El ex presidente Donald Trump ha desvelado planes para establecer una universidad gratuita en línea llamada “Academia Americana”, que se financiaría gravando las dotaciones de las principales universidades privadas. La propuesta se ha presentado como una remodelación de la educación superior en Estados Unidos.
La política, compartida en un vídeo de campaña, se centra en la creación de una institución financiada con fondos federales que ofrezca títulos gratuitos sin ninguna influencia de “wokismo o yihadismo”.
El planteamiento de Trump pasa por gravar las cuantiosas dotaciones de las universidades privadas, inspirándose en su ley fiscal de 2017 que gravaba con un 1,4% los ingresos por inversiones de las universidades privadas más ricas del país.
Esta ley hizo que 58 instituciones pagaran un total de 244 millones de dólares en 2022, según datos del IRS. Trump también aludió a la posibilidad de “multar y demandar” a las universidades acaudaladas para generar más fondos para esta nueva iniciativa.
Sin embargo, los detractores de la educación superior estadounidense podrían recordar la polémica en torno a la Universidad Trump, que culminó con un acuerdo de 25 millones de dólares por acusaciones de fraude.
La propuesta de revolucionar la educación superior llega en medio de un mayor escrutinio político de las instituciones educativas estadounidenses. Acontecimientos recientes, como la respuesta de las principales universidades al ataque de Hamás contra Israel, han intensificado el debate. Varias figuras eminentes, desde líderes empresariales a políticos, han criticado a las universidades por sus declaraciones ambiguas o por permitir oradores propalestinos, lo que ha llevado a algunas incluso a reconsiderar futuras donaciones.
En el vídeo de campaña, Trump expresó su preocupación por el estado actual de la educación superior en Estados Unidos, afirmando: “Gastamos más en educación superior que cualquier otro país, y sin embargo están convirtiendo a nuestros estudiantes en comunistas, terroristas y simpatizantes de diversas dimensiones. No podemos permitirlo”.
La mecánica de funcionamiento de la “Academia Americana” aún no se ha concretado, pero los responsables de la campaña mencionaron estar explorando varios modelos. Estos podrían incluir la supervisión por parte de una agencia gubernamental actual, una junta o comisión nombrada por el presidente, o una entidad privada financiada con fondos públicos.
El presidente Joe Biden también se ha mostrado proactivo a la hora de abordar los retos de la enseñanza superior, centrándose en iniciativas de alivio de la deuda. En marcado contraste con el planteamiento de Biden de borrar la enorme deuda de los préstamos estudiantiles, la propuesta de Trump hace hincapié en ofrecer vías educativas asequibles sin un gasto excesivo.
A principios de este año, Trump se aventuró en la política educativa abogando por nuevas normas de acreditación y haciendo hincapié en la defensa de “la civilización estadounidense y occidental” en los programas escolares.
Históricamente, la idea de una universidad nacional estadounidense no es novedosa. El presidente George Washington, en su discurso inaugural ante el Congreso en 1780, abogó por una institución nacional dedicada a fomentar la ciencia, la literatura y la educación cívica.
En la actualidad, surgen voces conservadoras que abogan por una reforma del sistema tradicional de enseñanza superior estadounidense, que perciben como bastiones progresistas antagónicos a las ideologías conservadoras. De este sentimiento se hace eco su rival en la nominación del Partido Republicano, el gobernador de Florida Ron DeSantis, que ha abogado por revisar la acreditación universitaria y la educación superior.
Durante el mandato de Trump, su Departamento de Educación se inclinó por desregular la educación superior, en particular las universidades en línea y con fines de lucro. Esta postura se ha enfrentado a la oposición de los demócratas que argumentan que la reducción de la supervisión federal podría permitir a las instituciones engañar a los estudiantes, llevándolos a endeudarse por programas de valor cuestionable. Desde entonces, la administración Biden se ha esforzado por restablecer e intensificar la regulación de las universidades.
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