En un libro publicado el pasado noviembre, bajo el título ‘Reina de Cuba: El relato de un agente del FBI sobre la espía que eludió la detección durante 17 años’ (‘Queen of Cuba: An FBI Agent’s Insider Account of the Spy Who Evaded Detection for 17 Years’) , los coautores Peter J. Lapp y Kelly Kennedy se adentran en el enigmático y oscuro mundo de Ana Montes, una apreciada analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa que llevó una doble vida como espía cubana. Montes, a menudo pasada por alto debido a que los atentados del 11-S se produjeron la misma semana de su detención, sigue siendo una figura sorprendente en los anales del espionaje.
La espía que vivió entre nosotros
Durante casi 20 años, Ana Montes, aclamada como una “superestrella” de la Agencia de Inteligencia de Defensa, vivió una vida llena de engaños. Apreciada por su perspicacia en asuntos latinoamericanos, Montes albergaba en secreto lealtad a la Cuba de Fidel Castro. Los autores, Lapp, un agente retirado del FBI implicado en el caso de Montes, y Kennedy, un experimentado reportero de seguridad nacional, combinan experiencia y estilo narrativo para desvelar la historia de Montes en un libro que es a la vez informativo e inquietante.
Inteligencia cubana: Un enemigo formidable
La historia de Montes pone de relieve las estrategias de la inteligencia cubana. La DGI, la principal agencia de espionaje de Cuba, establecida bajo dirección soviética, desempeñó un papel fundamental en la extensión de la influencia de Fidel Castro en todo el mundo. El impacto de la DGI se dejó sentir desde el entrenamiento de grupos palestinos hasta la intervención en la política africana. Sus operaciones en Estados Unidos, incluida la revelación de múltiples agentes dobles cubanos, ponen de relieve su audaz capacidad de espionaje.
Ana Montes: La verdadera creyente
La trayectoria de Montes en el espionaje es poco convencional. Reclutada antes de entrar en la DIA y motivada no por el dinero sino por sus creencias, su historia es la de una convencida ideológica. Criada en el seno de una familia de clase media de ascendencia puertorriqueña, la turbulenta relación con su padre, psiquiatra del ejército estadounidense, alimentó su empatía por los desvalidos y su inclinación por el secretismo y el desafío.
La espía ideológica
La arraigada oposición de Montes a la política exterior de Estados Unidos y su afinidad con la causa castrista la llevaron a tomar un camino improbable: espiar para Cuba mientras trabajaba para el gobierno estadounidense. La longevidad de su carrera, la evasión de las técnicas tradicionales de espionaje y su género contribuyeron a que no fuera detectada. Utilizó su posición para influir en la política estadounidense, incluidos los esfuerzos por defender el estatus de Cuba en la política internacional.
La caída de la Reina de Cuba
La captura de Montes fue una compleja mezcla de descubrimientos accidentales y una dedicada labor de investigación, en la que participaron desilusionados agentes cubanos que lo arriesgaron todo para desertar a EE.UU. Su inquebrantable dedicación al régimen castrista condujo a importantes infracciones, incluida la revelación de un programa clasificado de acceso especial.
Impenitente hasta el final
Montes sigue sin pedir perdón, testimonio de su inquebrantable compromiso ideológico. Las reflexiones de Lapp en el libro analizan la propensión humana al engaño y la racionalización, haciéndose eco de las palabras del filósofo Raymond Aron sobre los extremos que los ideólogos pueden justificar.
“Reina de Cuba” no sólo arroja luz sobre un capítulo poco conocido pero significativo de la historia del espionaje, sino que también suscita una reflexión más profunda sobre las complejidades de la lealtad, las creencias y la delgada línea que separa el patriotismo de la traición. Montes, en su implacable compromiso con su causa, “no sólo espió a Estados Unidos, sino que desafió nuestra comprensión de la lealtad y la ideología”, sostienen los autores.
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