Yosvany Rosell García trabajó la herrería por años. Condujo el metal por maquinarias que lo moldeaban, fundió al calor de un soplete, laminó y remachó hasta que la forma en su mente se tradujo en la forma del metal. Es un hombre sencillo, cuya felicidad son sus tres hijos y su esposa, Mailin Sánchez.
Después de una semana de trabajo, con el grito del metal y el martillo aún en los oídos, el domingo 11 de julio de 2021 Yosvany oyó los gritos de manifestantes en su barrio de Holguín. Salió a las calles y se unió a las muchas voces que clamaban “¡Libertad!”, en las más grandes protestas que Cuba socialista haya visto en décadas.
Como cientos, Yosvany vio las tonfas y las armas de la Policía Nacional Revolucionaria contra el pueblo, y fue arrestado. Semanas después, la voz de fierro de los jueces castristas lo condenó a 30 años de prisión por “desórdenes públicos y desacato”, pena luego reducida a la mitad tras una apelación.
Detrás de los barrotes de la prisión El Yayal, Yosvany vivió aislamiento, malos tratos y falta de atención médica. La sucesión de injusticias lo empujó, como forma de protesta, a declararse en huelga de hambre a finales de octubre de este año 2025. Este lunes 1 de diciembre cumplió 40 días.
Informes sobre la huelga de hambre de militantes nacionalistas irlandeses en 1981, indican que diez individuos murieron después de períodos de entre 46 y 73 días sin comida.
En la soledad y a cargo de sus hijos, Mailin apela a Dios. “Seguimos en cadena de oración para este padre. Cada segundo es crucial para salvar su vida”, escribió en una publicación del día 29 de noviembre. Teme que la voluntad de acero de su esposo lo lleve a la muerte. “Dios todopoderoso en tus manos estamos, en ti confiamos”, ha dicho.
En 2022, como esposa y madre, se manifestó en contra de políticas del castrismo como el “Código de las familias”. El castrismo es la principal causa histórica de tanta división familiar y separaciones involuntarias, debido al exilio y al encarcelamiento de disidentes.
A más de un mes sin alimentos, los médicos confirmaron que Yosvany padece un fallo renal agudo. No pocos cristianos cubanos respondieron al llamado de Mailin a orar.
El opositor y evangélico Alberto Turís Betancourt publicó un llamado a la conciencia de los cubanos: “si a Yosvany le pasa algo, esa sangre caerá sobre todos aquellos que pudieron alzar la voz y no lo hicieron, sobre quienes miraron hacia otro lado, sobre quienes se acostumbraron al sufrimiento ajeno”.
El socialismo cubano ha dejado morir a presos políticos sistemáticamente. Casos históricos, como los de Roberto López Chávez, fallecido en 1966 tras 70 días de huelga de hambre, en protesta por las condiciones carcelarias y los malos tratos, se unen a ejemplos recientes como el de Yosvany Arostegui Armenteros, conocido por usar un pulóver con el mensaje: “Cristo Sí, Castro No”.
A la cadena de oración por Yosvany se han unido familiares de otros presos políticos, como Marta Perdomo, realizadores audiovisuales como David Espinosa, protectores de animales como Michi García, periodistas como Yaiset Rodríguez Fernández, como parte de una inspiradora avalancha de mensajes de solidaridad.
La crueldad de La Habana, eso sí, se ha mantenido intacta. Mailin contó para este artículo que Yosvany permanece incomunicado en una sala de terapia del hospital Lucía Iñiguez Landín, en Holguín, institución que ha hecho mutis sobre el caso; y que Yosvany pasa sus días con el frío metal de las esposas en sus pies y encadenado a la cama.
En un momento tan crítico, la violación a la libertad religiosa también está a la orden del día. “Pedimos asistencia religiosa a un pastor de la Iglesia Metodista en Holguín”, me confirmó Mailin. “Él se ha dirigido dos veces al hospital donde está mi esposo y las autoridades no lo han dejado pasar. Dicen que tiene que esperar a que le acepten la visita; estamos a la espera de la confirmación”.
El tiempo es otro enemigo de Mailin. Cada mañana postea un parte médico en sus redes. El de las 8 de la mañana del lunes 1º de diciembre no es halagüeño. La vida de su esposo está cada vez más en riesgo,contó Mailin, “se encuentra con la presión baja, debido a su debilidad; bebiendo poca agua y orinando poco, el médico dice que es grave”. Puede estar a punto de caer en un paro.
Ella y miles de cubanos se acantonan en el último recurso para los desesperados: la misericordia de lo alto frente al despotismo terrenal. La certeza de lo que se espera, contra un panorama desolador. Silencio para orar, voz para denunciar. La espera de un milagro.











