Uber Cuba 0073


· Uber Cuba 0072



No cooperes con el artista cubano. No cooperes con el escritor cubano medio clandestino en USA. Aunque haya entrado con una visa de conferencista, aunque tenga residencia disfrazada de green card, aunque esté a la espera de su American Passport, con mayúsculas emancipadas.

Déjalo en la cuneta, que sufra mucho (sobre el bordillo) pero que no muera. Escúpelo de una punta a otra del expressway. Pásale por arriba con tu Hyundai, échale fango en la cara en uno de esos baches del Midwest. Todo esto le dije a la rubiaza que, al timón del taxi, nos llevaba al Lambert Airport desde el Forest Park. Un parque que parece un bosque, pero que no es ni parque ni bosque ni nada. Al desierto hay que respetarlo.

Busqué la mitad superior de su rostro en el espejo retrovisor. Solo eso me daría aquella superficie de azogue digitalizado. Ojos, nariz, y el flequillo dorado en la frente. Azul la mirada rubia de aquella healthy blonde girl. Muñequita de cuerda al volante, ropita de Barbie lista para ser ripiada sin piedad por el próximo pasajero, preferiblemente un inmigrante y sin papel.

Finalmente, a mi lado en el asiento trasero sí se montó el escritor cubano medio clandestino en USA. Demasiado bello e inocente para vivir aquí. Demasiado anónimo a la caza de un titular en medio del tedio del Primer Mundo. The United Sadness of America, The United Solitudes of America. Demasiado tramposo también. 

Solo comete torpezas… (Cuando dije “Uber”, por ejemplo, él de súbito pensó en “Huber Matos”, WTF). Parece que no solo quiere ser polite, cortés cosmopolita, sino también caballeroso en The United Shitholes of America. Por eso toda la basura blanca de este inmenso country lo mira mal, con desprecio demócrata de élite, con una especie de prurito progre del proletariado. Clowntry, patria de payasos. Bien merecido lo tiene.

La izquierda académica no tolera semejante caballerosidad. No entiende ese tipo de tara tropical. Continuidad del castrismo, Fidelidad por otros medios. Bien merecido lo tenemos. 

Este escritor cubano medio clandestino es uno de los tantos escritores cubanos medio clandestinos que llegan. Ilusos, insulsos. Para luego volver a un mierdero barrio o pueblo cubano en la Isla a punto de inmersión. Heteros y Homos, bi y tri, prefijos patéticos. Será mejor que se hundan en el mar que antes traicionar la noria que se ha vivido. Una pandemia. Animales sedientos de sexo que en La Habana no suelen soñar. Animales sedientos del semen y el soma que en la Cuba Straight no pueden tragar. Animales hambrientos de una ciudad con H, consonante muda. Ah, La Habana.

Hambruna de todo tipo de carne. Mujeres y hombres, mujeros y hombras. Aunque vengan a WashU, a la FIU, a NYU, o al soviet de Berkeley, da igual. Son solo siglas para el socialismo Made in USA. Más que pensar la literatura y la patria, o la noción de sinpatria y posnación, solo quieren singar. Después del totalitarismo, la templeta. Visitantes venéreos. Visas como vaginas baratas, pasaporte como pingas epifánicas. 

All you need is fuck. Hasta los fluidos siempre. Come together right now over me!

Este escritor cubano medio clandestino en USA, sentadito como Dios y el Estado mandan en el asiento trasero del taxi, había venido desde el Caribe a un congreso de altos estudios latinoamericanos (valga el oxímoron). Lucía eufórico, como un cimarrón cuyo nombre ha sido olvidado por el mayoral. Huyuyo de historia. Hablaba todo el tiempo de su ponencia magistral, tan aplaudida por los political pilgrims, sobre el conversacionalismo como una especie de elogio a la Revolución. 

“Hablar en versos es hacer patria”, decía al montarse. “La metáfora coloquial es la clave de la participación ciudadana”, decía a mitad de viaje. “El octosílabo es opresión, el renglón sin métrica es la vía tercermundista para la descolonización”, decía todavía al bajarse del Hyundai.

Cuando nos quedamos solos en su Uber, la rubiaza me miró a los ojos, de rebote a través del espejo retrovisor. Pura narrativa anglo en el parqueo de un aeropuerto de Missouri a ninguna parte. 

No sé si la tipa había entendido o no entendido ni una sola palabra de mi compatriota. Tampoco yo. Pero eso no es importante ahora. Lo importante debe ser esa otra cosa que yo hubiera querido y no alcancé a decir.

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