En un artículo para The International Affairs Review, Aidan Pascoe centra el análisis en un hecho preocupante: el establecimiento de un puesto de escucha chino en Cuba. Esta revelación, inicialmente publicada por The Wall Street Journal y posteriormente confirmada por la administración Biden, supone un cambio significativo en la dinámica entre ambas naciones y una clara señal de que el panorama geopolítico cercano a las costas de Estados Unidos está cambiando. Con capacidad para interceptar comunicaciones en la región de Florida y el Golfo de México, la presencia de esta instalación de reconocimiento subraya la importancia estratégica de Cuba y las consecuencias del aislamiento continuado de Estados Unidos respecto a la nación insular.
Las raíces de la relación entre Estados Unidos y Cuba, o la falta de ella, se remontan a la administración Eisenhower, en la que Estados Unidos impuso un embargo en respuesta a la nacionalización de activos estadounidenses por parte de Cuba. Esta política de aislamiento se consolidó con la Ley Helms-Burton, de 1992. Aunque hubo un breve periodo de descongelación de las relaciones bajo la administración Obama, la administración Trump dio marcha atrás en estos esfuerzos, reforzando el embargo y volviendo a incluir a Cuba en la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo. El enfoque vacilante de la administración Biden para revertir completamente estas medidas, a pesar de las promesas iniciales, habla de la compleja política y el malestar social dentro de Cuba y Estados Unidos.
Pascoe sostiene que el aislamiento continuado de Cuba no sólo dificulta la perspectiva de una mejora de las relaciones, sino que también contribuye al subdesarrollo económico de la isla y la acerca a países como China. La larga lucha del pueblo cubano por los derechos humanos y la reforma democrática se ha topado con la represión, y la política de presión económica de Estados Unidos no ha logrado promover un cambio significativo. En cambio, el compromiso de Estados Unidos con otros países comunistas, como Vietnam, ha demostrado los beneficios potenciales de la liberalización económica y la profundización de las relaciones.
La necesidad de revitalizar la política de Estados Unidos hacia Cuba es evidente, asegura Pascoe. El levantamiento del embargo económico y la retirada de Cuba de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo a cambio de la extradición de fugitivos de Estados Unidos podrían allanar el camino para mejorar las relaciones. Estas medidas no sólo mejorarían el bienestar económico cubano, sino que también beneficiarían a la industria estadounidense, abriendo nuevos mercados y oportunidades de cooperación en áreas de interés mutuo, como la ayuda en caso de catástrofes y la lucha contra el tráfico de personas.
Los críticos del compromiso argumentan que sólo reforzaría el régimen autoritario del gobierno cubano. Sin embargo, el fracaso del aislamiento para mejorar las condiciones de los derechos humanos en Cuba sugiere que es necesario un nuevo enfoque. El establecimiento de lazos económicos y la cooperación en cuestiones de seguridad podrían dar a Estados Unidos la capacidad de influir en las políticas cubanas hacia una mejor gobernanza y el respeto de los derechos humanos.
No obstante, en una posición o en la otra, advierte Pascoe, el establecimiento de un puesto de escucha chino en Cuba es una llamada de atención para que Estados Unidos reevalúe su política de aislamiento. Adoptando el compromiso y tendiendo puentes, Estados Unidos puede fomentar la prosperidad y la seguridad no sólo para el pueblo cubano sino también para sí mismo. La presencia de China en Cuba es un claro recordatorio de lo que está en juego en la carrera mundial por la influencia.
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