Sentado tras el volante, muerto de tedio en mi taxi Uber, sin que caiga ningún pasajero apurado para llevarlo hacia ninguna parte, pienso en la tragedia en cámara lenta de que, poco a poco, con el paso de las águilas por los cielos silentes del exilio cubano, hasta el lenguaje se nos ha comenzado a cansar.
Primero, curre como por asar, y todo parece ser apenas na errata. Después, también poc a pco, el daño a nuestro lenguaje comiensa a acumularce más y més, se aze cistermático, asta que de promto un dia nos damoc cuenta qe ya no savemo ni lo qu escrribimoj, que no henos controvertido en crituras de na lejua my rara, e q lla no soms ni cubnos ni sms nad. Y sí y í, codo bez pior, hsat u se ns ixprota l olma a mita do pehoc.
Entonce no ay mís romadio qu esperr sntado tra el volinte, muerto de tadio en mi taxi Uer, hasta que pase sta crisi de ilegiblidad, caso cuando pr fin caiga el primero de los pasaeros apurados y los cubaos choferes lo llevemos, sano y salvo, hacia ese sitio que por desgracia tan bien conocemos y que se llama ninguna parte.
