El Vaticano se ha opuesto firmemente a los esfuerzos de los obispos católicos alemanes por revisar las enseñanzas de la Iglesia sobre las relaciones homosexuales y la ordenación de mujeres sacerdotes. En una carta fechada el 23 de octubre, pero hecha pública recientemente, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, reafirmó la postura de la Iglesia, reprendiendo las propuestas realizadas durante el Camino sinodal alemán. Esta reunión formaba parte de una iniciativa global del Papa Francisco, conocida como Sínodo sobre la Sinodalidad.
La Conferencia Episcopal Alemana ha sido vocal en el Sínodo sobre la Sinodalidad, abogando por cambios en varios temas sociales, que muchos ven como un desafío a la autoridad tradicional de la Iglesia Católica Romana. La carta de Parolin, dirigida a Beate Gilles, secretaria general de la Conferencia Episcopal Alemana, hacía referencia a importantes sentencias anteriores que subrayan el carácter inmutable de estas doctrinas.
Una cita clave de la carta fue la sentencia del Papa San Juan Pablo II, de 1994, que afirmaba inequívocamente la incapacidad de la Iglesia para ordenar mujeres sacerdotes. También se mencionaba la ratificación de esta sentencia por parte del Papa Francisco, en 2013, subrayando la firmeza de la decisión. La carta subrayaba que los intentos de ordenar sacerdotisas podrían acarrear una excomunión mayor.
En cuanto a la homosexualidad, la postura del Vaticano fue igualmente firme. Aunque reconoce la subjetividad de las circunstancias individuales, la carta subraya que ello no altera la opinión de la Iglesia sobre la moralidad objetiva de los actos homosexuales.
Esta intervención no es el primer caso de desacuerdo entre el Papa Francisco y la jerarquía católica alemana. Anteriormente, la Santa Sede había recordado a los obispos alemanes su limitada autoridad a la hora de alterar la doctrina establecida. El Vaticano hizo hincapié en que hasta que no haya un consenso universal dentro de la iglesia, no se podrían iniciar nuevas estructuras o doctrinas oficiales a nivel diocesano.
La tensión culminó justo antes de la carta del Papa, cuando más de 100 obispos de todo el mundo hicieron un llamamiento a los obispos alemanes, instándoles a detener el sínodo y abstenerse de realizar cambios no autorizados.
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