En junio de 2023, Vladímir Putin subió a un yate en el golfo de Finlandia para asistir a una ceremonia de izado de bandera en la reluciente nueva sede frente al mar de Gazprom, el gigante energético estatal que constituye la piedra angular de su proyecto imperial.
—Precioso —comentó a su anfitriona, Elena Iliújina, quien había supervisado la construcción del rascacielos—. Aunque poco conocida por el gran público, la mujer elegantemente vestida era una figura muy influyente en el sector energético ruso y alta ejecutiva de una filial petrolera exitosa de Gazprom.
Aparentemente cómoda con el presidente ruso, Iliújina continuó hablando mientras comenzaba a sonar el himno nacional y se izaban tres de las banderas más importantes del país: la tricolor rusa, la soviética con la hoz y el martillo, y el estandarte imperial de Pedro el Grande —símbolos de los legados históricos que Putin ha reivindicado durante su invasión a gran escala de Ucrania.
Con una leve sonrisa, Putin se llevó un dedo a los labios para pedir silencio. Visiblemente avergonzada, Iliújina comenzó enseguida a mover los labios con la letra del himno.
Sin embargo, en marzo del año siguiente, Iliújina había sido ascendida a directora general adjunta de la propia Gazprom, liderando una ambiciosa reestructuración de la mayor empresa de Rusia mientras enfrenta la crisis más grave de los últimos años.
Tras décadas de beneficiarse de su monopolio en las exportaciones rusas de gas por gasoducto, Gazprom lucha ahora por recuperarse de pérdidas récord después de que la invasión a gran escala de Ucrania destruyera su modelo de negocio.
Es un ascenso notable para una mujer que ingresó al grupo Gazprom hace más de quince años, aliada de su director general, Alexéi Miller, y amiga cercana de su pareja de larga data, Marina Entaltseva.
—Iliújina es enérgica y hábil en la política corporativa. Es como Cersei Lannister (el personaje despiadadamente ambicioso de Juego de tronos). Pero dudo que incluso ella logre remover este pantano —dice una persona que trabajó con ella.
Hace apenas unos años, una reorganización a tan gran escala habría sido impensable. Pero sin reformas, el futuro para Gazprom luce sombrío.
Este año, se espera que los envíos totales a Europa y Turquía se reduzcan más de cinco veces respecto a los niveles de 2019, cayendo a 47.000 millones de metros cúbicos y a 34.000 millones en 2034. El flujo de caja seguirá siendo negativo, con un déficit que alcanzará los 15 billones de rublos para ese año, según una presentación de 42 páginas titulada Transformación de Gazprom, elaborada el año pasado y consultada por el Financial Times.
El documento señala desafíos clave derivados de la interrupción de las cadenas de suministro y del debilitamiento de los contratos, además del acceso limitado al mercado europeo, que Gazprom había dominado hasta que utilizó su cuasimonopolio para provocar la peor crisis energética en Europa en medio siglo.
Iliújina quiere unificar las divisiones dispersas de Gazprom en una “única compañía integrada verticalmente”. Esto incluye reforzar el control sobre Gazprom Neft, la dinámica y bien gestionada petrolera en la que trabajó durante más de una década, y que representa la división más rentable del grupo. Gazprom y Gazprom Neft no respondieron a las solicitudes de comentarios.
El presidente ruso Vladímir Putin y Elena Iliújina asisten a una ceremonia de izado de bandera en 2023. La ahora subdirectora general de Gazprom está liderando la reestructuración de la mayor empresa de Rusia en medio de su crisis más grave en años. © SPUTNIK/AFP.
La presentación también propone recortes drásticos —desde viajes y alquileres de oficinas hasta relaciones con el gobierno— y la venta de activos no esenciales, incluida la red de estaciones de repostaje de metano de Gazprom, ya sea parcial o totalmente. En febrero, la compañía sacó a la venta varios edificios de manera pública.
El reconocimiento por parte de Gazprom de la necesidad de adaptarse pone de manifiesto hasta qué punto ha caído uno de los pilares de la economía rusa.
—Toda la estructura del negocio se construyó en un entorno de crecimiento constante —dice una persona cercana a la empresa—. Pero ahora todo ha cambiado.
Como parte del plan, Iliújina propuso el mayor recorte de personal en la historia de la sede central de Gazprom. Después de dos décadas de expansión, era necesario eliminar 1600 empleos —casi el 40% del total—, según explicó en una carta dirigida a Miller.
A principios de 2025, Iliújina también presentó un plan detallado de reducción de plantilla, al que tuvo acceso el Financial Times. El esquema contemplaba el cierre de al menos tres departamentos, incluido uno creado en 2022 para buscar alternativas rusas a la tecnología occidental.
Otras ocho divisiones —entre ellas, relaciones económicas exteriores y reparaciones de capital— estaban previstas para ser fusionadas, mientras que las funciones jurídicas, fiscales y de tesorería se consolidarían en un centro único.
—Era inevitable. De hecho, llega con retraso —afirma Tatiana Mitrova, investigadora del Center on Global Energy Policy de la Universidad de Columbia—. Esto es Gazprom: un gigante burocrático y jerárquico. No sorprende que sea una de las últimas empresas estatales rusas en adoptar reformas.
Putin comenzó a reforzar su control sobre Gazprom poco después de llegar al poder, a comienzos de los años 2000, en un contexto de precios energéticos en alza, al colocar al frente de la empresa a Alexéi Miller, su antiguo adjunto en la alcaldía de San Petersburgo.
Los enormes beneficios de Gazprom ayudaron a financiar un imperio que va mucho más allá del sector energético: desde importantes canales de televisión como NTV hasta el tercer mayor banco de Rusia y buena parte del sector deportivo del país. La compañía emplea a unas 500.000 personas.
Gazprom no solo contribuyó a reforzar el poder de Putin en el país —gracias, en parte, a su control sobre las cadenas televisivas—, sino que también le permitió ejercer presión sobre Europa, su principal cliente de gas, y sobre Ucrania, el principal país de tránsito.
Al margen de la única reunión que Putin mantuvo con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, en París en 2019, la delegación de Kiev acudió a lo que esperaba serían arduas negociaciones técnicas con Gazprom. En su lugar, descubrieron que sería el propio Putin quien dirigiría las conversaciones, una muestra de cuán central es Gazprom en los objetivos estratégicos de Rusia.
Volodímir Zelenski, Angela Merkel, Emmanuel Macron y Vladímir Putin en una cumbre sobre Ucrania en París, en 2019. Al margen de la reunión, Putin sorprendió a la delegación ucraniana al encargarse personalmente de las negociaciones con Gazprom. © POOL/AFP.
Mientras Putin discutía con los ucranianos sobre las tarifas de tránsito de gas y disputas de arbitraje, Alexéi Miller, director general de Gazprom, repasaba en silencio un fajo de documentos, recuerda Yuriy Vitrenko, entonces director ejecutivo de Naftogaz, la empresa estatal ucraniana de energía.
—Eso es lo que implica negociar con Rusia sobre el suministro de gas —afirma Vitrenko—. Básicamente, se trata de geopolítica.
La importancia de Gazprom para el poder de Putin hizo que los principios empresariales convencionales pasaran a un segundo plano. La empresa se ganó una reputación de opacidad e ineficiencia, incluso para los estándares de las compañías estatales rusas del sector energético, y ha sido objeto de denuncias recurrentes de corrupción.
Un inversor ruso recuerda una mesa redonda sobre gobernanza corporativa a mediados de la década de 2010, en la que el economista Vladímir Mau —entonces miembro del consejo de administración de Gazprom— solicitó ver el contrato recién firmado con China para el suministro de gas. Los representantes del gobierno, encabezados por el entonces primer ministro Dmitri Medvédev, se rieron ante la propuesta.
Pese a sus carencias, Gazprom ha resistido los intentos de división impulsados por reformistas partidarios de la productividad y por sectores duros del Kremlin interesados en sus rutas de exportación.
El secreto de su supervivencia radica en su propia naturaleza: el monopolio de Gazprom se basa en un principio simple: bombear gas barato para venderlo caro en Europa y canalizar los beneficios hacia los objetivos internos y geopolíticos del Kremlin.
—Hacen cosas importantes para el Estado de forma segura y fiable —afirma un antiguo alto funcionario—. El presidente conoce a sus dirigentes, les respeta y confía en ellos.
En una muestra del poder de la empresa, el banco estatal Sberbank despidió en 2018 a su jefe de investigación y principal analista del sector petrolero y gasista después de que publicaran un informe donde sostenían que Gazprom priorizaba enriquecer a sus contratistas —entre ellos, empresas propiedad de amigos de Putin— antes que a sus propios accionistas o a sus resultados.
—Gazprom no es un campeón de la rentabilidad —afirma un alto funcionario del Kremlin—, pero cumple con eficacia su papel.
En 2005, Gazprom adquirió la división petrolera Gazprom Neft —entonces llamada Sibneft— al expropietario del Chelsea, Román Abramóvich, por un precio muy superior al que este había pagado en los años noventa, una operación ampliamente interpretada como una recompensa por su lealtad.
Desde el punto de vista político, la jugada tenía sentido: Putin estaba recuperando el control del sector energético tras el caos de los años postsoviéticos. Pero desde el punto de vista empresarial, la integración de una petrolera —que opera con una lógica más orientada al mercado— siempre resultó algo forzada dentro de Gazprom.
—Putin quería reafirmar el control del Estado sobre los recursos naturales de Rusia tras el desorden de los años noventa, pero absorber una empresa petrolera nunca encajó del todo —afirma Adi Imsirovic, de Surrey Clean Energy, quien dirigió en su día el negocio de comercio de petróleo de Gazprom en Londres.
Vladímir Putin y el director de Gazprom, Alexéi Miller, en la sede del grupo en el Centro Lakhta, el año pasado. El presidente nombró a su antiguo adjunto en la alcaldía de San Petersburgo al frente del gigante energético poco después de llegar al poder a comienzos de los 2000. © POOL/AFP.
Un año después de la adquisición, en 2006, Aleksandr Diúkov se convirtió en presidente de Gazprom Neft y, dos años más tarde, en su director general. Como Miller, Putin conocía a Diúkov desde la San Petersburgo postsoviética, pero ambos adoptaron enfoques opuestos en la gestión de sus empresas.
—Es difícil encontrar dos empresas rusas más distintas. Parece que vinieran de planetas diferentes —afirma Tatiana Mitrova, de la Universidad de Columbia.
Bajo la dirección de Diúkov, Gazprom Neft se ganó la reputación de ser una empresa moderna orientada al mercado, con una gestión de estilo occidental, según ejecutivos actuales y antiguos del sector energético ruso.
En el seno de Gazprom Neft, los departamentos de upstream y downstream, responsables de diferentes partes de la cadena de suministro, contaban con sus propios equipos financieros y jurídicos, y tomaban decisiones de forma autónoma —incluidas las relativas a qué proyectos de inversión financiar.
Otro antiguo alto directivo del sector energético ruso afirma que las acusaciones de corrupción contra la compañía eran “una fracción” de las que afectaban a “toda la estructura de Gazprom”.
Cuando Gazprom Neft asumió proyectos que antes gestionaba su empresa matriz, los contratistas exigieron precios desorbitados, muy por encima de los que la compañía pagaba en otros casos. Al pedir explicaciones, los contratistas respondieron: “hay una manera de hacer las cosas en las petroleras y otra en Gazprom”, recuerda una persona cercana a Gazprom Neft.
La milicia privada rusa Fakel, vinculada a Gazprom, en Ucrania. Miller apoya tanto la invasión que llegó a desplegar al menos dos batallones con hombres reclutados entre los propios guardias de seguridad de la empresa.
Al igual que las empresas que dirigen, Miller y Diúkov también son polos opuestos. Como muchos otros altos tecnócratas rusos y ejecutivos corporativos, Diúkov quedó conmocionado cuando comenzó la guerra a gran escala, y lamentó verse aislado de Occidente, aunque ha seguido adelante con discreción.
Miller, en cambio, fue un defensor tan ferviente de la invasión que obligó a sus ejecutivos a llevar una insignia con la letra Z —el mismo símbolo pintado en los tanques rusos—. Gazprom llegó a desplegar al menos dos batallones en Ucrania con hombres reclutados entre sus guardias de seguridad, a quienes se les ofrecieron incentivos laborales, pagas extraordinarias y equipamiento.
—Puedo imaginar a Diúkov trabajando en cualquier empresa occidental: BP, Shell —afirma una persona que conoce a ambos—. Pero a Miller, no. Sus principales cualidades son una memoria fotográfica —que Putin valora mucho—, y la lealtad.
Fue Iliújina quien a menudo actuaba como puente entre Gazprom Neft y Gazprom; era la persona a la que Diúkov podía recurrir para plantear a Miller cuestiones delicadas, según varias fuentes.
Inicialmente, personas cercanas a Gazprom Neft pensaban que su influencia dentro de Gazprom se debía a Marina Entaltseva, una amiga íntima suya que fue asistente de Putin en los años noventa y más tarde dirigió el departamento de protocolo presidencial.
—Desde el principio, la enviaron a Gazprom Neft como la persona de Miller, para vigilar —afirma una fuente cercana a la compañía.
Quienes la conocen describen a Iliújina como una figura muy poco convencional.
—A diferencia de muchos en Gazprom, no se limita a seguir el manual ni a ceñirse a la descripción formal de su puesto. Sabe cómo ir más allá de sus funciones —afirma una de esas personas.
En Gazprom Neft, buena parte de su equipo eran mujeres —algo poco común en el sector energético ruso, dominado por hombres—. A veces, las actitudes eran marcadamente chovinistas. Una persona cercana a Gazprom describía su oficina como “una mezcla entre floristería, perfumería y tienda de peluches”.
Durante su etapa allí, se le confiaron grandes proyectos, como el Lakhta Centre de 462 metros de altura y 1700 millones de dólares —la torre que Putin contemplaba desde el yate aquel día junto a Iliújina—. A comienzos de la década de 2010, supervisó también la construcción de “Altai Homestead”, oficialmente un centro vacacional de Gazprom, pero que numerosos reportes identifican como una de las residencias de descanso de Putin. Todos estos proyectos fueron financiados por Gazprom Neft, cuyos directivos “habrían preferido destinar ese dinero a otras cosas”, según una fuente cercana a la empresa.
Cuando su predecesor en Gazprom fue apartado, al parecer por sospechas de corrupción, “Iliújina era la mejor opción, tanto por su lealtad a Miller como por su perfil”, afirma una persona cercana a Gazprom Neft sobre su nombramiento como subdirectora ejecutiva del área de gestión inmobiliaria y relaciones corporativas.
Durante mucho tiempo, a Gazprom no le había molestado la autonomía de su filial, hasta que su propio flujo de caja comenzó a agotarse.
En los meses previos a la invasión de 2022, Gazprom comenzó a restringir el suministro a Europa, acumulando beneficios mientras los precios del gas alcanzaban niveles récord.
Una vez iniciada la guerra, Gazprom siguió reduciendo sus entregas a Europa con el pretexto de retrasos en la reparación de equipamiento. Pero la dependencia de la UE del gas ruso permitió que Gazprom evitara al principio sanciones importantes, incluso cuando el Kremlin utilizaba el suministro energético como arma política.
El sabotaje del gasoducto Nord Stream bajo el mar Báltico, en 2022, aceleró los esfuerzos de Europa por reducir su dependencia del gas ruso. © Danish Defence/AFP.
El panorama cambió en septiembre de 2022, cuando unos saboteadores volaron el Nord Stream, el principal gasoducto ruso hacia Europa, bajo el mar Báltico. La explosión aceleró los esfuerzos europeos para acabar con la dependencia del gas ruso: la proporción de importaciones por gasoducto procedentes de Rusia cayó del 40% anterior a la guerra al 11,2% en 2024, dejando hecho trizas el modelo de negocio de Gazprom.
Mientras tanto, Gazprom Neft logró adaptarse al tope de precios impuesto por el G7 a las exportaciones de crudo y se benefició de los precios elevados. En 2023, registró un beneficio de 641.000 millones de rublos, mientras que Gazprom declaró pérdidas por casi la misma cantidad (629.000 millones), su peor año en la historia reciente. Como resultado, la contribución de Gazprom Neft al beneficio operativo del grupo (ebitda) casi se duplicó, alcanzando el 75%.
Esto provocó una de las primeras grandes luchas internas por el poder en el sector desde la invasión, según varios altos ejecutivos actuales y antiguos de la industria energética rusa.
Gazprom actuó para poner fin a la independencia operativa de décadas de Gazprom Neft mediante una reestructuración destinada a debilitar a Diúkov y controlar más de cerca los flujos de caja, aseguran. En 2024, Gazprom Neft aumentó el reparto de dividendos del 50% al 75% de los beneficios, incrementando así las transferencias a su matriz en apuros, que posee el 90% de la filial.
Algunos departamentos fueron eliminados, mientras que otros —incluidos presupuesto, tesorería y recursos humanos— pasaron a estar bajo control directo de Gazprom.
Los cambios corporativos provocaron una salida masiva de los colaboradores más cercanos a Diúkov, incluido Vadim Yakovlev, quien había duplicado la producción de crudo como jefe de la división upstream. Yakovlev se incorporó a Novatek, el principal rival independiente de Gazprom en la producción de gas natural licuado (GNL).
La pérdida de Yakovlev —sustituido desde entonces por un directivo procedente de Gazprom— supuso un duro golpe para Diúkov, quien se había desvinculado de la gestión diaria, según un antiguo alto ejecutivo del sector energético ruso.
—Diúkov es un tipo brillante con una trayectoria legendaria, pero hace años que no gestiona la operativa. Acudía a reuniones del consejo y al Kremlin cuando era necesario, mientras que Yakovlev se encargaba del trabajo sucio.
—La prioridad histórica de Gazprom Neft en materia de inversión ha sido el upstream, y ahora Gazprom quiere controlar todas las inversiones —añade una fuente cercana al grupo.
Ahora que las figuras clave han sido desplazadas de la órbita de Diúkov, el conflicto se ha calmado. Pero mientras Gazprom Neft siga superando a su empresa matriz, la tensión dista mucho de haberse resuelto.
El objetivo de la transformación de Gazprom, según la presentación de Iliújina, es pasar de un modelo en el que “filiales fuertes controlan un centro débil” a otro basado en “un centro fuerte y filiales obedientes”.
Gazprom trabaja ahora intensamente para recuperar su estatus.
La única forma viable de sustituir su mercado central perdido es redirigir el gas de los yacimientos que antes abastecían a Europa hacia China, a través del gasoducto proyectado Fuerza de Siberia 2. Pero cuando Putin visitó Pekín en mayo del año pasado, la ausencia de Miller fue notoria, en medio de las exigencias inflexibles de China en cuanto a precios y volúmenes de suministro.
En su lugar, Miller voló a Teherán, en busca de nuevas fuentes de ingresos.
Tras su viaje, Gazprom consiguió un contrato de 2000 millones de metros cúbicos anuales con Irán, donde la infraestructura obsoleta provoca interrupciones en el suministro a pesar de que el país es el tercer mayor productor de gas natural del mundo.
En 2024, Gazprom incrementó sus exportaciones a Asia Central, principalmente a Uzbekistán, y amplió el suministro por gasoducto a través de rutas ya existentes en un 15% en total, aunque los volúmenes siguen muy por debajo de los niveles anteriores a la invasión.
Gazprom ha llegado incluso a plantear ideas poco ortodoxas para aumentar los ingresos, como hacer que los trenes de larga distancia en Rusia funcionen con gas, según dos fuentes.
El Estado también ha intervenido para mantener a flote a Gazprom. El año pasado, eliminó el impuesto anual de 600.000 millones de rublos que había impuesto a finales de 2022, alegando la necesidad de “apoyar la inversión”.
Gazprom también se ha beneficiado de haber consolidado su control sobre el proyecto Sakhalin Energy, destinado a explotar campos de petróleo y gas en el mar de Ojotsk, en el extremo oriental de Rusia. Se trataba de una empresa conjunta con Shell, cuya participación fue nacionalizada después de que la compañía anunciara su intención de abandonar el proyecto. Tras adquirirla en 2024 a un precio muy rebajado, Gazprom declaró un beneficio contable de 167.400 millones de rublos.
Sin embargo, estas medidas —algunas de las cuales no son más que transferencias entre bolsillos estatales— no bastaron para compensar todos los males de Gazprom. El 17 de marzo, la compañía reportó una pérdida de 1,08 billones de rublos en 2024, según los estándares contables rusos, que solo incluyen el negocio principal de gas. Fue el peor resultado en su historia moderna. Aún no ha publicado sus cuentas financieras internacionales, que sí incluyen los resultados de las filiales.
Para restaurar plenamente su estabilidad financiera, Gazprom necesita un cambio de política por parte de Occidente —un escenario que parece más plausible a medida que Donald Trump presiona para poner fin a la guerra.
Putin conoce a Aleksandr Diúkov, presidente de Gazprom Neft, desde la San Petersburgo postsoviética. La filial rentable y bien gestionada se ha convertido en víctima de su propio éxito, a medida que Gazprom estrecha su control. © POOL/AFP
Un exagente de la Stasi en la antigua Alemania Oriental y amigo íntimo de Putin, Matthias Warnig, también ha estado promoviendo la reactivación del gasoducto Nord Stream 2 —el que sobrevivió— con el respaldo de inversores estadounidenses.
Algunos funcionarios de la Unión Europea también mantienen conversaciones sobre la reanudación de las ventas de gas ruso por gasoducto, lo que ha provocado una fuerte reacción por parte de ciertos responsables en Bruselas y diplomáticos de Europa del Este. Una fuente cercana a Gazprom asegura que el presupuesto de la empresa para los próximos tres años no contempla el regreso de Nord Stream. “Si vuelve, será un extra”, añade.
Pero, por ahora, la situación de Gazprom sigue siendo precaria. En enero, solicitó al gobierno ruso que le garantizara el monopolio de las exportaciones de gas por gasoducto hasta 2050 y que “excluyera la competencia” entre empresas rusas en el mercado mundial de gas natural licuado, donde está perdiendo terreno frente a Novatek.
También está presionando para que se aumenten los precios del gas en el mercado interno, argumentando que los controles actuales no generan suficientes ingresos para invertir en infraestructuras.
Según las reformas impulsadas por Iliújina, el nuevo modelo de negocio de Gazprom se centraría en el mercado nacional, ofreciendo desde gas y electricidad hasta servicios financieros. Pero en los últimos años, Gazprom ha perdido a algunos de sus principales clientes dentro de Rusia, en especial a grandes empresas con gran capacidad económica, que han optado por Rosneft, dirigida por otro viejo aliado de Putin, Ígor Sechin.
Centrarse en el mercado nacional supondría un “giro radical”, según Mitrova, de la Universidad de Columbia, quien compara el posible enfrentamiento con una escena de la película de ciencia ficción y terror Alien vs Predator.
Sin embargo, Mitrova no está del todo convencida de que Gazprom —acostumbrada a hacer las cosas a su manera— esté preparada para aceptar un cambio de tal magnitud.
—La esperanza de que NS2 reviva podría ser el freno que impida [la transformación necesaria de] una Gazprom que aún sueña con volver al pasado.
* Información adicional: David Sheppard, en Londres. Visualización de datos: Chris Campbell y Jana Tauschinski.
* Artículo original: “Inside Russia’s Gazprom: can the ailing energy giant be revived?”. Traducción: ‘Hypermedia Magazine’.

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