Las autoridades anunciaron a última hora de la noche del viernes que Robert Card, el único sospechoso del horrible tiroteo masivo en una bolera y un bar de Lewiston, había sido hallado muerto de una herida de bala aparentemente autoinfligida. El trágico incidente del miércoles se había cobrado la vida de 18 personas y había dejado 13 heridos.
Este desenlace tras una tensa persecución de dos días ha supuesto un cierto alivio para una comunidad que se había visto atenazada por el miedo, lo que llevó a que empresas, oficinas gubernamentales y residentes permanecieran cerrados mientras las agencias estatales y federales buscaban a Card por varias ciudades.
La gobernadora de Maine, Janet Mills, expresó sus sentimientos en una rueda de prensa nocturna: “Como mucha gente, respiro aliviada esta noche”. Sin embargo, reconoció que, para muchos, la muerte del sospechoso no traería necesariamente la paz. Mills dedicó un momento a elogiar la resistencia y el espíritu de la comunidad de Lewiston, destacando su historia y sus valores. También expresó su gratitud a los primeros intervinientes e informó de que el presidente Biden y otros funcionarios federales habían sido informados de los acontecimientos.
Haciéndose eco de estos sentimientos, el presidente Biden emitió una declaración en la que elogiaba la valentía de los agentes del orden y expresaba sus condolencias a la comunidad de Lewiston.
Mike Sauschuck, comisario del Departamento de Seguridad Pública del estado, confirmó que el cadáver de Card había sido encontrado en Lisbon Falls, cerca del río Androscoggin.
La representante demócrata Chellie Pingree describió la operación de búsqueda de Card como “sin cuartel”. Pingree destacó el esfuerzo concertado de más de 300 agentes de las fuerzas del orden, algunos de los cuales habían participado en persecuciones de alto nivel, como la del terrorista del maratón de Boston en 2013. Dada la densa cubierta forestal de Maine, la mayor de Estados Unidos, la búsqueda resultó todo un reto.
Pero, en medio del alivio, sigue habiendo preguntas, especialmente sobre el motivo y el estado mental de Card antes del suceso. Las imágenes de vigilancia de la noche del tiroteo mostraban a Card empuñando un rifle semiautomático. La adquisición de esta arma está ahora bajo escrutinio, especialmente a la luz de las revelaciones de que Card, reservista del Ejército, había mostrado un comportamiento errático durante una sesión de entrenamiento de la Guardia Nacional en Nueva York a principios de este año. Los detalles de cualquier intervención de salud mental que pudiera haber recibido siguen sin revelarse.
Una vez neutralizada la amenaza inmediata, la comunidad centra ahora su atención en la curación, el recuerdo de las víctimas y la búsqueda de respuestas a las preguntas que persisten en torno a este trágico suceso.
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