Virgen de la Caridad, te ruego por Vito

Es la víspera de la Caridad del Cobre y anochezco con la noticia del cáncer de Vito.

Ella sabe que no le tengo devoción, nunca se la he tenido. Y por eso lo hace, obligándome a que le suplique. 

Ella gana. He encendido una vela, la última que me quedaba, y le he pedido, con más o menos fe; pero se lo he pedido: «Caridad, no dejes que nada malo le pase a Vito. Resguárdalo, ayúdalo, sálvalo. Él, también, es tu hijo».

Cualquiera pensaría que somos mejores amigos o, al menos, buenos socios. Nada que ver. Simplemente lo conozco, hemos coincidido, por ahí. 

Tonytoon fue quien nos presentó. Yo lo había recomendado para un trabajo en la EICTV; él, a su vez, lo había llevado; y, así, terminamos los tres juntos en una oficina.

Cualquier pensaría, como pensaba yo, que el creador de Yesapin y Dany y el Club de los berracos tendría que ser un tipo que hablara hasta por los codos. Sobre todo siendo tan amigo de Tony, que padece de una severa incontinencia verbal. Pero no. Es un tipo serio, introvertido, casi tímido. «¿Tony, acere, de verdad que es ese. Si este hombre ni abre la boca?», recuerdo que le decía aquella primera vez. «Sí, mija, él es así. Ya te lo he dicho».

Y yo, que no suelo ser para nada sociable, de repente quería romper el hielo y pasar todo el día hablando con él. Tendría que esperar hasta la hora del almuerzo para que la lengua se soltara un poco. Eso me dio tiempo para ponerlo bajo el microscopio. Yo venía siguiendo hacía rato las evoluciones de Dany y sus amigos. Así que nada, trataba, ingenuamente, de reconocerlo en alguno de sus personajes. Al principio, lo miraba con disimulo; un poco más tarde, a la cara. Supongo que él sabía que la curiosidad me estaba matando. En algún momento, me hizo un guiño. Fue entonces que me di cuenta de que había estado sonriendo con los ojos, todo ese tiempo, detrás de sus espejuelos. Y en ese guiño-sonrisa los reconocí a todos.

«Coño, no puede ser. Pero si me lo encontré en la calle por la noche el día que estaba pagando el seguro del carro». Es difícil salir de la fase de la negación. «Es verdad que lo vi un poco raro, como más flaco de lo que era. Pero qué me iba a imaginar En Cuba la gente nunca pesa lo mismo».  Es el paso a la aceptación. «Debí haber hablado más con él esa noche. Es cierto que íbamos apurados. Pero debí haberme detenido, haberme fijado en que algo estaba diferente». Y ahí llega la culpa; esa que por mucho que uno la bote, siempre encuentra la manera de quedarse.

«¿Caridad, mija, que tú crees que es esto: un realengo 18? Mira como estás llevando este año a tu pueblo. A esos, a los que renegaron y te negaron en público, mucha salud, paz y armonía?; y a los que siguieron poniéndote velas y flores, y llevándote como resguardo, hambre, miseria y explotación?». Y la vela sigue ardiendo, sola, contra el espejo; ni siquiera tengo una estampilla suya.

Los santos y vírgenes, que ya incursionan en lo virtual, reaccionan. Han creado una petición para ayudarlo a conseguir una visa humanitaria y que se trate en USA. Aquí, ya lo han desahuciado, como aquel que dice. No me doy cuenta que la página está bloqueada. «MPE, ahora esto no abre. Ah, es que tengo desconectado el VPN». Y allá me lanzo, a firmar, a compartir, a enviar en donde pueda y a quien pueda, esta cruzada. Algunos firman, comparten. Otros, solo le dan «me gusta» en mi muro. Eso me enerva. Les reclamo, regaño, sin paciencia. Yo no hago nada con sus likes; Vito, mucho menos. Es el primero en reaccionar, y le da «me importa». Me conoce lo suficiente como para saber que estoy haciendo mi máximo esfuerzo por no utilizar otras palabras, más fuertes. Lo imagino sonriendo, con los ojos, detrás de sus espejuelos. Supongo que sabe que el dolor me está matando.

Solo tengo 196 amigos en Facebook. A cada uno de ellos los conozco, con todos he hablado. Ninguno ha sido ajeno a partes de mi vida. Son familia, amigos, compañeros de estudio, de trabajo, de juergas, alumnos. Reviso sus muros, buscando ver la petición compartida. Pocos, tan pocos, lo han hecho. Voy más allá y miro en los muros de los amigos de mis amigos. La misma historia. Hasta ahora, solo dos medios digitales han cubierto la noticia: CiberCuba y 14ymedio.

No puedo evitar comparar este caso con lo viral que se volvió el pedido de liberación de LMOA. Para él sí firmó malanga y su puesto de vianda. Todos los medios y editoriales independientes cubrieron la noticia, por varios días seguidos. Y no puedo evitar preguntarme dónde radica la diferencia. Acaso una causa era más justa que la otra? No, tan solo a unos les es más negocio la visibilidad política de LMOA que la crítica sutil de Vito. Acaso uno es más artista que el otro? No, tan solo unos creen que Vito no hace arte. Acaso uno es menos popular que el otro? No, Vito ha llegado a toda Cuba. De hecho, estoy segura que si hicieran una encuesta y preguntaran por la obra de ambos, serían muchos más los que han visto los muñequitos de uno que los performances del otro. Sin embargo, son muchos menos los que han firmado por él. No sé, a lo mejor, si lo esgrimieran como política, en vez de hacer animados, las cosas serían diferentes. 

Pero, definitivamente, si ese fuera el caso, Caridad, solo me quedaría por decirte: «Y esa pinga?». Y lo dejaría a tu conciencia.




Víctor Alfonso Cedeño (Vito), creador de los populares personajes de Dany (El Club de los Berracos) y Yesapín, desde hace unos dos años tiene un condrosarcoma, rara enfermedad que sólo afecta al 1% de los pacientes con cáncer. Necesita una Visa Humanitaria para EE.UU y una institución médica que lo acoja.

Fuente: ADN Cuba