Desde el mes de abril, las denuncias por acoso sexual contra Reynaldo Ángel Echemendía Estrada, quien fungía como director del Ballet Folklórico de Camagüey, sacaron a la luz un tema recurrente. Excepto casos en los que las evidencias han resultado incuestionables y las acusaciones han trascendido a la esfera pública por tratarse de funcionarios o personalidades de renombre, este tipo de conducta queda silenciada por las propias víctimas o por las instituciones y organismos que evaden su cuota de responsabilidad en los hechos.
Fragmento de la acusación inicial en redes sociales. Fuente: muro de Facebook del usuario La Tijera (2025).
En el caso de Echemendía, como antes ocurrió con el director del Conservatorio Amadeo Roldán y los músicos José Luis Cortés y Fernando Bécquer, lejos de la lógica preocupación institucional, han sido medios independientes los que han dado a conocer estas situaciones que involucran incluso a determinados colectivos. Así, por ejemplo, sucedió con la investigación de El Estornudo, que reveló un esquema consolidado de abuso de género en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV).
Respecto al historial abusivo de Fernando Bécquer, puso sobre el tapete convenciones sociales establecidas en torno a los círculos culturales cubanos; tal como ocurrió con la información concerniente a la dinámica cotidiana de la EICTV. No es de extrañar que los ministerios de Educación, de Cultura, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la Asociación Hermanos Saíz (AHS), entre otras, se desentiendan de esta realidad o impongan risibles penalizaciones que, más que condenar, refuerzan esos comportamientos mediante la estandarización de la impunidad.
La Escuela de Cine y otros de los distintos niveles de enseñanza y las diversas tipologías académicas se vuelven sitios donde se acepta el acoso y el abuso provenientes de funcionarios y profesionales de renombre. Si bien son personas reconocidas socialmente por sus méritos laborales, tienen historiales de infracciones conocidos y hasta justificados según el ascendente público del comisor.
Los establecimientos de la enseñanza artística, muchas veces bajo régimen interno o seminterno para albergar a menores o artistas muy jóvenes en formación, son entornos muy proclives al acoso y al abuso. En ellos, el escenario de desprotección se agudiza, ya sea por lo distante de las escuelas o por las etapas de giras en las que niñas, niños, adolescentes y jóvenes están totalmente a expensas de sus depredadores.
La recurrencia de los patrones de abuso es la mejor prueba de la normalización de la conducta de los victimarios, conocedores del beneficio de la impunidad. A ello se suma el poco conocimiento del concepto e implicaciones de la violencia de género: cómo se manifiesta y, sobre todo, cómo enfrentarla, pues desde el punto de vista estatal el tratamiento y las acciones para contrarrestarla apenas pueden ser citados, salvo casos que se tornan muy públicos. Casi no existen pronunciamientos institucionales, verificándose, además, una metodología de encubrimiento consistente en reubicar a los perpetradores en otro puesto laboral.
Vale significar que Cuba sigue siendo el único país del hemisferio occidental que no cuenta con una ley integral contra la violencia de género. Aunque en 2021 el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia Integral de Prevención y Atención a la Violencia de Género y en el Escenario Familiar 2021-2030, el Estado cubano ha soslayado el reclamo de las activistas feministas, precisamente por provenir de la movilización ciudadana y no de sus instituciones oficiales.
Infografía de campaña. Fuente: muro de Facebook de Alas Tensas (2024).
La principal autoridad del Folkórico de Camagüey
A raíz de la divulgación de algunos de los hechos, Echemendía enfrenta múltiples acusaciones por acoso sexual y violación presentadas por familiares de estudiantes, exbailarines y trabajadores de la compañía que dirigió por décadas. No obstante, solo después de una amenaza de protesta pública por parte de la principal denunciante, las autoridades lo retiraron del cargo directivo y de la dirección artística del San Juan Camagüeyano, ícono de las tradiciones culturales de la provincia.
Noticia de la destitución de Reinaldo Echemendía. Fuente: muro de Facebook CubaNoticias360 (2025).
Ha transcurrido el tiempo suficiente para calmar los ánimos de la comunidad virtual, fundamentalmente en la red social Facebook. No obstante, pese a estar bajo fianza, en la práctica se ha mantenido ocupando responsabilidades inherentes a su posición anterior y con el mismo nivel de influencia.
La denuncia inicial partió de la madre de una estudiante de la Escuela de Arte Luis Casas Romero, víctima de acoso durante sus prácticas. En este caso, aun contemplando “los canales correspondientes”, las autoridades minimizaron el incidente, trasladando a la joven a otra compañía danzaria mientras Echemendía solo recibió una amonestación privada. Posteriormente, salieron a la palestra acusaciones de exempleados (mujeres y hombres) de la agrupación folklórica que describen cómo tuvieron que abandonar sus puestos para huir del hostigamiento.
Una vez más, la permisividad estatal y la impunidad del funcionariado cultural del país dejan descubierto al estudiantado y trabajadores del sector, enraizando una subcultura del abuso sexual que resulta identificador de ese ámbito profesional.
Reinaldo Echemendía es “Hijo Ilustre de la ciudad de Camagüey”, miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la provincia, miembro de Honor de la filial camagüeyana de la Asociación Hermanos Saíz y, hasta el momento, ningún medio oficial o entidad artística ha comunicado oficialmente su destitución. Cada día asiste a la sede del Folklórico camagüeyano como si no hubiese pasado nada.
Reinaldo Echemendía presidiendo el panel por la celebración del Aniversario 34 del Ballet Folklórico de Camagüey. Fuente: muro de Facebook del Consejo Provincial de las Artes Escénicas Camagüey (2025).
Este caso, el de un funcionario acusado de violación y acoso, pero liberado bajo fianza y solo removido —nominalmente— de su cargo tras presión pública, ilustra los desafíos señalados por la ONU como: falta de protocolos claros, lentitud judicial y exposición de víctimas a riesgo. Un patrón recurrente en Cuba donde las denuncias dependen de la visibilidad pública para avanzar, pues sin la compulsa mediática las instituciones culturales y gubernativas de la provincia habrían hecho el acostumbrado silencio.
Al momento del escarnio público, el exdirector del Ballet Folklórico ofreció a las víctimas que hasta el momento han declarado incentivos económicos para que retiraran las denuncias. Esta situación plantea serias preocupaciones sobre la presión y la manipulación que enfrentan quienes han tenido el valor de hablar.
El equipo de trabajo del ODC ha sido informado de que se ha entrevistado a testigos en espacios compartidos con el infractor, quien ha podido escuchar los testimonios y, por ende, mantenerse al tanto de la identidad de quienes declaran. Destacamos la gravedad de este particular teniendo en cuenta el precedente de múltiples episodios de coacción, chantaje e intento de soborno por parte del presunto comisor del delito.
Las sombras detrás del espectáculo
Reinaldo Echemendía no es solo “El Maestro” fundador del Ballet Folklórico de Camagüey, sino también el resultado de una maquinaria de poder que protege a sus figuras mientras estas sirven a la narrativa oficial.
De tal proceder, su influencia lo colocó en un pedestal donde el arte justifica todo. Echemendía no es una excepción, es el reflejo de un mecanismo perverso que impone la violencia machista como patrón conductual.
En un informe realizado por el Observatorio de Libertad Académica, en colaboración con el Observatorio de Derechos Culturales, 4Métrica , Civil Rights Defenders , el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (Instar) y El Estornudo, para la 89ª Sesión de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), quedó recogido que:
los entornos educativos cubanos destinados a cualquier tipología y nivel de enseñanza, son en extremo inseguros respecto a incidentes de acoso y violencia contra las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres estudiantes y profesoras. Es notable la complicidad de las autoridades bajo cuya administración están estos establecimientos, fundamentalmente del MINED y el MINCULT, instituciones rectoras de la política educativa y cultural del país, cuyo encargo social consiste en garantizar los derechos a la educación y a la cultura.
Reinaldo Echemendía portando el Sello 48 Aniversario otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura. Fuente: muro de Facebook del Consejo Provincial de las Artes Escénicas Camagüey (2025).
Reinaldo Echemendía continúa gozando de los privilegios otorgados a un ícono del establishment cultural cubano, mientras sus víctimas no solo enfrentan el trauma del abuso, sino también la revictimización de una estructura jurídica cuya metodología prolonga el ciclo de vejámenes debido a la ausencia de protocolos independientes y de mecanismos auditables por la sociedad civil.














