¿Por qué debe importarnos el conflicto entre Israel y el mundo musulmán?

En lo que se ha calificado como la mayor masacre del pueblo judío desde el Holocausto, el reciente atentado terrorista perpetrado en Israel el 7 de octubre ha vuelto a poner de actualidad el antiguo conflicto entre Israel y el mundo musulmán. A diferencia de las atrocidades alemanas, en las que los autores trataron de ocultar sus actos, esta vez el horror se retransmitió en directo para que el mundo lo viera. Un testimonio inquietante del poder de la tecnología moderna para conectar y horrorizar.

La naturaleza gráfica del contenido, así como su difusión en tiempo real, llevó a muchos a creer que sería un punto de inflexión, que provocaría la condena y la acción mundiales. Sin embargo, la respuesta, o la falta de ella, de algunos sectores internacionales ha sido muy preocupante.

Aunque cabría esperar la indignación de los ciudadanos de todo el mundo, especialmente en instituciones académicas veneradas por promover los derechos humanos, la justicia y el pensamiento crítico, ha ocurrido todo lo contrario. Algunas de las mejores universidades del mundo —estudiantes, profesores y administradores por igual— han pasado de puntillas sobre el asunto o han guardado un inquietante silencio. 

En marcado contraste, numerosas ciudades de todo el mundo fueron testigos de grandes concentraciones en las que decenas de miles de personas celebraron el atentado, haciéndose eco de escalofriantes cánticos como “la resistencia está justificada” y “gloria a los mártires”.

El filósofo Sam Harris, reflexionando sobre los acontecimientos, señaló: “No hay muchas líneas claras que dividan el bien y el mal en nuestro mundo, pero ésta es una de ellas”.

El conflicto entre Israel y el mundo musulmán ha sido un punto de debate persistente en los asuntos mundiales durante décadas, pero este incidente es un recordatorio aleccionador del panorama general. En el fondo, no se trata sólo de disputas territoriales o agravios históricos. Se trata de los valores sobre los que se asienta la civilización moderna: el valor de la vida, el Estado de derecho y el derecho a vivir sin temor a la persecución.

Esta guerra debería importar a todos. Si hay una lección de la historia, es que lo que empieza con los judíos nunca acaba con ellos. Ante tanta violencia y odio, la indiferencia no es una opción. La comunidad internacional debe reconocer este acontecimiento como lo que es: un desafío a los principios fundamentales que sustentan nuestra convivencia.