El centro del mundo está en Miami


Jared Kushner y Steve Witkoff mientras esperan al presidente.



El centro del mundo está en Miami. A medio camino de la lujosa mansión en la que vive Jared Kushner, yerno del presidente, y a veinte minutos de la que habita Steve Witkoff, amigo personal del número uno. Los dos son promotores inmobiliarios formados en el real state de Nueva York. Y eso, aseguran, les ha dado una experiencia única para abordar negociaciones complejas. Aunque tanto Kushner como Witkoff tienen clara la jerarquía. Para ellos, el maestro en el arte de la negociación es Donald Trump. Él es el verdadero guy deal. 

¿Cuál es el secreto de estos hombres? “Creo que simplemente estamos acostumbrados a acuerdos complejos, muy dinámicos y con personalidades complejas” dice Kushner al The New York Times . “La experiencia que Steve y yo tenemos como gestores de acuerdos es que hay que entender a la gente. Hay que ser capaz de obtener el resultado final, y luego ver quién crees que está jugando, y cuánto margen hay para presionar”.



La elite liberal de la ‘Ivy League’ cede el paso a hombres de confianza del entorno de Trump

Por razones de negocios y familiares, Kushner y Witkoff han tenido tratos con los países árabes. El primero fue uno de los arquitectos de los acuerdos de Abraham en 2020 (el restablecimiento de relaciones entre Israel con Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos). Los dos son abiertamente simpatizantes de la política de Israel, pero afirman entender la manera de funcionar de las elites del Golfo. Por ese motivo, su mano está detrás del documento de veinte puntos que ha abierto las puertas al acuerdo de alto el fuego e intercambio de rehenes y presos en el que ahora estamos.

Estos días Kushner y Witkoff se han dejado ver mucho. Son ellos los que han garantizado a los negociadores de Hamas que el alto el fuego iba a ser permanente. Fue su palabra la que abrió la puerta al pacto por parte de Jalil Al Jaya, ahora mismo el hombre clave de la organización. Los dos participaron también la noche del jueves en la reunión del gobierno de Israel, requeridos para garantizar a los ministros que Hamas no saldrá indemne de este pacto.

La presencia de dos empresarios en una reunión de gobierno no es frecuente en la política, pero ya ha quedado claro que desde el acceso de Trump a la Casa Blanca, la realidad se parece cada vez menos al mundo que conocíamos. Cuando Beniamin Netanyahu compareció horas después ante los medios para explicar que habían aprobado el alto el fuego, lo hizo flanqueado por estos dos hombres, garantía de calidad en un Israel que desconfía hoy de su primer ministro pero que idolatra a Trump.

Sería un error pensar que el protagonismo de los dos enviados de Trump invalida la existencia de la diplomacia. Las grandes decisiones de la historia las toman diplomáticos en despachos y apenas son conocidos por la opinión pública. Pero la visibilidad adquirida por estos hombres es un signo del cambio en el que estamos.

Hace veinte años un acuerdo de paz como el del jueves habría requerido una sucesión interminable de documentos y cláusulas de salvaguarda. Pero el sistema liberal que regía las relaciones internacionales parece desvanecerse. Era un universo de reglas, consensos y memorandos, de regulación a veces exhaustiva. De hecho, es aún el mundo en el que está la Unión Europea.

Hoy todo eso está en retirada. En contra de lo que pensaba Occidente en los años de la posguerra fría, ese modelo no se universalizará. El mundo avanza más bien hacia la fragmentación. Y una de las razones que explican las vertiginosas últimas décadas de China en su carrera para atrapar a Estados Unidos es la presencia de muchos ingenieros en la cúpula del Partido Comunista de China y su contraste con el mundo de la política estadounidense antes de Trump, llena de abogados formados en la Ivy League y de vendedores hechos a sí mismos. Según esta visión, los ingenieros piensan más en las infraestructuras, más en el largo plazo. Y esa habría sido la clave del avance de China.

Pero todo cambia. Los ingenieros están hoy también en la cima en Estados Unidos. Han llenado la economía de algoritmos, han distorsionado la política (en beneficio de los populistas) y están ahora levantando una gigantesca red de centros de datos para ganarle la carrera de la inteligencia artificial a China.

La invasión de Ucrania por Rusia en 2022 fue el primer paso en la demolición del sistema liberal que ha regido en los últimos cuarenta años. Los países occidentales afrontaron el conflicto bajo el esquema de democracias contra autoritarismos, pese a que los grandes países emergentes, el llamado Sur Global, respondieron que era un problema entre europeos. Después llegó Gaza en octubre de 2023 y ese perfil se desdibujó todavía más. La contestación al modelo liberal afectó de lleno a las opiniones públicas de esas democracias, que les reprochaban a sus gobiernos la inacción ante la devastación en Gaza.

Los nueve meses de Donald Trump en el gobierno están acelerando la obsolescencia del viejo modelo. ¿Qué es lo que viene después del sistema liberal? Nadie lo sabe. De momento, un mundo dirigido por promotores inmobiliarios.



* Fuente: “El centro del mundo está en Miami”.