Amaury Pérez: De cantante a vagabundo en New York

Un amanecer resacoso en la gran ciudad

Amaury Pérez, cantante cubano, despertó con resaca en la ciudad de New York, con una sensación sucia y desaliñada. Vestido con un viejo mono deportivo y calzado sucio, parecía más un sin techo que un reconocido artista. El relato de este sorprendente encuentro fue narrado por el mismo Amaury en su columna “Crónicas de Amaury” en el portal oficialista cubano ‘Cubadebate’.

El propósito de su temprano despertar era encontrarse con su amigo y “hermano”, Joel Valdés, quien había viajado desde Seattle. A pesar de su estado, decidió esperar a su amigo en la acera del hotel donde se alojaba, mientras su esposa iba a buscarlo al interior.


New York: Un escenario cosmopolita 

En su espera, Amaury Pérez empezó a observar a los transeúntes. Si algo apreciaba del dinamismo de New York era que, al prestar atención, podía ver la vida entera desfilar frente a él en cuestión de minutos.

A lo lejos, una pareja elegante y sofisticada llamó su atención. Su apariencia parecía sacada de una revista de moda, a años luz de la apariencia desaliñada y sucia que él mismo presentaba en ese momento.


Encuentro con fantasmas del pasado

Cuando la pareja estuvo a su lado, se detuvo y el hombre, para sorpresa de Amaury, le reconoció. Resultó que eran viejos compañeros de secundaria, que ahora se habían convertido en millonarios neoyorquinos. 

La increíble transformación de Jaime y Margarita, ahora James y Margaret, contada en un perfecto español, dejó a Amaury desconcertado. Estos compañeros de secundaria, ahora encarnando el sueño americano, contrastaban drásticamente con el Amaury vestido como un vagabundo, su realidad en ese momento.


¿Rechazo al esplendor, complejo de inferioridad o demagogia?

Al despedirse, James le entregó a Amaury una invitación a una fiesta y una tarjeta con la dirección de una sastrería de lujo para alquilar un esmoquin. Luego se alejaron en su limusina, dejando a Amaury con la boca abierta. 

Poco después, Joel, su amigo cubano, salió del hotel, sencillo y auténtico. En ese momento, Amaury dejó caer la tarjeta, renunciando tácitamente al lujo y el esplendor (o a la esperada humillación) que le ofrecían James y Margaret.

Este relato, narrado por Amaury Pérez en ‘Cubadebate’, pone en relieve una realidad más amplia: la situación de los millones de cubanos que se quedan en la isla, viviendo en la pobreza y sin la posibilidad de abandonar su patria.

Mientras Amaury —valiéndose de su “éxito” como cantante, pero sobre todo a su cercanía con los dirigentes y mecanismos de poder cubanos—, se va de fiesta hasta altas horas de la noche, viste como un vagabundo y pasea su resaca por las calles de New York, hay cubanos que ni siquiera tienen la opción de experimentar en sueños ese tipo de vida.

Su actitud parece un manifiesto ideológico, pero es solo una gran complicidad con la mafia que gobierna Cuba. Por lo que es inevitable preguntarse: ¿Es correcto que mientras algunos tienen la oportunidad de elegir qué hacer con su vida —incluso vagar resacosos por New York—, otros cubanos estén atrapados en una realidad de la cual no pueden escapar y donde el hambre y la falta de libertades es el pan de todos los días? Quizás Amaury, en algún momento de sobriedad, podría escribir sobre ellos.





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El inspirador viaje de sor Mary Lange

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