Como soy graduado de Química, trato de indagar en la ficción-ciencia de esta nueva enfermedad. Trato de ver qué está pasando ahí “dentro”, donde hay ciertas armonías inarmónicas, secretillos, pozos, exclusas y hasta jardincillos de belleza e impiedad.
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Calcinado por la realidad
Últimamente me ha dado por sustituir parte del horario de trabajo vespertino por algunos capítulos de ‘The Walking Dead’. Debe ser que estoy calcinado por la realidad, mientras parece que el subconsciente, apocalíptico y tendencioso a la vez, está tomando el mando de las cosas.
Las series de Netflix son los folletines de nuestra era
El año nos cayó como un largo día con muy pocas pausas. En los primeros meses, los muros de la privacidad se desplomaron con el confinamiento. Fue un avance perverso de lo que pudiera ser una sociedad distópica. Recuerdo reuniones en Zoom de hasta ocho horas, con ese ojo colectivo directo a la cara.
Neurótica, puntillosa, rimosa
Lo que ha vuelto casi sin querer: el vacío de las calles, la tranquilidad en la caminata nocturna. Llegar a un estacionamiento vacío (aquí en el video hace unos meses estaba de cumpleaños). No echo de menos el Coral Gables sobrepoblado ni el gentío mal iluminado y con peor música de fondo.
Ningún día se parece al otro
Además de la poesía, que ha vuelto a ganar peso en lo que escribo, trabajo en esa novela que sigue siendo una indagación sobre lo que somos, qué hacemos por aquí y qué pasará cuando llegue la hora de cerrar esta historia. Ese momento que de alguna manera debe ser una consecuencia de lo que hemos vivido.
Montreal, la noche
Dispongo del trabajo más intelectual de Montreal. Así fue antes y después de la pandemia. Durante los meses se acumulan lecturas y autores, libros en papel o digitales pirateados: Zagajewski, Jelinek, Hrabal, Ponte, O’Connor, Kratochvil, Ferro Rojas, Abe, Cheever, Díaz de Villegas, Morejón Arnaiz…
Al tanto de mi peste a muerto
En medio de la pandemia, empecé a postear “aforismos” en Facebook. Me río de mí, de la vida, y le rindo homenaje a la autora de nuestros días: la Muerte. No sé si sea también una respuesta a los problemas de presión alta que estoy teniendo. Lo que sí puedo asegurar es que estoy escribiendo al tanto de mi peste a muerto.
La más ermitaña de las escritoras cubanas
Ahora que se divisan vacunas en lontananza, acaso una candileja al final del túnel, he regresado con energías renovadas a mi novela en proceso, cuasi lista desde los tiempos inmemoriales. Ya no me atrevo a anunciar que la daré por concluida en el transcurso del presente año. Ay, amiguitos, si solo dependiera de mi voluntad…
Días de recogimiento
En estos días de recogimiento sanitario me he limitado a escribir, cuando mi estado de ánimo me lo ha permitido, alguna que otra nota de lectura y unos cuantos borradores que podrían llegar a ser poemas. También, cotidianamente, invierto tiempo en actualizar con materiales de interés mi muro de Facebook.
Mis días no son exactamente de 24 horas
El año pasado logré terminar un nuevo libro donde se funden varios géneros literarios y donde también se articulan la reflexión filosófica, el arte y mi interés por la ciencia. Es una suerte de ciencia-ficción transgenérica, si se quiere. Se titula ’Cien gotas de lluvia’, y ojalá no tarde mucho en publicarse.