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Carlos Lechuga

Incertidumbre, sexo y reventa

Mi prima me dijo: “Ya lo que quiero es que acaben de decir que esto es capitalismo, pero que nos dejen hacer a todo el mundo. Que se dejen de descaro”. Aquello me dio gracia. Capitalismo. Socialismo. Palabras tan lejanas. ¿Cómo hay gente que todavía cree en esto? ¿Cómo hay gente con fuerza para teorizar sobre esta morronguita?

Homenaje a Reinaldo Arenas

La tribu y sus muertos

La actividad creativa y vital de Reinaldo Arenas en New York solo es comparable en la historia cubana con la de otro exiliado: José Martí, durante los quince años que residió en la ciudad insomne.

Beatriz Cortez

Beatriz Cortez: “Mis obras tratan sobre muchas otras voces”

Beatriz Cortez ha podido desarrollar una visión interdisciplinaria y transnacional que le permite pensar el concepto de nomadismo y así separarse de las narrativas nacionalistas. Le interesa lo que ella llama “estética del cinismo”: el fin del proyecto utópico y de las “narrativas heroicas”, y el consiguiente advenimiento del desencanto.

Fabián Suárez

Fabián Suárez, esta ciudad no es París

No he tenido una relación en un plano artístico con la institución. (…) Mis películas solo se han exhibido en la Muestra Joven; incluso Caballos, (…) tuvo un inicio tormentoso (…): Yo trabajaba con una persona que tenía vínculos con el ICAIC y llamaron a esa persona y le dijeron: “Bueno, o esta película o el ICAIC”.

Jorge Peré

Revolucionarios sin Revolución

Luis Manuel Otero Alcántara es un revolucionario. Tania Bruguera es una revolucionaria. Anamely Ramos es, toda ella, un pensamiento revolucionario. Katherine Bisquet es una revolucionaria. Julio César Llópiz-Casal es un revolucionario sin enmienda. Carlos Manuel Álvarez es un gran escritor y un revolucionario. Reynier Leyva Novo es un revolucionario de temer. Yunior García es un revolucionario. Julio Antonio Fernández Estrada es un revolucionario.

27N

Notas para un 27 de noviembre

Si, como observa Edward W. Said, es necesario “hablarle claro al poder”, el 27N habló claro, aunque esa voz se pierda entre los alaridos institucionales y el burocratismo etimológico de la razón de Estado. Quién sabe si despierte al eco de la historia que habita en las buenas conciencias, donde el miedo no tiene cabida.