Una lucha invisible que ha estado ensombreciendo a las familias: el creciente coste de los juguetes en medio de la cada vez más profunda crisis económica del país. Mientras los juguetes aparecen por todas partes, desde los vendedores ambulantes a las plataformas en línea, las tiendas estatales que antaño ofrecían opciones asequibles a las familias permanecen visiblemente vacías.
No es raro ver juguetes a la entrada de parques infantiles, en tiendas de regalos e incluso en grupos de WhatsApp y Facebook. Pero para la mayoría de las familias cubanas, la adquisición de estos juguetes es un reto. A medida que la inflación aprieta la economía cubana y las familias priorizan sus gastos en necesidades básicas como la alimentación y la higiene, los juguetes se han convertido en un lujo desorbitado.
Las jugueterías estatales, que solían ser el lugar al que acudían los padres, están ahora cerradas en su mayoría. Por otro lado, los vendedores privados e informales parecen subir sus precios en las épocas punta, como enero, junio, julio y diciembre. Para los padres, no se trata sólo de comprar un juguete, sino de garantizar el bienestar y el desarrollo psicológico de sus hijos.
La Dra. Roxanne Castellanos Cabrera, experta en psicología infantil, destaca la importancia de los juguetes en la vida de un niño, sobre todo durante los tres primeros años. Sugiere que no se trata sólo de “jugar”, sino también de desarrollar habilidades cognitivas. Los objetos, que a menudo clasificamos como juguetes, desempeñan un papel fundamental en la estimulación de las interacciones sensoriales y la mejora de los procesos de pensamiento de los bebés.
Sin embargo, aunque los empresarios locales intentan llenar el vacío dejado por el Estado, sus ofertas suelen tener precios fuera del alcance de la mayoría. Por ejemplo, un simple juguete, que ni siquiera puede tener características avanzadas, puede costar hasta 2.700 pesos en algunas tiendas, lo que equivale a los ingresos mensuales de muchos hogares cubanos.
Muchos padres están encontrando formas ingeniosas de transformar objetos domésticos en juguetes. Sin embargo, como señala la Dra. Cabrera, no todos los padres tienen los conocimientos necesarios para crear juguetes apropiados para la edad de sus hijos que puedan ayudarles realmente en su desarrollo.
La cuestión no es nueva. La Comisión de Juventud, Infancia y Derechos de la Mujer de la Asamblea Nacional debatió el problema del alto coste y la escasez de juguetes en 2017. Si bien se donó un número considerable de juguetes, muchos fueron dirigidos a hospitales pediátricos y otras instituciones, dejando a la población en general en la indigencia.
La crisis va más allá de los juguetes. Refleja un desafío económico mayor al que se enfrenta Cuba, donde incluso los productos básicos se convierten en lujos. Aunque los juguetes se encuentran por todas partes, su elevado coste los ha hecho casi inalcanzables para la familia cubana media, dejando en apuros tanto la imaginación de los niños como el bolsillo de los padres.
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