el momento de pedir ayuda? Ante una emergencia, un desastre de esa magnitud, darse golpes de pecho por recibir ayuda, sin pedirla, es otro ejemplo más de lo poco que le importan los cubanos al Gobierno. Para el Estado, Cuba es simplemente la imagen de su prestigio y de su poder. No porque tenga ningún poder efectivo, sino porque lo importante es proyectar la ilusión de vencer a expensas de la miseria y el sufrimiento de los cubanos. 




Había que pedir ayuda, pedirla a gritos a quien fuera, llorarla si era necesario para salvar todas las vidas y recursos posibles. Y muchos cubanos lo tienen claro, como lo demuestran los usuarios del sitio web de Cubadebate: “Claro que hay que pedir ayuda sin ningún tipo de orgullo”; “En estos casos hay que acudir a lo mejor sea de cualquier parte del mundo. Comenzó por un tanque y ya hay varios encendidos. Se trata de salvar vidas, nadie duda de la capacidad de nadie sea cubano americano, chino irlandes, etc se trata de salvar vidas que es lo mÁs importante del mundo y aceptar ayuda de donde sea cojon……. se tiene que dejar el orgullo el comunismo el capitalismo el feudalismo… VIDAS HUMANAS NO TIENEN PRECIO Y TINEN MUCHISMO VALOR”; “lamentablemente y no podemos los cubanos hablar sin poner de por medio la maldita política, porque lamentablemente nos la están inyectando en la mente, pero sí, que se pida ayuda internacional, porque vergüenza debería darnos no tener aunque sea un avión cisterna para minimizar este fuego”.

Pero, no. Ni aún en estas circunstancias podía el Estado dejar de politizar la desgracia. De hecho, no descarto la posibilidad de que en algún momento se alegue que pedir ayuda internacional hubiera sido un signo de debilidad que regocijara a los enemigos del régimen. Sin embargo, pienso todo lo contrario: a la larga, habría sido una prueba incontestable de que, para el Estado, Cuba es los cubanos. Justo porque ya sabemos que no lo es, no pasó la prueba.

Granma, después de mencionar la ayuda de México y Venezuela, añadió que “Rusia, Nicaragua, Argentina y Chile también ofrecieron su solidaridad; y se ha trabajado con representantes de Rusia, Bolivia, Colombia y otros países latinoamericanos y caribeños”. Al final, como con desgano, menciona que Estados Unidos “ofreció asesoría técnica, propuesta ya en manos de los especialistas para la debida coordinación”. Al menos según las palabras citadas de Carlos Fernández de Cossío, viceministro de Relaciones Exteriores. 

Y todo eso está muy bien, y desde luego que se agradece esa “solidaridad”, pero la ayuda que requiere Matanzas ahora es indisputablemente material. Por ello no puede soslayarse la ironía de este vocero del Partido Comunista, cosa que no pasó inadvertida para la prensa estadounidense: “Durante la reunión sostenida el sábado, después de que se incendiara el segundo tanque de combustible, se informó que Cuba había solicitado ayuda y asesoramiento a países amigos con experiencias en el tema petrolero”.

Ni aún en estas circunstancias podía el Estado dejar de politizar la desgracia.

Es decir, tras el agravamiento de la situación, el Estado todavía sigue apostando a los “países amigos” —en virtud de sus regímenes políticos y su complicidad con Díaz-Canel— e, implícitamente, despreciando al enemigo total, absoluto: Estados Unidos. El propósito de esto ha sido imbuir a muchos cubanos con la idea de que es imposible esperar nada de Estados Unidos. Al punto de encontrar respaldo dicha postura oficial en algunas personas: “Ya Cuba pidió ayuda a países amigos con experiencia en el tema, ojo….países amigos!! Algunos hablan de EEUU, que es cierto que está cerca. Pero EEUU no es amigo, y por tanto no ayuda desinteresadamente, lo que no se hace así no es ayuda. Además, ese país ahora mismo está ocupado financiando la guerra en Ucrania para que esta no termine y sigan muriendo personas allá, estás ocupados fomentando el conflicto en los Balcanes, en Taiwan y apoyando la matanza de palestinos en la franja de Gaza…por eso ese país no puede ayudar a Cuba ni a nadie”.

Todavía el 7 de agosto, Díaz-Canel, después de encomiar la ayuda de Venezuela y México, seguía reforzando esta idea al expresar que “a los países amigos no se les pregunta, directamente se les manda la ayuda”. 

Sin embargo, Estados Unidos ofreció ayuda. ¿Pero qué pasó con ese ofrecimiento? ¿Quiénes eran los especialistas que debían coordinarla? ¿Por qué no se ha hablado más del asunto? Y estas preguntas no la hacemos nosotros; la hacen los cubanos con marcada insistencia en Cubadebate: “Tengo una duda. Si los países hermanos han dado apoyo. O lo mismo se ofreció Estados Unidos. ¿Por qué no se ha hablado de la llegada de ayuda desde este país? ¿Qué es lo que pasa que no se habla de ese tema y sin embargo son los primeros y los más cercanos a nosotros? Explíquenme para salir de esa duda por favor??”; “Gracias a México y Venezuela ¿qué ha pasado con el asesoramiento técnico de los estados unidos?por fin ¿fue aceptada la ayuda o no? Alguien puede informar al respecto porque dicen que Cuba se negó es cierto o no? Quiero pensar que no es cierto por favor información completa al respecto al pueblo lo necesita”. 

Estos ejemplos son importantes porque, además de coincidir con otros lectores sobre el silencio en torno al tema, conlleva a un razonamiento lógico: si Estados Unidos ofreció ayuda y esta no ha llegado, ni se habla al respecto, resulta válido pensar que Cuba la rechazó. Un rechazo que no tuvo que ser explícito. Bastaba con no darle seguimiento, dejar el asunto en manos de “especialistas” fantasmas que simplemente no respondieron o de manera intencional dejaron enfriar la oferta. Añádase, como detalle importante, el rumor entre la población de que Cuba había rechazado la ayuda.

De lo que se trata es de alimentar la paranoia y la histeria antiestadounidense para justificar y consolidar el poder a como dé lugar.

De lo que se trata, entonces, es de alimentar la paranoia y la histeria antiestadounidense para justificar y consolidar el poder a como dé lugar, sin que para ello importen ni las vidas, ni la seguridad, ni el bienestar ya no de Cuba, sino de los cubanos. El resultado de esta política de odio se refleja en otros comentarios en el mismo artículo de Cubadebate

No obstante, hay que aclarar que otros varios cubanos siguen aún haciéndose preguntas. Por ejemplo, alguien comentaba el 8 de agosto, en Cubadebate, que “el esfuerzo de PEMEX Y PVDSA digno de elogiar pero en materia de este tipo de fuego los mejores del mundo estan en houston USA cuando ha habido este tipo de siniestro en mexico o en venezuela han acudido a ellos, el gobierno de USA brindo su ayuda a traves de instituciones y del propio gobierno, la pregunta final cuanto costaba un sistema de pararrayos optimo”.


Díaz-Canel o el autobloqueo

El 7 de agosto, en horas de la tarde, la página de Alma Máter en Facebook publicaba la siguiente nota:

Estados Unidos tomó la decisión de ofrecer asesoría técnica. 
Aclara Johana Tablada, subdirectora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, en su perfil de Facebook: “Pedimos ayuda internacional y Estados Unidos fue el que tomó la decisión de ofrecer asesoría técnica”.
“Es lo que han ofrecido hasta ahora. No depende de Cuba”, sentenció la diplomática. Según acota en el texto, “tenemos un acuerdo bilateral firmado durante el gobierno de Obama para coordinar operaciones y combatir derrames en el mar, pero no aplica a desastres en tierra. Ofrecieron asesoría técnica (hablar por teléfono con nuestros especialistas). De inmediato lo aceptamos y se han sostenido dichas conversaciones con expertos de Estados Unidos, las cuales hemos agradecido públicamente”, dijo.

Este comentario no hace más que reiterar lo informado por el Estado el día antes. Pero, al igual que entonces, se repite la información engañosa y tergiversada. Resulta demasiado obvia la intención de sugerir que el ofrecimiento estadounidense no estaba guiado por un deseo auténtico de ayudar, sino más bien de cumplir con una formalidad. Por eso es importante insistir en que no es rigurosamente cierto que Cuba solo pidió “ayuda internacional”. Como bien expresa Granma, el Gobierno solo la pidió a “países amigos”, excluyendo así a Estados Unidos. 

Esa admiración irracional por el mártir que falla en ver que, en lugar de sacrificarse, ha sido sacrificado.

Mientras tanto, Diario de Cuba informaba que Estados Unidos estaba “a la espera en caso de que Cuba requiera asistenciahumanitaria o técnica de Estados Unidos”. Por supuesto, ese “en caso” puede parecernos una burla en las actuales circunstancias; pero considerando que el Estado cubano limitó su solicitud de ayuda a los “países amigos”, refleja también una acusación: Cuba se considera tan autosuficiente para resolver el problema por sí misma y con el auxilio de los “países amigos”, que no estima que tenga necesidad alguna de requerir la ayuda del vecino. De ahí que el Estado oculte el mensaje de la embajada. 

Desinformación y manipulación que se construye a los niveles más altos. Por eso Cubadebate publicó el siguiente mensaje de Carlos F. de Cossío: “Gob de EEUU ofreció condolencias desde el sábado 6 agosto al mediodía por vía Dpto Estado, lo que agradecimos directa y públicamente. Ofreció asesoría técnica, la que también agradecimos y aceptamos. Hay comunicación frecuente entre ambos gobs. Sobran las especulaciones. #Cuba”.[3]




Ni una palabra, absolutamente nada, sobre el hecho de que Estados Unidos esperaba una solicitud oficial de ayuda. En cuanto a las “especulaciones” que censura Cossío, ¿de quiénes provienen si no de los propios cubanos? Es a los cubanos a los que, implícitamente, les pide que no hagan más preguntas sobre el asunto. A pesar de todo, algunos lectores insisten: “Y por fin la ayuda que brindó Estado Unidos. No se ha dicho nada de ella, y el gobierno de Cuba no se ha pronunciado más sobre esa ayuda. La aceptan o no, infórmennos. Gracias”.

Por tanto, al no recabar el auxilio de Estados Unidos, el gobierno cubano, en su arrogancia, ha autoembargado, o mejor, ha autobloqueado la ayuda estadounidense a los cubanos. Irónicamente, Cubadebate anunciaba un nuevo llamado a eliminar el bloqueo estadounidense, en el que yuxtaponía los retratos de Biden y Trump para implicar una equivalencia; o peor, en otro gesto para definir al vecino como absolutamente malvado. 

Desinformación y manipulación que se construye a los niveles más altos.

La insistencia de muchos cubanos en las propias páginas oficiales, como Cubadebate, ha puesto al Estado contra las cuerdas. Por eso, en las últimas horas se han multiplicado las afirmaciones de que no se ha rechazado la ayuda de Estados Unidos, al mismo tiempo que se le ha restado seriedad y se ha puesto en duda su deseo genuino de auxiliar a Cuba.[4]

El hecho de estas malas intenciones para presentar a Estados Unidos como un imperio determinado a destruir a Cuba, sacrificando a los cubanos en el camino, lo demuestra la caricatura que Juventud Rebelde publicara el 9 de agosto: la imagen estereotipada de un yanqui, con el oído pegado al fuego que destruye los tanqueros,  ayudado de un aparato de escucha, que sonríe malévolamente. ¿Acaso esta representación no está encaminada a alienar la ayuda estadounidense?

Otro ejemplo de la comercialización del odio hacia Estados Unidos lo publica el sitio gubernamental Razones de Cuba. La imagen que le sirve de cabecera presenta a la Estatua de la Libertad con el brazo alzado que sostiene la antorcha. Como telón de fondo, vemos el cielo ennegrecido por las nubes de humo que se elevan desde los tanques de petróleo. Se sugiere así, se insinúa, que el fuego de la antorcha y el que consume los tanques son continuos, cómplices. El montaje, intencional, no deja lugar a dudas acerca de cómo el artículo quiere que se lea la imagen. “Hace ya más de 72 horas que arden los depósitos de la Base de Supertanqueros de Matanzas,” observa el artículo y, después de mencionar la solidaridad de otras naciones, repite la misma desinformación, concluyendo otra vez con la mentira de que la ayuda estadounidense “no depende de Cuba”.[5]  



“Otro ejemplo de la comercialización del odio hacia Estados Unidos lo publica el sitio gubernamental Razones de Cuba. La imagen que le sirve de cabecera presenta a la Estatua de la Libertad con el brazo alzado que sostiene la antorcha. Como telón de fondo, vemos el cielo ennegrecido por las nubes de humo que se elevan desde los tanques de petróleo. Se sugiere así, se insinúa, que el fuego de la antorcha y el que consume los tanques son continuos, cómplices”.


No obstante, Estados Unidos no debió jugar con las cartas de Díaz-Canel. Estados Unidos debió poner por encima de las consideraciones políticas la diferencia que, sin duda, su ayuda técnica y humanitaria hubiera hecho; sin demeritar, desde luego, la extraordinaria y valiosa ayuda que Venezuela y México han venido prestando. Una vez más, y en condiciones que no podían ser más trágicas, los cubanos resultan ser los peones de las jugarretas políticas entre Washington y La Habana. 

Díaz-Canel no quiere deberle nada a Estados Unidos, aun por encima de las vidas de los cubanos. Esa es la razón por la que los medios oficiales no hablan del asunto. Ni se aclara que Estados Unidos espera la misma solicitud de ayuda que se les hiciera a otros países. Al contrario, Díaz-Canel afirmó hipócritamente que los países amigos no esperan los pedidos de ayuda, sino la envían. Sin embargo, él mismo se contradijo al revelar que había pedido ayuda a “países amigos” con experiencia petrolera. Quedaba más que evidente que el asunto es politizar la tragedia al máximo para enraizar en los cubanos que Estados Unidos es el mal absoluto, el enemigo total.

Díaz-Canel no quiere deberle nada a Estados Unidos, aun por encima de las vidas de los cubanos.

Por eso, lo siguiente, resulta de vital importancia. Pero antes, se imponen varias aclaraciones. Jamás había publicado antes en un artículo ninguna información de oídas. Por lo mismo, puedo asegurar que confío absolutamente en la fuente de la información que viene de La Habana, de alguien que trabaja en uno de los canales de televisión allá. En el ámbito de la información es archisabido que ningún periodista revela sus fuentes, máxime cuando, como el caso de Cuba, la persona puede ser blanco seguro de represión. Por último, esta información calza perfectamente con el análisis que hemos hecho hasta aquí. El lector queda en libertad de aceptarlo o no. Por nuestra parte, nuestra gratitud a ese cubano que, desde algún punto de la Isla, ha querido que se sepa la verdad. 

Un periodista-locutor vio la noticia de la ayuda estadounidense en Twitter y no dudó en dar la noticia por TV. A causa de ello, el caos llegó enseguida y fue sustituido de inmediato por otro locutor. Pero la “bola” ya estaba fuera. El Gobierno decidió entonces cambiar el discurso y decir que Estado Unidos solo ofreció ayuda técnica. No es extraño, pues, que la nación norteña haya declarado que su ofrecimiento es amplio y que esperan por la autorización cubana para entrar. Al parecer, Estados Unidos no está interesado en una discusión abierta con Cuba, ya que no han hecho declaraciones de cómo todo esto está afectando ahora mismo el ecosistema de la Florida.  


¿El valor de una tragedia?: Priceless!

A Winston Churchill se le atribuye la frase “never let a good crisis go to waste” (“no permitas que se desperdicie una buena crisis”).

La tragedia, primariamente matancera, es también una tragedia para todo el país. Una vez más la solidaridad de los cubanos, los esfuerzos y sacrificios de los bomberos, los rescatistas, el personal de la salud, los voluntarios, unidos a la inapreciable ayuda de México y Venezuela hicieron frente a la catástrofe. 

Los daños son ahora tan difíciles de calcular como de anticipar. A las pérdidas humanas, a los heridos, a las familias deshechas por el dolor, se sumarán los daños ecológicos, afectaciones a la salud de muchos de los que se vieron expuestos a las sustancias tóxicas. La economía, ya maltrecha, entra ahora en una situación de mayor gravedad todavía. 

Y en este escenario desolador, a mi juicio, hay que poner atención a cómo los medios están enfocando la tragedia. Ya de por sí el Estado está cosechando sus dividendos políticos con relación a Estados Unidos; reflejo de los dividendos internos que ya se observan en los voceros oficiales del régimen.

El Estado cubano es una suerte de iglesia, una fe, que exige creer, sacrificarse y ser humilde; incluso hasta predica la pobreza.

Por ejemplo, el domingo 7 de agosto, Juventud Rebelde publicó un artículo de José Alejandro Rodríguez. Dejando a un lado la sensiblería barata de la peor pacotilla del autor, nótese la retórica que asegura el oficialismo para no desperdiciar la tragedia: “Un extraño milagro une a los cubanos en cada tragedia, con una fuerza centrípeta de ínsula-imán. Se olvidan las penurias cotidianas, desgastes y carencias. Y se impone una fuerza telúrica para exorcizar calamidades y desplomes, al son de un Faílde danzón, o los cueros de los Muñequitos de Matanzas”.



“Una caricatura de ‘DDT’ en ‘Juventud Rebelde’ muestra al imperio con el oído pegado al fuego, usando incluso un aparato para escuchar mejor, mientras sonríe complacido. La caricatura, entonces, presenta a los Estados Unidos no solo indiferente, sino feliz de ver la tragedia cebándose sobre Matanzas y sobre Cuba”.


El sadismo de este artículo se manifiesta, primero, en la implícita idea de que las tragedias de los cubanos producen milagros. Esto arroja luz sobre la para nada inexplicable revelación de que el Estado cubano es una suerte de iglesia, una fe, que exige creer, sacrificarse y ser humilde; incluso hasta predica la pobreza. 

Por eso, justo cuando empiezan a aumentar los apagones como consecuencia de lo ocurrido en Matanzas al reducirse las reservas de combustible, este señor aspira a que los cubanos se olviden de sus “penurias cotidianas, desgastes y carencias”. Si él cree que alguien puede realmente olvidarse de sus miserias es porque él mismo no las sufre y no le importa que las sufran los cubanos. 

Como he venido diciendo, para Díaz-Canel, Cuba y los cubanos son cosas muy diferentes unas de otras. ¿Por qué? Porque como muy bien lo deja entrever Rodríguez, el objetivo último no es mejorar las condiciones de vida de los cubanos sino “exorcizar calamidades y desplomes”. 

Pero, ¿qué calamidad y qué desplome? ¡El del Poder! Se trata de preservar ese poder por encima de cualquier cosa y la tragedia de Matanzas no es nada tranquilizadora en este sentido. Por eso hay que empezar a manipularla ya: no puede ser desperdiciada. No piensen en el hambre, ni en los apagones. ¡Bailen con los Muñequitos de Matanzas! Por eso Díaz-Canel comenzó también a apelar a la “unidad” de los cubanos, a la importancia de “seguir reforzando la unidad” que es, según él, “uno de los valores de nuestra sociedad”. Hay que negarle espacio al disenso al que temen, ahora más que nunca. Estar “unidos”, (re)forzar la “unidad”, significa callarse la boca y aplaudir. Es otra manera de no permitir que se desperdicie la tragedia.[6]

Este periodista —y por extensión los medios oficiales—, absolutamente incapaz para percibir su propio odio y desprecio por los cubanos, truena, no obstante, contra los “odiadores”: “Las blasfemias y perversidades que en las redes sociales tejen los odiadores sempiternos, como hilos de araña, esta vez también arriman a su sartén oportunista las llamas de los tanques de petróleo en Matanzas. Siempre ilusos avistan el final de esta aventura humana controversial llamada Cubaante cualquier grito o desencaje de la gente, o frente a los excesos de la propia naturaleza”.

No pueden exorcizar el fantasma del 11 de julio.

¿Lo ven? No pueden exorcizar el fantasma del 11 de julio (“grito o desencaje de la gente”) y culpa de esto a los “odiadores sempiternos” de las redes sociales. Como si esas redes sociales fueran algo externo a la nación. Lo significativo, sin embargo, es la vaguedad. Nada concreto. Por eso mismo, entre esos “odiadores”, tienen que estar no solo aquellos —siempre los hay— que han creado y divulgado absurdas teorías de conspiración en torno a lo ocurrido, sino también los cubanos que en Cubadebate y en Granma han afirmado que hubo negligencias del sistema que se sumaron a la naturaleza. Pero ya sabemos que esto lo confirmó nada menos que el primer secretario del Buró Político.

El artículo de Rodríguez es un botón de muestra de la insensibilidad del Estado y del periodismo cubano, tanto como de su machismo y su arrogancia. Así, contempla hechizado “[l]a avanzada de ese ejército salvador ante cada mordedura, […] testiculares rescatistas que arriesgan la suya por salvar otras vidas, […] misioneros bravíos de la salud…”. ¿Mordeduras? La naturaleza aparece aquí poco menos que como una proyección del imperio, del enemigo. ¡Y mejor no hablar de esos “testiculares rescatistas” sobre los que Rodríguez ha fijado obsesivamente la mirada![7]

Pero, después de tanto hablar de “odiadores”, resulta que las teorías conspirativas no solo se cocinan de este lado. En un artículo precisamente sobre los extremismos, Mario Valdés Navia reprodujo este tuit de la cuenta del ejército oriental que sugiere que la mano del imperio estuvo involucrada en la tragedia: “Detrás de cada incidente que sucede en nuestro País está la mano siniestra de los medios enemigos. Pero a Cuba se respeta”.




Buscan, casi todos, cosechar ganancias en la pelea por “the hearts and minds” de los jóvenes, llegando a extremos verdaderamente ridículos. Véase, por ejemplo, lo que expresa Arleen Rodríguez Derivet en un artículo en Juventud Rebelde: “Dijeron tantas veces que todos los jóvenes se van, que su compromiso no existe, que conmueve hasta las lágrimas cada rostro joven metido en la pelea por la suerte de Matanzas, que es la suerte de Cuba y estremece cada joven que lo cuenta mejor que como lo contamos otras veces. Nuestra juventud existe, es brava y es digna de la historia que hereda. Olviden las maldiciones. Los héroes las entierran”.[8]

Mas es Arleen la que quiere enterrar la verdad. Todos sabemos que los cubanos —principalmente los jóvenes— han estado abandonando el país por miles. También sabemos que los jóvenes fueron destacados protagonistas de las protestas del 11 y el 12 de julio. Desde entonces, el foco de la propaganda —y de la represión— se ha fijado obsesivamente en los jóvenes y en los barrios; mayormente en los pobres y los negros. 

El Estado necesita el bloqueo. Sin bloqueo, el régimen perdería su razón de ser, el poder para seguir imponiendo su voluntad.

Arleen sabe muy bien, o debería saberlo, que, en Cuba, como en cualquier parte del mundo, cuando ocurre una tragedia de colosal magnitud la gente suele poner a un lado sus problemas diarios. Eso no significa que esos problemas desaparecerán, mucho menos que serán olvidados. Más aún cuando el Estado sigue usando a los jóvenes y al pueblo a su conveniencia. Los mejores jóvenes son, en efecto, los sacrificados, los muertos. 

En otro artículo, igualmente en Juventud Rebelde, Yuniel Labacena Romero cita un comentario a uno de los reporteros: “Menores de 30 años eran todos los bomberos que estaban combatiendo el fuego; muy, muy jóvenes, los mayores eran los choferes u otro personal”. 

Hay que leer con cuidado. No nos dice que había muchos “muy, muy jóvenes,” sino que lo eran todos los que combatían el fuego, que ni siquiera eran bomberos. Esto no sale de ninguna fuente enemiga, sino de Juventud Rebelde. ¿Por qué esa juventud extrema se marca con un límite de 30 años? ¿Cuánto más jóvenes, mucho más jóvenes eran esos que fueron enviados a morir prácticamente sin preparación alguna? ¿Cómo explica Díaz-Canel que, dada la enorme cantidad de crudo almacenado en los tanques matanceros, la provincia no contara al parecer con un fuerte, profesional, bien entrenado destacamento de bomberos, preparado para eventualidades de este tipo?

El comentario de un lector de Cubadebate saca al aire la barbarie apenas disimulada por el periodista de Juventud Rebelde. Al mismo tiempo, es una ventana al sadismo, a esa admiración irracional por el mártir que falla en ver que, en lugar de sacrificarse, ha sido sacrificado. 

Lo que hace que esto sea tan perturbador es que —como se verá enseguida— el comentario machista celebra el sacrificio de “los niños”, al mismo tiempo que responsabiliza a la negligencia del sistema por lo ocurrido. Que esta persona se mueva simultáneamente en estos dos carriles sin ver la conexión de interdependencia que hay entre ellos es lo que más me perturba; mucho más cuando su usuario (remberto@inend.cu) sugiere que proviene de una institución gubernamental: 

los mexicanos y venezolanos asesoramiento tecnico nuestros bomberos los verdaderos heroes del pueblo de cuba sin tecnología sin medios de extinción apropiados jugándose la vida niños de servicio militar pero con unos C…….. que no los tienen otros que presumen de ello en este país los únicos en el mundo que tienen tecnología para apagar este fuego son los muchachos de Houston, la catástrofe vino por la negligencia el descontrol la falta de recursos asignados el sistema de pararrayos defectuoso en la mayor terminal de crudo del país eso es algo insólito a lo mejor con 250 000 usd se montaba un sistema de pararrayos modernos sin embargo solo en crudo y en daños materiales las pérdidas serán de decenas de millones de usd y no cuento las pérdidas humanas esas son irremplazables.

La alusión a “los muchachos de Houston” —y este no es el único cubano que los mencionan en sus comentarios— iluminan la desidia del Estado cubano al rechazar la ayuda estadounidense. Por eso el Estado necesita el bloqueo. Sin bloqueo, el régimen perdería su razón de ser, el poder para seguir imponiendo su voluntad. Sin el bloqueo, desaparecería el enemigo total, la amenaza perenne; la única “excusa” de que se ha valido para exigir la unidad y, en nombre de ella, el silencio y la creencia. 


© Imagen de portada: tomada por el autor del sitio web ‘Razones de Cuba’ a propósito de este artículo.




Notas:
[1] El uso de itálicas para denotar énfasis es mío, a menos que se indique lo contrario. 
[2] He decidido respetar la ortografía de los comentarios originales.
[3] Con especulaciones se refiere a la denuncia en Facebook del periodista Randy Alonso Falcón sobre “el uso desvergonzado y macabro de perfiles falsos atribuyendo a Cubadebate noticias falsas en un momento de tanto dolor para Cuba”. Esto se relaciona con un post divulgado desde un perfil apócrifo, con el mismo nombre del reconocido medio de prensa, en el que se aseguraba que el gobierno cubano rechazaba una supuesta ayuda de barcos contra incendios propuesta por el gobierno de Estados Unidos. Con el propósito evidente de generar malestar, el texto no podía estar más alejado de la verdad, teniendo en cuenta que la administración estadounidense “apenas ha ofrecido asesoría técnica, que Cuba aceptó y agradeció”. 
Esto no es más que un ejemplo de cómo el gobierno cubano construye sus propias fake news mientras denuncia las ajenas. Y es que ocultar la verdad de que Estados Unidos esperaba por una petición oficial de ayuda, tal como se le hizo a otros países, crea la falsa impresión de que, otra vez, es absolutamente incapaz de nada que no sea causarle daño a Cuba (Luz Conde y Ronald Suárez: “Etiqueta #FuerzaMatanzas alcanzó a millones de usuarios en Twitter”, en Granma, 9 de agosto de 2022, p. 2).
[4] Granma: “Incendio en Matanzas: Hay comunicación frecuente entre gobiernos de Cuba y Estados Unidos”, 9 de agosto de 2022; “El Gobierno cubano no ha rechazado ninguna ayuda”, 10 de agosto de 2022.
[5] Razones de Cuba: “¿Cuál ha sido hasta ahora la ayuda de Estados Unidos en el incendio de Matanzas?”, 9 de agosto de 2022.
[6] Ventura de Jesús: “La capacidad de victoria ante la adversidad”, en Granma, 9 de agosto de 2022, p. 2.
[7] José Alejandro Rodríguez: “Los otros fuegos”, en Juventud Rebelde, 7 de agosto de 2022, p. 6.
[8] Arleen Rodríguez Derivet: “La maldición y los héroes”, en Juventud Rebelde, 9 de agosto de 2022, p. 2.


el-11j-la-misma-guerra-de-razas-francisco-moran

El 11J: la misma guerra de razas

Francisco Morán

Hay que advertir que, tras las protestas del 11J, quedó claro muy pronto que la delincuencia, la marginalidad, la indecencia y el anexionismo, para el Estado,tenían una geografía: la de los barrios.