Haití después de las pandillas

Haití se encuentra actualmente sumido en una crisis de violencia y desigualdad social, atenazado por el control de bandas violentas que perturban la vida cotidiana y la estabilidad económica. Sin embargo, en medio de este caos, empieza a tomar forma una visión de un Haití post-pandillas, encabezada por personas decididas del sector privado deseosas de transformar el futuro del país.

La semana pasada se marcó un hito importante con la creación de un consejo de gobierno de transición en Haití. A este órgano de nueve miembros se le ha encomendado una misión colosal: estabilizar una nación que sigue bajo el dominio de las bandas y conducirla hacia unas elecciones que se necesitan desesperadamente. Aunque la plena realización de estos objetivos puede llevar hasta dos años, la conversación sobre lo que viene después —el día después del dominio de las bandas— ya está en marcha entre los haitianos con visión de futuro.

Ralph Edmond, un destacado empresario haitiano de 62 años y fundador de Farmatrix, una empresa farmacéutica de Puerto Príncipe, es una de estas figuras. A pesar de los graves contratiempos sufridos por su empresa debido al reciente aumento de la violencia de las bandas, que provocó el cierre efectivo de sus operaciones en febrero, Edmond se mantiene firme. Recuerda vívidamente los angustiosos días en que las bandas invadían las calles: “Daba mucho miedo, porque estabas en la calle con un montón de chavales que llevaban metralletas y tenías que hablar con ellos para calmarlos”. Afortunadamente, ninguno de sus 187 empleados resultó herido durante estos tensos encuentros.

Edmond subraya que el problema fundamental que asola Haití no es sólo la amenaza inmediata de las bandas, sino la “violencia estructural” profundamente arraigada que perpetúa las extremas disparidades socioeconómicas. Haití es el país con mayor desigualdad socioeconómica del hemisferio occidental, donde el 20% más rico controla dos tercios de la riqueza y el 20% más pobre posee menos del 1%. Esta desigualdad no sólo alimenta el reclutamiento de bandas, sino que también ahoga el progreso de la sociedad.

Para hacer frente a estas disparidades, Edmond aboga por la “inclusión social” como clave para sanar y reconstruir la nación. Señala la necesidad de transformar los entornos que engendran bandas en centros de oportunidades. “Las zonas de las que proceden las bandas deberían ser aquellas en las que tuviéramos las mejores escuelas y creáramos las mejores oportunidades”, argumenta, destacando la necesidad de mejorar las instalaciones educativas y la creación de empleo en estas zonas conflictivas.

El compromiso de Edmond va más allá de la retórica. Como instructor de kárate juvenil, comprende la importancia de ofrecer actividades constructivas a los jóvenes. Ha invertido en la homologación internacional de su nueva planta farmacéutica para vender productos localmente y mantener más ingresos dentro de Haití. Además, planea abrir una fábrica de lociones para manos que utilice plantas locales como la moringa para evitar que los jóvenes de las zonas rurales emigren a zonas urbanas plagadas de bandas.

Otros empresarios haitiano-americanos comparten la visión de Edmond. Marie Lambert, analista de negocios afincada en Miami y propietaria de una granja en el sureste de Haití, destaca el potencial de la agricultura como motor económico sostenible. Antes de que se recrudeciera la violencia de las bandas, su granja formaba en agricultura a jóvenes rurales desfavorecidos, con el objetivo de impulsar una reactivación agrícola en Haití, donde más de la mitad de los alimentos son importados y casi la mitad de la población sufre malnutrición.

Sin embargo, el reto de transformar Haití no está únicamente en manos de los empresarios. Las élites haitianas, algunas de las cuales han sido acusadas de patrocinar bandas como fuerzas de seguridad y de traficar con rifles de tipo militar, también necesitan reorientar sus recursos e influencia hacia la reconstrucción nacional. Louis Henry Mars, director ejecutivo de la organización haitiana de desarrollo comunitario sin ánimo de lucro Lakou Lapè, subraya la necesidad de este cambio. “Ese diálogo tiene que producirse en este país, con la clase política, con el sector privado, con toda la sociedad”, afirma.

Haití se encuentra en una coyuntura crítica, y las medidas que tomen hoy sus dirigentes y ciudadanos determinarán la trayectoria de su recuperación y desarrollo. La nación anhela un día después de la crisis, en el que las reformas estructurales y los compromisos renovados con la justicia social y las oportunidades económicas puedan anunciar una nueva era de prosperidad y paz.

Ralph Edmond concluye con una perspectiva esperanzadora: “Si tuviéramos un sector privado que se atuviera a las normas, este país podría avanzar muy deprisa. Siempre quise formar parte de eso”. 





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