El declive de un gigante económico
Durante siglos, el azúcar fue la columna vertebral de la economía de Cuba, sirviendo no sólo como el principal producto de exportación, sino también como la piedra angular de su industria del ron. Hoy, sin embargo, la emblemática industria azucarera se encuentra en un estado de deterioro, marcado por la espiral inflacionista, la escasez de productos básicos y las sanciones económicas de Estados Unidos. Este declive se percibe en la cooperativa azucarera de Yumuri, cerca de Cienfuegos, según muestra un reportaje de BBC News, donde hombres como Miguel Guzmán han trabajado en los campos de caña desde su juventud.
Toda una vida de trabajo duro
Cortar caña es lo único que ha conocido Miguel Guzmán. Procedente de una familia de labradores, empezó a trabajar en este exigente oficio siendo un adolescente. “No hay camiones suficientes y la escasez de combustible hace que a veces pasen varios días antes de que podamos trabajar”, dice Guzmán, destacando el calamitoso Estado de la industria. Las horas de cosecha perdidas por la inactividad de hombres y maquinaria han afectado gravemente a los niveles de producción. La temporada pasada, la producción de azúcar de Cuba cayó a sólo 350.000 toneladas, un mínimo histórico y un marcado contraste con los 1,3 millones de toneladas registradas en 2019.
Dificultades económicas e inflación
A pesar de ser uno de los cortadores más rápidos de su equipo, Guzmán no recibe ningún incentivo económico más allá de su amor por el oficio. “Con mi salario ya casi no compro nada”, se lamenta, reflejando el empeoramiento de la inflación en Cuba. El país importa ahora azúcar para satisfacer la demanda interna, una situación antaño inimaginable durante los años de gloria de la industria.
En el interior del ingenio azucarero de Ciudad Caracas, cerca de Cienfuegos, el aire está cargado de un abrumador olor a melaza. Los trabajadores operan uno de los pocos ingenios azucareros en funcionamiento de Cuba. “Son cuatro más de los previstos originalmente para esta temporada, gracias al duro trabajo y al esfuerzo de los trabajadores”, dice Dionis Pérez, director de comunicación de la empresa azucarera estatal Azcuba. Sin embargo, reconoce que otros 29 ingenios están paralizados.
Una crisis nacional
Juan Triana Cordoví, del Centro de Estudios de la Economía Cubana de La Habana, califica la situación de desastrosa. “Hoy la industria azucarera en Cuba casi no existe”, dice, señalando que la caída de la producción de azúcar tiene graves consecuencias para otras partes de la economía cubana, incluidos sus ingresos por exportación de ron. “Estamos produciendo la misma cantidad de azúcar que producía Cuba a mediados del siglo XIX”.
El declive se ha visto exacerbado por la política de “máxima presión” implementada por el expresidente de Estados Unidos Donald Trump y continuada por el presidente Joe Biden, que intensificó el embargo comercial a la isla. Sin embargo, los problemas a los que se enfrenta el azúcar cubano no se deben únicamente al embargo de Estados Unidos. Años de mala gestión crónica y falta de inversión también han desempeñado papeles importantes. Actualmente, el azúcar recibe menos del 3% de la inversión del Estado, y el gobierno cubano da prioridad al turismo como principal motor económico.
Un atisbo de capitalismo
Un hombre que ha logrado sortear estos retos es Martín Nizarane, considera el reportaje de BBC News, parte de una nueva generación de empresarios privados cubanos. Su empresa, Clamanta, produce yogur y helado en una fábrica a las afueras de La Habana, utilizando azúcar importada de Colombia. Nizarane pretende duplicar pronto la producción y ha sido elogiado por el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, como modelo para el futuro.
A pesar de los elogios, Nizarane insiste en que no recibe ningún trato especial del Estado. “No soy un empleado del Estado cubano. Esta es una forma de producción no estatal que vende tanto a otras entidades no estatales como a empresas estatales”, asegura. Su éxito, sin embargo, subraya el marcado contraste con la industria azucarera tradicional, en apuros.
Desafíos económicos y medidas gubernamentales
La economía cubana en general sigue afrontando importantes retos. El 1 de marzo, en medio de la creciente inflación, el gobierno quintuplicó el precio del combustible subvencionado. Esta decisión, aunque considerada necesaria por los funcionarios, ha sido profundamente impopular. “No hay relación entre lo que ganamos y los precios que vemos”, dice Manuel Domínguez, un conductor cubano. “Para el cubano medio, el combustible es sencillamente inasequible”.
En un dramático giro de los acontecimientos, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, fue detenido por presunta corrupción, una extraordinaria caída en desgracia pública. Aunque algunos consideran su detención un chivo expiatorio del Estado de la economía cubana, la mayoría cree que para resolver los problemas económicos de Cuba se necesitará mucho más que la destitución de un ministro.
Una lucha por la supervivencia
De vuelta a los campos de caña de azúcar de Cienfuegos, los cortadores continúan su agotador trabajo con poco optimismo. El estribillo icónico, “Sin azúcar no hay país”, refleja una parte muy arraigada de la identidad nacional cubana. Juan Triana Cordoví afirma: “Durante más de quizás 150 años, la industria de la caña de azúcar fue a la vez el principal ingreso de exportación y la locomotora del resto de la economía. Eso es lo que hemos perdido”.
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