Etiqueta: Hypermedia Stories

Karl Krispin

Karl Krispin

Con el escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) sucede que, dada su extraordinaria obra que lo hace ver como un escritor entre escritores, nadie quiere dejar de admirarlo; pero a la vez, cada quien desea con vocación de avaro reservarse su interpretación muy personal de su obra.

Yo devoré mujeres enteras - Randy Cabrera-Díaz

Randy Cabrera-Díaz

La primera mujer de mi vida tenía trece años y andaba con la zeta a retortero; hablaba con balumbaje, encadenando oraciones sibilantes mientras repetía frases del devocionario.

Fernando Fraguela

Fernando Fraguela

¿Qué haría mi abuelo hoy ante la prepotencia y el abuso policial tan frecuentes, ante los cubanos apresados, torturados o asesinados en estos 60 años? ¿Le parecería muy lejano? ¿Se sentiría tan impotente y desamparado… como yo? La rebeldía ha muerto, la mataron.

Pídeme que te cuente todo lo que siento - Ricardo Sarmiento

Ricardo Sarmiento

Fotos de hombres muy lindos. Hay un tal Alfredito que me encantó, y otros desconocidos que también me gustaron mucho. Probablemente seamos familia. Los hombres cubanos de 40 años hoy en día no son tan lindos como Alfredito. Parecen actores de Páginas del Diario de José Martí, los de las fotos.

Buenas noches, Señor Búho - Nguyen Peña Puig

Nguyen Peña Puig

Debes aprender a controlar la ira, eso me dice el Innombrable. Claro, él no tenía que lidiar con la flaca. Pero algo se logró, hasta ahora al menos. Aprendí que era preferible contar hasta diez, hasta quince, hasta treinta; terminar dándole un beso en la frente a la flaca, antes que incrustar contra la pared su preciosa cara de ausencia.

Milena V. Hidalgo Castro

Milena V. Hidalgo Castro

A las nueve de la noche ya estaban ebrios, sentados en el piso siguiendo los patrones circulares dibujados por mí, embarcados en un debate sobre su relación con Dios, a la espera de su turno para hablar.

Luis Delgado

Luis Delgado

En el cuarto de desahogo del patio al que llamábamos “la casita”, mi papá guardaba un arma para matar conejos: la mitad de un bate de béisbol de madera que yo había roto jugando. Recuerdo que los agarraba por las orejas y les daba un golpe seco entre los ojos. Con toda la masa. Un golpe de gladiador.

Manuel Pereira y Gabriel García Márquez

Manuel Pereira

24 horas más tarde aterricé en La Habana y le entregué ese texto clandestino (no anunciado) a Carlos Rafael Rodríguez. Poco después Crónica de una muerte anunciada fue publicada simultáneamente en Colombia, en España, en México y en Argentina. Obviamente el Gabo había obtenido el imprimátur de Fidel Castro, como compete a toda alta autoridad eclesiástica o ideológica. La Edad Media casi en estado puro.