‘Chismear’ en exceso —he aquí un oxímoron, nunca se ‘chismea’ de más—, ‘chismear’ hasta la mezquindad —he aquí una falacia: mezquinos son los ‘buenistas’, jamás los chismosos, esos “amantes de la verdad” según Gide— siempre resultaba el plato fuerte.
Etiqueta: La biblioteca de Jonathan Edax
Joyce o el olvido de Ítaca
Seis mecanógrafas renunciaron a pasar “en limpio” el manuscrito de Ulysses. Una de ellas le confesó a Sylvia Beach que se estaba quedando calva; otra, que su esposo había lanzado al fuego “esa cosa para depravados”. El ejemplar número 1000 y último de la primera edición, Joyce se lo dedicó a Nora: “En Ítaca, para Penélope”.
El espíritu Baudelaire
Yves Bonnefoy llamó al XIX el siglo de Baudelaire, ya que él fue el primero en liberar a las palabras “de la obligación de solo tener que significar”. En un Occidente que proclamaba muertes por doquier, sobre todo la de Dios, Baudelaire fue un adelantado que percibió “el verdadero lugar de su combate”.
Du côté de chez Proust
En À la recherche du temps perdu, un “Ya me duermo” o un “Buenos días” son literatura, sin que para ello tengamos que percibir el resonar del artefacto literario. Proust transforma las estructuras sintácticas sin hacer ruido, las tapiza con el mismo corcho que cubría las paredes de su cuarto.
En el castillo de Axel
Conocida en la primera mitad del siglo XX como la Oil Capital of the World, Tulsa alberga en la University of Oklahoma gran parte de los manuscritos de Cyril Connolly y Edmund Wilson. Las letras de ambos escritores descansan en anaqueles contiguos, partícipes de una larga conversación.
Las voces de Palinurus (II)
The Unquiet Grave es la más rara (y tal vez perdurable) obra de Cyril Connolly. El libro inicia con la contundente frase: “Cuantos más libros leemos, antes nos damos cuenta de que la verdadera misión de un escritor es crear una obra maestra, y que ninguna otra tarea tiene la menor importancia”.
Las voces de Palinurus (I)
En una carta fechada en Birmingham y 1938, Auden le escribió a Connolly: “…realmente escribes sobre literatura de la única manera que es interesante, excepto para los académicos, como una ocupación real, sea la banca o fornicar, con todo su aburrimiento, emoción y terror”.
Llamadme Jonathan Edax
Léanse los ensayos que formarán esta columna como un homenaje a la pasión bibliófila de Cyril Connolly. Un delirio que es también el mío. Ensayos que son una oda a la codicia libresca y las confesiones de un cazador de libros de anticuarios; el diario de un bibliófilo que ha contraído deudas de amor con los autores que habitan su biblioteca.