Abigail Loeb: “Servidumbre médica: La otra cara de la diplomacia médica cubana”

En un reciente y detallado análisis de Abigail Loeb en la Harvard International Review, titulado “Medical Servitude: The Other Side of Cuban Medical Diplomacy”, se examina la célebre narrativa de los médicos cubanos que prestan servicios sanitarios indispensables en todo el mundo. El artículo de Loeb arroja luz sobre los aspectos menos discutidos de la diplomacia médica cubana, revelando un marcado contraste entre la encomiable imagen internacional y las realidades subyacentes a las que se enfrentan estos profesionales de la medicina.

El sistema sanitario cubano ha suscitado gran admiración por el envío de sus médicos a todo el mundo, especialmente en respuesta a crisis sanitarias mundiales. Estos médicos, a menudo considerados héroes en los países a los que prestan servicio, ofrecen sus servicios gratuitamente a los pacientes e imparten una valiosa formación al personal sanitario local. El gobierno cubano lo presenta como una contribución benévola a la salud mundial, haciendo hincapié en la falta de incentivos económicos para el país insular, salvo el fomento de las relaciones diplomáticas.

Sin embargo, Loeb destaca una perspectiva más preocupante, describiendo la situación como “servidumbre médica”. Según el informe, el gobierno cubano se queda con una parte sustancial de los ingresos generados por estas misiones médicas, dejando a los médicos con una fracción de lo que ganan en el extranjero. A pesar de los salarios aparentemente generosos en comparación con los salarios nacionales, los médicos cubanos en el extranjero están sujetos a acuerdos restrictivos, y sólo ganan entre el 10 y el 25 por ciento de sus salarios internacionales, mientras que el resto se canaliza de vuelta al Estado cubano.

Las condiciones en las que trabajan estos médicos distan mucho de ser ideales. Muchos están destinados en regiones que sufren graves crisis sanitarias o que se encuentran en zonas remotas y con pocos recursos. La previsión de represalias por no participar o criticar el programa es un temor constante entre estos profesionales de la medicina, lo que silencia eficazmente la disidencia y desalienta la deserción.

La investigación de Loeb sobre la diplomacia médica cubana revela una compleja red de cuestiones financieras, políticas y de derechos humanos. Los beneficios económicos que obtiene el gobierno cubano de estas misiones, que ascienden a miles de millones de dólares, contrastan con la sobrecarga y la falta de recursos del sistema sanitario cubano. Además, el trato que reciben los médicos cubanos en el extranjero plantea graves problemas éticos, desde la retención de salarios y las duras condiciones de trabajo hasta la amenaza de expulsión y las repercusiones legales para quienes se atreven a denunciar.

La Constitución cubana y el marco jurídico más amplio, incluida la Ley de Migración nº 302, sirven para afianzar aún más el control del gobierno sobre estos profesionales de la medicina. Los médicos son considerados una población “regulada”, sujeta a estrictas restricciones de viaje y emigración, supuestamente para proteger la capacidad sanitaria del país y los secretos de Estado.

En particular, la distribución global de la asistencia médica cubana se alinea estrechamente con las simpatías ideológicas, favoreciendo a menudo a naciones con ideologías políticas similares o abiertas a la influencia de Cuba. Los casos de diplomacia médica, como el envío de médicos cubanos a Kenia y Brasil, ponen de relieve la naturaleza interrelacionada de la asistencia sanitaria y los objetivos ideológicos en las relaciones internacionales de Cuba.

La situación dio un giro no esperado por las autoridades de ambos países, en Brasil, donde los médicos cubanos, en el marco del programa Más Médicos, recurrieron a la justicia para impugnar sus condiciones de trabajo, calificadas por algunos de “trabajo esclavo”. Esta batalla legal y el posterior escrutinio internacional, incluidas las investigaciones de representantes de la ONU, ponen de relieve la naturaleza polémica de la diplomacia médica cubana y el complejo panorama ético en el que se desarrolla.

Aunque los esfuerzos del gobierno cubano por proporcionar asistencia médica internacional han colmado sin duda lagunas críticas en la asistencia sanitaria mundial, las condiciones en las que trabajan estos médicos plantean profundas dudas sobre el coste de dicha diplomacia. Como se pregunta el artículo de Loeb en la Harvard International Review: “¿Qué hará el próximo momento de tensión por el sistema sanitario cubano, especialmente por los médicos aplastados bajo su peso, tanto dentro como fuera de la isla?”. Esta pregunta no sólo exige una reevaluación de la diplomacia médica cubana, sino que también subraya la urgente necesidad de reformas que garanticen el bienestar y el trato justo de sus profesionales médicos, tanto dentro como fuera de la isla. 





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