Las ‘vidas cubanas’ de Oscar Lewis y Elizabeth Dore


Hearing Cuban Voices.


Busca la verdad y dila, porque sólo la verdad es revolucionaria.
Antonio Gramsci

La difunta historiadora Elizabeth Dore pasó los últimos 20 años de su vida dirigiendo “Voces Cubanas”, un proyecto de historia oral patrocinado por la Fundación Ford, cuyo objetivo era recopilar memorias de la Revolución cubana mediante entrevistas a decenas de cubanos comunes, durante lo que resultó ser un período de 15 años. 

En 2023, Duke University Press publicó póstumamente el libro de Dore, titulado provocativamente How Things Fall Apart: What Happened to the Cuban Revolution. El libro cuenta la historia de la Cuba moderna, tanto de resiliencia y supervivencia por un lado, como de desintegración y decadencia por el otro.

El libro traza los intrincados contornos de las vidas de siete isleños de la generación postsoviética durante las últimas cuatro décadas, comenzando durante la relativa “edad de oro” del socialismo cubano en la década de 1980 y concluyendo durante la crisis económica, social y política sin precedentes del presente. 

De hecho, Dore permite a sus lectores escuchar una amplia variedad de voces cubanas, mientras los narradores explican su lucha por sobrevivir a una crisis cada vez más profunda, donde la desigualdad es cada vez más rampante, la desesperación obliga a un número cada vez mayor de cubanos a emigrar, y el gobierno no duda (en las palabras finales de Dore) en “utilizar métodos brutales para mantener el control” e “infundir miedo”, ya que su legitimidad se ha evaporado hace mucho tiempo.

El proyecto de historia oral en sí, que duró de 2004 a 2018, involucró a un equipo de diez entrevistadores cubanos, tres británicos, la propia Dore (una expatriada estadounidense que vivió y trabajó en el Reino Unido) y 124 entrevistados en ocho provincias cubanas. 

Dore logró obtener la aprobación y el patrocinio oficiales a través de los buenos oficios de la directora del CENESEX, Mariela Castro Espín, de quien Dore supo que tenía “una reputación de luchar por causas perdidas” por su compañero de equipo e historiador Julio César González Pagés

El proyecto incluso disfrutó de un lanzamiento celebratorio formal en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en marzo de 2005, con la participación de la propia Castro Espín, el director de la Fundación Fernando Ortiz, Miguel Barnet, y Paul Thompson (conocido como el “padre de la historia oral”).


Investigar en Cuba ¡No es fácil!

Sin embargo, el proyecto de Dore enfrentó muchos desafíos a lo largo del camino.

En primer lugar, el proyecto fue suspendido temporalmente en 2007 por el gobierno cubano, después de que se supo que ciertos “delincuentes” y “elementos antisociales” habían sido incluidos y se les había permitido contar sus historias. Como resultado, la mitad del equipo de investigación original se retiró, la mayoría de los cuales eran miembros del Partido Comunista (un detalle del que Dore solo se enteró más tarde).

Seis meses después, se permitió que el proyecto continuara, pero ahora de manera “menos formal y menos frecuente”. Dore aprovechó esta “reorganización” (o “shuffle”, como la llama en el fascinante capítulo “Backstory” del libro), para ampliar el grupo de entrevistadores para incluir a “investigadores más jóvenes y menos apegados políticamente”.

En segundo lugar, después de completar las entrevistas en 2018, casi todos los miembros restantes cubanos del equipo del proyecto le pidieron a Dore que eliminara sus nombres del libro publicado, después de enterarse de su contenido crítico. 

Imaginemos la ironía de un libro de historias orales en el que los entrevistadores están más preocupados por proteger su anonimato que los propios entrevistados, ¡aunque sean estos últimos quienes realmente comparten sus historias de vida y, a veces, sus opiniones críticas!

Aunque Dore nunca nos dice explícitamente las razones de los miembros del equipo para solicitar el anonimato, es probable que se deba a que no estaban de acuerdo con su análisis y sus conclusiones (sobre que la Revolución cubana se había “desmoronado” o “fallen apart”, como pronuncia el título del libro). O porque temían las repercusiones de ser asociados con una descripción tan terrible de la Revolución. O ambas cosas.

Finalmente, Dore experimentó grandes dificultades al final de su vida para encontrar un editorial para sus controvertidos hallazgos, después de que la editorial izquierdista Verso Press, la editorial inicial del libro, se negara. 

Sin duda, Verso esperaba publicar un libro diferente, más optimista, basado en los recuerdos de la Revolución de los cubanos, no la “Crónica de una muerte anunciada” que Dore entregó como manuscrito. Pero muchas cosas cambiaron en Cuba en los 15 años transcurridos entre 2005 y 2020. Y la mayor parte de ese cambio no fue para mejor.

Quizás el cambio de actitud de Verso se debió, en parte, al abandono por parte de Dore de sus títulos de trabajo originales, más neutrales: Vidas cubanas: ¿Qué diferencia hizo una revolución? y Cuba no es como lo que piensas. Por el título final, mucho más provocador y pesimista, que incluye un guiño implícito al gran escritor nigeriano Chinua Achebe (How Things Fall Apart), seguido de una declaración (no una pregunta) que promete explicar qué ha pasado con la Revolución cubana: What Happened to the Cuban Revolution.

Además, inicialmente Dore planeó contar sólo las historias de cinco hombres en el libro, y los volúmenes posteriores se centrarán en las mujeres y otros grupos sociales. Ciertamente, hay material en los miles de páginas de entrevistas para varios volúmenes. Sin embargo, debido al empeoramiento de la salud de Dore, una serie planificada de libros se fusionó en uno solo. 

Afortunadamente, el libro de Dore finalmente encontró un hogar en el Reino Unido y fue publicado allí en agosto de 2022, por el sello Apollo Head of Zeus, antes de ser republicado un año después en los Estados Unidos por Duke University.


El fantasma de Oscar Lewis

“El fantasma de Oscar Lewis me mantuvo despierta toda la noche”, es la ironía con la que Dore señala su profunda conciencia de la promesa y el peligro de realizar una investigación en ciencias sociales sobre un tema delicado en un país comunista con financiación extranjera.[1]

Su reconocida trayectoria progresista y el hecho de que viviera y trabajara fuera de los Estados Unidos sin duda le permitieron ganarse la confianza inicial y la buena voluntad de los círculos oficiales de la Isla. 

Sin embargo, su referencia al “caso Lewis” en las primeras páginas del libro (tan notorio entre los investigadores extranjeros como lo es el “caso Padilla” para los intelectuales nativos) indica que nunca fue ingenua respecto de los riesgos que implicaba el proyecto que estaba emprendiendo. 

De hecho, de la misma manera que Lewis había hecho antes de iniciar su propio proyecto 35 años antes, Dore se aseguró de contar con la aprobación explícita del gobierno, apoyo logístico, y un “visto bueno” de un miembro de la familia Castro antes de comenzar.

En mi caso, después de obtener el consentimiento informado de los participantes en la investigación y de asegurarles el anonimato, yo mismo siempre he trabajado en Cuba bajo el lema: “Es mejor pedir perdón (a los funcionarios) que permiso (al gobierno)”. 

Tanto Lewis como Dore hicieron exactamente lo contrario. Lamentablemente, el viejo dicho de “estás condenado si lo haces y estás condenado si no lo haces” parece haberse aplicado en los casos de sus proyectos.

Para quienes que no sepan quién es Oscar Lewis, él era un famoso antropólogo estadounidense que –junto con su esposa Ruth Maslow Lewis– llevó a cabo su propio “proyecto Cuba” entre 1969 y 1970: “Vivir la Revolución: una historia oral de la Cuba contemporánea” (“Living the Revolution: An Oral History of Contemporary Cuba”). 

Invitado personalmente a la Isla por Fidel Castro, después de enterarse del deseo de Lewis de continuar su investigación mexicana y puertorriqueña sobre la llamada “cultura de la pobreza”, parte de la motivación del antropólogo era “probar” si esa cultura podía existir en un país socialista. Él supuso que no podía.

“No tenemos nada que ocultar”, fueron las famosas primeras (y, al parecer, las últimas) palabras que Castro le dijo a Lewis cuando ambos se conocieron en 1968 y Castro dio luz verde al proyecto. “No hay quejas ni agravios que no haya escuchado ya”. 

Tal como sucedería más tarde con el proyecto de Dore (pero de una manera mucho más dura, amenazante y definitiva), el estudio de tres años que Lewis tenía previsto realizar se dio por terminado después de sólo 18 meses.

Más escalofriante aún fue que una parte importante de los materiales del proyecto (incluidas cintas y transcripciones de entrevistas supuestamente anónimas con entrevistados cubanos que se quejaban) fueron confiscados por la Seguridad del Estado cubana. Como resultado, al menos un participante acabó en prisión. 

Esta tragedia se agravó cuando el propio Lewis murió de insuficiencia cardíaca en diciembre de 1970, sin poder limpiar su buen nombre ni recuperar el material confiscado.

De hecho, según un nuevo y minuciosamente detallado libro sobre el proyecto Lewis en Cuba escrito por Susan M. Rigdon, Oscar Lewis in Cuba, La partida final (Berghahn, 2024), el antropólogo pasó los últimos seis meses de su vida en Estados Unidos “consumido por el desastre dejado atrás en Cuba”, mientras intentaba infructuosamente concertar una reunión con Castro para poder proteger a sus informantes, recuperar sus materiales y reanudar su investigación (Rigdon 2024: 61).

Se trata de la misma Susan Rigdon que fue contratada por Ruth Lewis, después de la muerte de su marido, para ayudarla a transformar los materiales de investigación que lograron sacar de Cuba en los meses previos al cierre del proyecto, en los tres libros –Four Men (1977), Four Women (1977), Neighbors (1978) – que, juntos, conforman el legado publicado del proyecto “Vivir la Revolución”. 

Oscar Lewis, Ruth M. Lewis y Susan M. Rigdon figuran como coautores de cada uno de estos tres libros. Un cuarto libro, también basado en la investigación del proyecto, The People of Buena Ventura: Relocation of Slum Dwellers in Postrevolutionary Cuba, fue publicado en 1980 por Douglas Butterworth, uno de los asistentes de investigación de Lewis.

Finalmente, Rigdon también publicó una biografía intelectual original e incisiva de Lewis y su obra, The Culture Façade: Art, Science, and Politics in the Work of Oscar Lewis (University of Illinois Press, 1988).[2]

Aunque ese libro se centra principalmente en desacreditar la controvertida tesis de Lewis sobre la “cultura de la pobreza”, que había aplicado a las comunidades empobrecidas sobre las que escribió anteriormente en México (Pedro Martínez y Los hijos de Sánchez) y Puerto Rico y el Spanish Harlem de Nueva York (La Vida), también contiene un rico análisis y material de archivo sobre el proyecto cubano de Lewis, que emprendió después de haber abandonado en gran medida la tesis de la “cultura de la pobreza”. 

Al igual que Oscar Lewis in Cuba, la biografía The Culture Façade de Rigdon se basó en un uso intensivo del archivo Lewis en la Universidad de Illinois-Urbana.

En su nuevo libro, Rigdon describe vívidamente toda la saga de investigación de tres años y sus caóticas consecuencias, pero hace especial hincapié en el frenético período entre junio y diciembre de 1970, cuando Lewis le dijo a un amigo cercano que el asunto de Cuba lo había “destruido”. 

En una carta a su propio hijo, dijo que la terrible experiencia había sido “una pesadilla, peor de lo que podría haber imaginado”, explicando que “la gente que trabajó conmigo como informantes y asistentes está en peligro y 10.000 páginas de mis entrevistas y manuscritos están retenidas y tal vez nunca me las devuelvan”.

Quizás aún peor para Lewis personalmente, el episodio pareció socavar por completo su optimismo de toda la vida y su orientación política progresista, lo que lo llevó a su “duda y desilusión general sobre un ideal que ha sido el componente estabilizador central de mi vida desde que tenía catorce años” (Rigdon 2024: 61). 

Aunque ni Lewis ni Rigdon lo dicen explícitamente, el “ideal” al que se refiere Lewis aquí es muy probablemente el socialismo mismo. Para colmo de males, Raúl Castro (el padre de Mariela Castro), más tarde alegaría (sin pruebas) en un discurso de 1971 que Lewis había estado trabajando para la CIA mientras estaba en Cuba.

El relato de Rigdon sobre el proyecto Lewis es tan detallado, metódico y centrado, y hace un uso tan experto del extenso tesoro de materiales de archivo, tanto antiguos como recién descubiertos (en la colección Lewis de la Universidad de Illinois-Urbana) que uno se siente tentado a decir que finalmente nos ha dado el relato definitivo. 

Sin embargo, ella misma rechaza explícitamente esta interpretación. Hay mucho más que aún no sabemos sobre el proyecto y sus consecuencias en Cuba, a menos que escuchemos la opinión del “lado cubano”, especialmente de los diez jóvenes investigadores cubanos que participaron directamente en el proyecto (todos miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas, UJC, y todos obligados en ese momento a proporcionar informes diarios secretos a la Seguridad del Estado cubano sobre su trabajo con Lewis).[3]

Lo mismo puede decirse del proyecto y el libro de Dore. ¿Cómo experimentaron la investigación los cubanos involucrados, tanto los entrevistados como el equipo de entrevistadores (que renunciaron y/o pidieron que se eliminaran sus nombres del libro)? ¿Pudieron tomar la decisión de distanciarse del proyecto libremente o estaban bajo presión de la Seguridad del Estado? ¿Sufrieron ellos o los entrevistados algún castigo por su vinculación con el proyecto? 

Sería fascinante escuchar sus experiencias como parte del proyecto de investigación y sus diferentes opiniones sobre la interpretación que Dore hizo de los resultados de la investigación.

Por suerte para nosotros, el libro de Dore no es el único resultado publicado del proyecto. De hecho, el sitio web del proyecto en la Universidad de Southampton, Reino Unido, donde Dore era profesora emérita de Estudios Latinoamericanos, enumera los nombres de muchos de los miembros del equipo del proyecto –la mayoría de los cuales trabajaban en la Universidad de La Habana o en el CIPS (Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas) en ese momento– y las diversas otras publicacionesproducidas por algunos de ellos, incluidas las publicadas en Cuba en español. 

Entre ellos, los más destacados son Sexual Revolutions in Cuba: Passion, Politics and Memory (Revoluciones sexuales en Cuba: pasión, política y memoria) de Carrie Hamilton (University of North Carolina Press, 2012) y el libro Aires de la memoria (CENESEX, 2010), coescrito por los cubanos Daisy Rubiera Castillo, Antonio Moreno Stincer, Mercedes López Ventura y Pedro Jorge Peraza Santos.


Improvisación y catarsis

La breve opinión de Dore sobre el infame episodio de Lewis es la siguiente: “La razón más probable por la que se cerró el estudio [de Lewis] fue que los cubanos actuaron exactamente como Fidel había predicho. Se quejaron. Describieron los logros y los fallos del gobierno”. 

Curiosamente, 35 años después, cuando Dore inició su propio proyecto (también patrocinado principalmente por la Fundación Ford), obtuvo tres sorprendentes conocimientos metodológicos, más allá de los fascinantes detalles de las “vidas cubanas” que sus encuestados realmente compartieron con ella.

En primer lugar, los planes de investigación formales que ella y su equipo habían elaborado resultaron poco prácticos, por lo que improvisaron “entrevistando prácticamente donde y a quien pudieron”. Esta estrategia improvisada, que Dore inicialmente pensó que era una debilidad, resultó ser una fortaleza, ya que permitió al equipo aprender de sus errores, adaptarse y ampliar en gran medida su grupo de entrevistados, para incluir a muchos encuestados ubicados a través de redes informales que complementaban a los que se encontraban a través de canales oficiales.

Esto marcó una verdadera diferencia en el libro de Dore, ya que tres de los entrevistados más interesantes y críticos incluidos allí (Alina, una cineasta censurada; Esteban, un supuesto “delincuente”; y Pavel, un conocido disidente) seguramente nunca habrían sido incluidos si el equipo hubiera confiado exclusivamente en los canales oficiales.

En segundo lugar, si bien se supone comúnmente que la sociedad cubana está altamente polarizada en bandos de apoyo y oposición al régimen, las entrevistas reales revelaron que esta suposición exagera la división e ignora las dificultades, esperanzas y quejas comunes que comparten la mayoría de los isleños.

Por último, el equipo se sorprendió al descubrir que muchas personas estaban dispuestas a contar sus historias “prácticamente como las recordaban”. Sí, encontraron amplia evidencia de los famosos gemelos malvados cubanos de la autocensura y la doble moral, pero a medida que las entrevistas avanzaban y se profundizaban, el poder de la catarsis tendía a ganar. “Nunca le dije esto a nadie antes, pero se siente bien decirlo”, fue una reacción común entre los entrevistados del proyecto.

Es importante destacar que Dore también fue clara con sus entrevistados sobre dos cosas adicionales. Les prometió que sus identidades serían disfrazadas, pero les recordó (como si necesitaran que se lo recordaran) que “en Cuba el anonimato tiene sus límites. Los vecinos pueden informar. Los funcionarios estatales pueden descubrir quiénes son”.

Después de la muerte de Dore en 2022, sus hijos, Rachel y Matt Dore-Weeks, donaron el archivo del proyecto de más de 100 entrevistas grabadas a la Universidad de Columbia, donde ahora está disponible digitalmente para el público

Socialista de toda la vida y académica de principios, Dore se dedicó no solo a oír, sino a escuchar realmente las voces cubanas diversas, críticas y a menudo contradictorias y luego, en opinión del corresponsal de la BBC en América Latina, Will Grant, “hizo algo poco común: les permitió hablar por sí mismos”. 

En los 26 capítulos del libro, se describen con gran detalle los numerosos desafíos, recompensas, dilemas y fracasos de la Revolución. De esta manera, el libro de Dore captura las vidas y las voces de algunas de las personas que construyeron, apoyaron, se opusieron, e incluso huyeron de la Revolución.


La memoria es maleable

El libro de Dore How Things Fall Apart es en realidad tres libros en uno. En el prólogo, las introducciones a cada una de las tres partes principales del libro, los capítulos individuales sobre Fidel y Raúl Castro, y la conclusión, tenemos el Libro Uno: la visión de Dore sobre la Cuba moderna. 

Es decir, en estas secciones, ella enmarca las secciones narrativas mucho más largas y detalladas que presentan a sus siete entrevistados con su propio argumento y análisis, que yo resumiría de esta manera: para sobrevivir, el gobierno optó por hacer cambios económicos que salvaron al régimen, pero al precio de abandonar el socialismo y la Revolución.

De hecho, en la página inicial del libro, Dore hace el siguiente juicio de “lo que le pasó a la Revolución cubana” después de Fidel: “Los cambios [la introducción del turismo, la legalización del dólar y la aceptación de la microempresa] apuntalaron temporalmente la economía, pero arruinaron el país”. 

Para ella, la “ruina del país” tiene que ver principalmente con el aumento precipitado de la desigualdad, el regreso de la discriminación racial y la nueva concepción “raulista” del igualitarismo, no como una fortaleza o un logro de la Revolución que se deba celebrar y defender, sino como una debilidad que se debe ridiculizar y abandonar.

En concreto, Dore sostiene en el prólogo que los cambios económicos de Raúl Castro dieron a algunos cubanos más libertades económicas que en cualquier otro momento desde 1959. “Otros cubanos”, sin embargo, “encontraron un tipo diferente de libertad”, señala con amargura. “Eran libres de ser pobres y hambrientos”.

Aunque Dore culpa a Raúl Castro de estos cambios, en realidad muchos de ellos fueron introducidos por el propio Fidel Castro a principios de los años 1990, al comienzo del Período Especial, antes de que los redujera después de 1996 y finalmente los criticara duramente en su efímera campaña llamada la “Batalla de Ideas”. 

Cuando Fidel Castro se enfermó en 2006 y cedió el poder de gobierno formal a Raúl Castro en 2008, estos cambios pro-mercado se profundizaron –demasiado para algunos, pero lejos de ser suficientes para otros.

De hecho, en 2014, el economista canadiense Arch Ritter y yo publicamos conjuntamente el libro Entrepreneurial Cuba (edición en español, Cuba empresarial: emprendedores ante una cambiante política pública, Hypermedia, 2020), en el que celebramos estos cambios, pero nos pusimos firmemente del lado de quienes los criticaron por no ir lo suficientemente lejos. 

Así que, si bien celebro el logro de Dore como historiadora y etnógrafa de principios, al escuchar las voces cubanas y dejar que hablen por sí mismas, discrepo fundamentalmente con su análisis sobre por qué y cómo “se desmoronaron las cosas” en Cuba.

El Libro Dos está compuesto por el intrigante pero de apenas cinco páginas capítulo “Backstory”. Como se describió anteriormente, en esta sección “Making of” del libro de Dore aprendemos sobre el origen, el desarrollo y las muchas trabas del proyecto de historia oral Voces Cubanas, que constituye la base del libro. 

Afortunadamente, tanto el sitio web del proyecto como los muchos otros artículos de investigación que Dore publicó sobre el proyecto, su desarrollo y sus hallazgos entre 2009 y 2018, funcionan como un repositorio útil y un complemento a esta breve pero sugerente “Backstory”.

Finalmente, el Libro Tres está compuesto por las historias de los mismos siete protagonistas del libro. 

Ellos son Mario, un joven negro e iconoclasta miembro del partido; Alina, una cineasta censurada pero premiada; Juan, un desertor afrocubano de la escuela secundaria que ha sufrido la discriminación racial en carne propia, aunque no siempre pueda nombrar esta discriminación como tal; Esteban, un “delincuente antisocial” y posible emigrado; Bárbara, una leal afrocubana empobrecida que lucha contra el machismo de Cuba (y el de su propio esposo) en gran parte sola; Pavel, un disidente elocuente aunque atribulado y periodista independiente; y Alejandro, un estudiante “premio de oro” y un profesional adinerado que no ve la hora de mudarse a Miami para “vivir mejor”. 

Ellos son el “pollo del arroz con pollo”, diría un cubano.

Si bien no quiero arruinar su lectura, revelando demasiado sobre esta parte tan importante del libro, sí quiero hacer dos observaciones que podrían ayudar a orientar y enfocar su lectura.

En primer lugar, la estructura cronológica del libro, en tres partes, permite que cada una de las siete historias individuales surja y se desarrolle gradualmente a lo largo de la historia cubana reciente, siempre dentro del contexto particular de la época: 1) la llamada “época dorada” de los años 1980, cuando los cubanos disfrutaron de un grado relativamente alto de prosperidad e igualdad; 2) el período “especial” de 1990 a 2006, cuando tanto el régimen como el pueblo cubano lucharon (a veces entre sí) por la supervivencia; y 3) el período posterior a Fidel después de 2006, cuando reinó la desigualdad, estalló la emigración y se intensificó la represión.

En segundo lugar, para no perder de vista la personalidad de cada narrador, ni el desarrollo dramático de sus vidas individuales, opté por leer cada uno como una historia independiente, en lugar de seguir las líneas argumentales alternas que se presentan en el libro. 

Esta estrategia me brindó dos beneficios como lector. Por un lado, me permitió desarrollar una identificación sostenida con cada narrador, a medida que sus vidas y el contexto sociopolítico más amplio que los rodeaba cambiaban. Por el otro, me hizo comprender la verdad del epígrafe que Gabriel García Márquez utiliza para dar inicio a sus memorias, Vivir para contarla, y que Dore utiliza en una versión ligeramente alterada como epígrafe de su propio libro:

“La vida no es la que uno vivió, 
sino la que uno recuerda y 
cómo la recuerda para contarla”

En otras palabras, “los recuerdos son maleables”. Es decir, los recuerdos no son grabaciones textuales del pasado, sino memorias selectivas que reflejan cambios en la vida y la perspectiva de uno, a medida que cambia el contexto político y social. 

“En todas las sociedades”, sostiene Dore, “la memoria proporciona un espejo de los cambios en la política y la ideología. La historia oral ha demostrado una y otra vez que, cuando la política pública y las circunstancias personales cambian, es probable que los recuerdos reflejen de algún modo los cambios”.

Esto no significa que quienes cambian lo que recuerdan, cómo enfatizan esos recuerdos o los significados que extraen de ellos, estén mintiendo. Pero sí significa que el contexto importa. 

Esto es especialmente cierto en el caso de las entrevistas de historia oral realizadas en contextos políticamente polarizados o vigilados, donde hay consecuencias reales, por lo que las personas están dispuestas a decir o no (y cómo lo dicen), a pesar de las garantías sobre el consentimiento informado y el anonimato.

En el caso del trabajo de historia oral de Dore en Cuba, los cambios en el discurso y la política oficiales cubanos –especialmente de Fidel a Raúl Castro– llevaron a cambios en las historias de sus narradores y en los significados que ellos tomaron de ellas. 

Ella señala que muchos de sus entrevistados inicialmente estaban “asombrados” por el abandono de Raúl Castro del compromiso histórico de la Revolución con el igualitarismo, por ejemplo. “Pero en un tiempo notablemente corto”, descubrió, “los hombres y mujeres que había estado entrevistando durante años cambiaron sus historias, o repitieron viejas historias sobre la infancia, pero les dieron nuevos significados”.

Por ejemplo, Mario, a quien describo arriba como un “cuadro iconoclasta”, estaba bastante confundido y no sabía qué decir sobre este cambio histórico en la política. ¿Se trataba de una traición a los principios centrales de la Revolución? ¿O una actualización necesaria de un enfoque anacrónico y poco práctico para la formulación de políticas económicas?

Aunque Dore nos dice que “Mario siempre habló honesta y sinceramente”, durante este período sus respuestas “estaban llenas de silencios” porque sus historias pasadas “sobre las injusticias de la desigualdad [ahora] parecían inapropiadas”. 

En última instancia, Mario absorbió con éxito la nueva ideología y ahora le contaba a Dore diferentes historias sobre el pasado que encajaban mejor con su circunstancia actual, que había cambiado mucho.

Por supuesto, este tipo de cambio de “memoria maleable” puede ocurrir con el transcurso del tiempo en Cuba (tanto entre los partidarios como entre los opositores del régimen) como muestra el libro de Dore, pero también puede ocurrir cuando cambian de lugar (especialmente cuando los cubanos se unen a la diáspora). 

Como pueden atestiguar muchos observadores de Cuba, las mismas personas pueden decir cosas muy diferentes, incluso contrarias, sobre sus vidas en Cuba cuando hablan desde fuera (en comparación con desde dentro) de su país.



Referencias:
Elizabeth Dore. How Things Fall Apart: What Happened to the Cuban Revolution. Duke University Press, 2023. 341 páginas.
Susan M. Rigdon. Oscar Lewis in Cuba: La partida final. Berghahn Books, 2024. 118 páginas.





Notas:
[1] La Fundación Ford fue el principal patrocinador financiero del proyecto. Sin embargo, como una forma de sortear algunas de las pesadillas legales, burocráticas y logísticas asociadas con la financiación de un proyecto de investigación en Cuba frente al embargo estadounidense, la Fundación Ford colaboró con la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional (SIDA) para administrar y distribuir los fondos en Cuba.
[2] Agradezco a Rigdon por haberme enviado generosamente dos copias de este libro, ahora agotado, junto con la noticia de que estaba a punto de publicar un libro que abordara directamente el proyecto de investigación de Lewis en Cuba. También respondió amablemente a muchas de mis preguntas sobre la “cultura de la pobreza”, el trabajo de Lewis en Cuba, el archivo Lewis de Urbana y el estado de la investigación sobre el “caso Lewis”. 
[3] En 2011, una de esas investigadoras publicó sus propia mesmorias en dos partes sobre su participación en el proyecto. Véase Maida L. Donate, “Oscar Lewis: Proyecto Cuba”, Parte 1 y Parte 2. Además, la historiadora Lillian Guerra incluye un capítulo centrado en la participación de estos investigadores de la UJC (incluyendo a Donate) en el proyecto Lewis en su reciente libro Patriots and Traitors in Revolutionary Cuba, 1961-1981(University of Pittsburgh Press, 2023).





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