En un intento por mitigar la creciente escasez de energía, Cuba ha tomado medidas drásticas al apagar casi tres cuartas partes de su alumbrado público durante las horas punta, según revelaron el martes los medios de comunicación estatales. Esta medida forma parte de una estrategia más amplia para hacer frente a la grave recesión económica que atraviesa el país.
El déficit energético ha sido un problema persistente para el gobierno de la isla, y en los últimos meses se ha agravado considerablemente. Según los informes, la falta de combustible, unida a la necesidad de mantener unas infraestructuras envejecidas, ha provocado un aumento de los apagones, lo que ha afectado gravemente a la vida cotidiana y a las actividades económicas. Estos apagones se han convertido en una queja común entre la población cubana, lo que indica una tendencia preocupante en la gestión energética del país.
Durante un consejo de ministros, Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas de Cuba, esbozó una serie de medidas encaminadas a paliar la crisis energética. Entre estas iniciativas figuran la reducción del alumbrado público, el cierre de numerosos servicios estatales y un cambio en las estrategias de producción para reducir la frecuencia y duración de los apagones.
Los problemas económicos de Cuba se han agravado, y el PIB de la nación se ha desplomado un 10% desde 2019. El gobierno atribuye este declive principalmente a las sanciones impuestas por Estados Unidos durante la administración Trump, que apuntaron a sectores clave como el turismo, los servicios médicos y las remesas. Las sanciones, junto con la pandemia de COVID-19, el aumento de los costos de envío y las dificultades para revisar la economía centralmente controlada y dominada por el Estado, han exacerbado la situación.
La dependencia del país de las importaciones para productos básicos como alimentos, medicinas y combustible se ha visto gravemente afectada por la escasez de divisas. Los datos oficiales revelan un panorama desolador, ya que el mes pasado sólo se recibió el 46% de las importaciones de combustible previstas, lo que provocó apagones generalizados en toda Cuba, aunque La Habana se ha librado en cierta medida.
Una encuesta realizada en cinco de las 14 provincias cubanas reveló el alcance de la crisis, con los residentes enfrentándose a apagones de seis a doce horas divididos en dos sesiones al día. En la provincia de Guantánamo, la empleada estatal Yurkina Gracial describió la situación como insoportable, sobre todo teniendo en cuenta el calor tropical, con cortes de electricidad de cuatro horas dos veces al día. Del mismo modo, en la provincia de Pinar del Río, el propietario de un restaurante, Jaime Carrillo, lamentó el impacto de los apagones de hasta ocho horas diarias en su negocio, en particular el riesgo de deterioro de los alimentos.
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