Las olas de la tormenta que asoló La Habana en días pasados arrastraron medusas y algas al litoral de la ciudad. Tras las lluvias, las temperaturas cayeron en picado hasta unos inusuales 12 grados, dejando a los residentes enfrentados a unas condiciones meteorológicas ajenas al clima típicamente cálido de la isla. “Esto es realmente nuevo… no estamos acostumbrados a este tipo de frío”, comentó una residente, cerca de la explanada del Malecón.
Pero las inclemencias del tiempo no son los únicos problemas a los que se enfrenta Cuba. La infraestructura de viviendas del país está sometida a una gran presión. Años de humedad, tormentas y abandono han dejado muchas de las casas de la isla en mal estado. Las dificultades económicas a las que Cuba se enfrenta desde hace décadas no han hecho sino agravar la situación, obstaculizando el desarrollo de la vivienda. Trágicamente, los peligros de esta infraestructura en ruinas se pusieron de manifiesto el año pasado cuando una vieja casa de La Habana se derrumbó, matando a tres personas y afectando a trece familias, según informó Associated Press.
Con muchos edificios en riesgo de derrumbe, las autoridades de La Habana se han visto obligadas a desalojar a los inquilinos de las estructuras más vulnerables. Sin embargo, el coste de las renovaciones necesarias supone un obstáculo importante, ya que la mayoría de los cubanos carecen de recursos financieros para invertir en sus hogares. El deterioro de los edificios refleja los problemas económicos más generales a los que se enfrenta Cuba, según Christopher Sabatini, investigador de Chatham House, que señala el declive general de la economía y la existencia de un parque de viviendas en gran parte deficiente.
En paralelo, el gobierno cubano se ha centrado en impulsar políticas sociales, como la ampliación de las prestaciones por maternidad y paternidad y el mantenimiento de un sistema sanitario, como las viviendas, cada vez más deteriorado. Estos esfuerzos, reseña el gobierno, están en consonancia con los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas para 2030. Sin embargo, los problemas económicos están muy arraigados, y el país produce una profunda crisis sistémica, agravada por las sanciones de Estados Unidos.
La posición de estadounidense frente a la isla, sostienen los críticos de estas políticas, ha sofocado el crecimiento económico de Cuba y ha preservado sus lazos con Rusia, actualmente un socio vital para la economía cubana.
El panorama geopolítico complica aún más la situación de Cuba, con China aumentando su presencia en la isla en un intento de forjar una relación más fuerte con un adversario tradicional de Estados Unidos. Sin embargo, expertos como Robert Looney, profesor de la Naval Postgraduate School, sostienen que las ofertas de Cuba a Pekín son limitadas, lo que hace improbable un apoyo significativo de China, especialmente mientras navega por sus propios desafíos económicos.
A medida que Cuba se enfrenta a estos problemas polifacéticos, desde las anomalías meteorológicas inducidas por el clima hasta los retos económicos y de infraestructuras, la resistencia de su pueblo se pone a prueba. Lo que ha provocado un éxodo sin precedentes en el país, que ha perdido más de medio millón de residentes en tan solo dos años. Un flujo que debería conducir a las autoridades a cuestionarse la validez de los métodos de gobierno empleados hasta ahora.
VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia”
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