La historia de mi placer, de mis espasmódicas poluciones, de los cuerpos con que me mezclé, de los sentimientos embrollados e inextricables que se originaron allí, resulta irrelevante, a diferencia de ese espacio conjuntivo que se crea cuando esa irrelevancia dialoga con el imaginario cultural del sexo, el deseo, el placer y sus metáforas.