No nos quedaban amigos en la megápolis. El único en quien se nos ocurría pensar era en Donald Trump, pero Donald Trump ya tampoco residía aquí. Nuestro hombre en el odio de la izquierda internacional se había mudado triunfalmente a Washington DC.
No nos quedaban amigos en la megápolis. El único en quien se nos ocurría pensar era en Donald Trump, pero Donald Trump ya tampoco residía aquí. Nuestro hombre en el odio de la izquierda internacional se había mudado triunfalmente a Washington DC.