No se defiende una idea, ni una Revolución que presume de su vigor y su estabilidad, con acosos, insultos, agentes que hostigan a mujeres, prisiones domiciliarias forzadas, calumnias. Ojalá las palabras se abran paso sin carros de la policía, ni detenciones, ni secuestros de teléfonos móviles, ni amenazas, ni violencia física.
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El sexo, el cine y yo
La historia de mi placer, de mis espasmódicas poluciones, de los cuerpos con que me mezclé, de los sentimientos embrollados e inextricables que se originaron allí, resulta irrelevante, a diferencia de ese espacio conjuntivo que se crea cuando esa irrelevancia dialoga con el imaginario cultural del sexo, el deseo, el placer y sus metáforas.
Monstrificación 4.0 en La Habana
En La Habana sobreviven los actos de repudio y se asiste a una resurrección de los poderes de la muerte civil. No hay desintegración en el polvo de las tumbas, ni huesos desperdigados, ni trozos de piel pegados a los ataúdes. Las formas de la muerte son ahora muchas, demasiadas, y el lenguaje apenas alcanza.
La vuelta a la manzana
Ya se sabe: estatismo, encadenamiento, y un paisaje vigorosamente renovado para que todo siga, con Lampedusa, en lo mismo con lo mismo: recelos, discursos y más discursos, promesas, cálculos, maniobras. Una vecina exclama: “No sé adónde repinga vamos a parar”. La palabra “repinga” despliega un señorío inmediato.
Escribir en las paredes
¿Qué habría pintado Banksy en las paredes de la calzada más bien enorme de Jesús del Monte? ¿Se habría atenido a la pobreza de los refugiados? Porque es sencillo admitir que los refugiados son solo los que se marchan o se quedan fuera de la isla, cuando en verdad también lo son quienes permanecen en ella.
La urna, la muerte y el deseo
Hace ya doscientos años Keats dio a conocer un poema-credo, uno de esos textos que se vuelven hacia la tradición y le hablan: “Oda a una urna griega”. En tiempos de desidia y maldad, todavía es necesario aludir a ese enigma que excede al pensamiento: “Tú, forma silenciosa, te burlas de nosotros como hace la Eternidad”.
El Cristo de Jilma Madera, entre la bendición y la hecatombe
“No tuve hijos, pero parí un gigante de veinte metros”, me dijo un día Jilma Madera refiriéndose a su obra más trascendente: el Cristo de La Habana. Ortodoxos y heterodoxos alcanzan a imaginar, con mayor y menor intrepidez, que la figura está ahí, bendiciendo a la ciudad y la Isla.
Lecturas en modo hueso
Hacia una Nueva Normalidad desde una Segunda Cuarentena con Toque de Queda. Impresiona decirlo así. ¿Qué estilo debería uno adoptar? ¿El llano, el elevado, el elegante, el vigoroso? El futuro pertenece por entero al nasobuco. Estamos en modo hueso, en los bordes de la metáfora de una especie de monstruosidad zombi.
La pandemia y Aretino
Uno destapa los comentarios de Facebook y nota que aluden, como se dice, a lo mismo con lo mismo: microtribunas sobre sexualidad y osadía política, moral y sexualidad, sexualidad y racismo, violencia de género y sexo, patriotismo y sexualidad. Es triste, aunque también da un poco de risa.
Tarkovski y la pospandemia
“Dios todopoderoso, ahora sí se formó”, exclama mi vecina. Y horas después yo le digo que viene lo que viene y se junta con lo que ya vino y se asentó como un sarro petrificado: pequeñas, grandes y sucesivas hecatombes financieras, pactos invisibles, tejemanejes nauseabundos, oportunismos de una impavidez inconcebible.