Nadie le cortó las manos, ni la garganta. Su corpachón octosílabo no fue tirado en ninguna cuneta. Tampoco le pegaron un buen par de electrodos en sus testículos.
Etiqueta: Villa Marista
La risa de Julián del Casal
Los críticos de Julián del Casal, y en general el nacionalismo cubano —empezando por José Martí— y el castrismo han hecho del campo el espacio ideal para proyectos “terapéuticos”.
Estado cubano vs. Hamlet Lavastida: Necropolítica y profilaxis
A Hamlet Lavastida se le acusa de un delito que no ha cometido. Su caso pone en evidencia uno de los núcleos centrales de la obra del artista: la profilaxis. Esa pretendida herramienta educativa que ha acompañado a la Revolución desde 1959.
Ante el desorden de las cosas
Un día que no estábamos trabajando en el lugar, enviaron una “brigada de respuesta rápida” que intentó romper las piezas de Ezequiel Suárez y cubrieron parcialmente con pintura la intervención de Hamlet, tildada de “contrarrevolucionaria”.
Hamlet Lavastida o la amistad de la palabra
Se habla de Hamlet el artista, pero se olvida que también es un ingenioso artesano de fraseos, de una idiomaticidad al calor de lo más vivo.
La vida de los otros. Los archivos de Villa Marista
Villa Marista es el símbolo del autoritarismo del régimen revolucionario, una de las joyas de la corona’. Ese archivo puede ser fundamental para la reconstrucción antropológica del Estado, de sus tecnologías de poder y control. Allí se clasifica, organiza, gestiona, administra y ordena la vida de los “otros”: artistas, intelectuales, presos políticos, disidentes…
Hasta hoy, no sé quién me delató: Juan Manuel Cao
Entrevista con el periodista y escritor Juan Manuel Cao, presentador del programa El Espejo (América TeVé), quien estuvo encarcelado en Cuba bajo acusaciones políticas cuando era aún muy joven. Cao padeció la dureza de los interrogatorios, el empleo de la psiquiatría como forma de tortura, y la cárcel. De todo ello conversa con Abel Sierra Madero.
Esta no es la novela de la Revolución
Capítulo 4
No sería de extrañar que esos oficiales ni siquiera supieran el nombre de Orlando Luis Pardo Lazo. Para ellos, el cubano que se llevaban en la patrulla era un Don Nadie, otro de los incontables don nadies que la Seguridad del Estado secuestraba a diario.