Se montó en mi taxi con un arbolito de navidad encima. Parecía un bebé. Debería de haber escrito: se montó en mi taxi con un arbolito de navidad encinta.
Ella era, obviamente, norteamericana. De manera que no dijo “arbolito de navidad” al saludarme mientras se acomodaba a mi lado, sino que dijo “Christmas tree”, que significa literalmente: “árbol de Navidad”. Parece lo mismo, en principio, pero no lo es. Para nada.
Mientras más tiempo vivo fuera de Cuba (es decir, mientras más tiempo vivo lejos de ese exilio que significó haber vivido en Cuba), el inglés y el español se me han ido convirtiendo en antónimos irreconciliables. Lenguas letales, enemigas de muerte.
De hecho, hay una descomunal diferencia en ese diminutivo botánico.
Árbol, arbolito.
Arbolito, árbol.
Sentí deseos de llorar. Sentí deseos de besarla y pedirle que me besara. Sentí deseos de no morir nunca y, de no ser mucho pedir, deseos de haber muerto ya.
Me pasa siempre con mi idioma natal, mi jerga de barrio, ese argot provinciano y puro de mi corazón. Con el español es así, no hay nada que hacer al respecto. Lenguaje de infancia. Íntimo, innato, inimitable.
Entendí entonces, por enésima vez, que el inglés para mí siempre había sido un extraño entre extraños, incluso allá en Cuba, cuando yo soñaba cada noche con escapar a un país sajón, antihispano, anglodemocrático. Y entendí entonces también que el español, ese laberinto de leyes lindas como vírgenes a punto de ser violadas por un minotauro, ese hablar por escrito tan amado a veces y a veces tan odiado, para mí siempre será la cosa más entrañable.
La norteamericana obvia se quedó esperando por mi respuesta, tras su pregunta de “Do you like my little Christmas tree?”
Y juro que no fue por descortesía o rudeza o por ninguna de nuestras virtudes nacionales. Fue porque simplemente no supe cómo contestarle a aquella extranjera afable que ni siquiera su “little Christmas tree” compensaba la mística en minúsculas de “arbolito de navidad”.
Librería
Mis felicitaciones a este bloguero ripioso sin ningún talento, el Gran O, por el tan cacareado lanzamiento de su nuevo libro…
Donald J. Trump, @realDonaldTrump
Uber Cuba 0108
Me gustaría ver aquella peliculita setentosa por segunda vez. Me gustaría ser por segunda vez el niño de siete años aquel. Me sentía tan seguro, tan en casa, tan a salvo, tan inmortal.