No al cambio fraude, sí a la liberación

Por una parte agradecemos que Su Santidad Benedicto XVI haya venido a Cuba a predicarle a nuestro pueblo la Palabra de Dios y a bendecirlo. Por otra parte las maniobras desleales del régimen para confiscar los encuentros del Papa con el pueblo, y la represión contra la oposición pacífica, han sido un escándalo del cual muchos cubanos son conscientes.

Consideramos que esta represión contra la oposición no ha sido ajena al desprecio, la exclusión y descalificación que los opositores, católicos o no, venimos sufriendo por parte de cierta élite dentro de la Iglesia. Esta élite a través de sus medios como las revistas Espacio Laical Palabra Nueva, y en muchos eventos, viene practicando durante años la descalificación de la oposición pacífica y promoviendo el apoyo a las supuestas líneas de cambio del Gobierno. Es en este ambiente en el que hoy en el Centro Padre Félix Varela, antiguo Seminario, «el empresario y político cubano, radicado en los Estados Unidos, señor Carlos Saladrigas», disertará sobre: Actitudes y políticas que hemos de asumir para lograr la inserción de los cubanos de la Diáspora en el quehacer social de la Isla.

El Movimiento Cristiano Liberación denuncia que esa misma élite que mencionamos insiste públicamente en que en Cuba no existen movimientos y partidos independientes. Nunca hemos procurado espacio político dentro de la Iglesia, sino los derechos para todos los cubanos en la sociedad. Eso todos lo saben. Pero ya es penosamente notorio que el espacio que la Iglesia pudiera ofrecer a todos para el diálogo entre cubanos, católicos o no, con respeto a la pluralidad y abierto a la participación, ha sido confis- cado, al menos en La Habana, por esta élite que con apoyo de la jerarquía se comporta como el partido político de la Iglesia, que ni es un partido ni debe tener partidos.

Este pequeño grupo que se apropia del espacio de todos los laicos en los temas políticos y sociales, no solo excluye a otros, sino que niega la realidad de nuestra lucha por la libertad y nuestro derecho a existir. Coincide con el Partido Comunista en su pretensión de ser partido único, pero en la iglesia, y coincide en la exclusión y la descalificación de los que no se someten.

No solamente se da la coincidencia de esta élite con los métodos excluyentes e impositivos del Partido Comunista, sino que en gran medida ha coincidido en la promoción de la línea que atribuye a la oligarquía el papel protagónico en los supuestos cambios y pide el voto de confianza para el gobierno de Raúl Castro.

Nuestro Movimiento denuncia el intento del régimen de imponer un cambio fraude, es decir, cambios sin derechos y la inserción de muchos intereses en este cambio que escamotea la democracia y la soberanía al pueblo de Cuba. El intento por vincular a la Diáspora en este cambio fraude es hacer a la víctima partícipe de su propia opresión. La Diáspora no tiene por qué «asumir actitudes y políticas para insertarse en el quehacer social de la isla». La Diáspora es Diáspora porque son cubanos desterrados a los que el régimen les niega los derechos como se los niega a todos los cubanos. No es en ese marco de opresión, sin derechos ni transparencia, en el que tiene que insertarse la Diáspora, eso sería ser parte del cambio fraude.

La gradualidad solo tiene sentido si hay perspectivas transparentes de libertad y derechos. Los cubanos tenemos derecho a los derechos. ¿Por qué no los derechos? Ya es hora. Ese es el cambio pacífico que impulsamos y reclamamos. Cambios que signifiquen libertad, reconciliación, pluralismo político y elecciones libres. Entonces la Diáspora dejará de ser Diáspora, porque tendrán todos los cubanos derechos en su propio país libre y soberano. Por eso luchamos.


Oswaldo José Payá Sardiñas
A nombre del Movimiento Cristiano Liberación
La Habana, 30 de marzo de 2012


© Imagen de portada: Papa Benedicto XVI.


* Este texto forma parte del libro La noche no será eterna (Hypermedia, 2018) de Oswaldo Payá.




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Nuestra propia historia

Oswaldo Payá

La realidad es que en Cuba se ha mantenido un orden de no derecho que ha instalado una cultura del miedo y que, al mismo tiempo, ha jugado con las circunstancias internacionales a su favor y en contra de la libertad de los cubanos.