Gershom Gorenberg sobre los catastróficos fracasos del liderazgo de Netanyahu

En una reciente columna de opinión publicada en The New York Times, Gershom Gorenberg, respetado periodista e historiador israelí, presenta una crítica mordaz de los fallos de liderazgo del primer ministro Benjamín Netanyahu. La columna de Gorenberg, titulada “Netanyahu nos llevó a la catástrofe. Debe irse”, profundiza en las múltiples formas en que las políticas y decisiones de Netanyahu contribuyeron a un grave fallo de seguridad, que desembocó en las trágicas consecuencias de la reciente invasión de Hamás en Israel.

El artículo describe la conmoción e incredulidad de los israelíes cuando se enteraron de la invasión. Gorenberg recuerda su experiencia personal al oír una sirena antiaérea, símbolo de la aterradora comprensión de un país que no estaba preparado para semejante asalto. A medida que sonaban las sirenas, surgían las preguntas: “¿Cómo ha podido ocurrir esto? ¿Quién lo ha permitido?”.

La respuesta, como sostiene Gorenberg, apunta directamente a los delirios de Netanyahu y su gobierno. A pesar de haber sido primer ministro durante 13 de los últimos 14 años, Netanyahu ha permitido, según Gorenberg, que la arrogancia, la complacencia y las maniobras políticas interesadas le cegaran ante auténticas amenazas a la seguridad.

Mientras que el jefe del servicio de seguridad Shin Bet y el comandante de la inteligencia militar han aceptado su responsabilidad, Netanyahu se ha abstenido notablemente de hacerlo. Gorenberg subraya que la responsabilidad última recae en el primer ministro, ya que es él quien dirige la nación. 

Gorenberg también critica la coalición de Netanyahu, a la que describe como “la más extrema que ha liderado”, formada sólo con partidos extremistas dispuestos a alinearse con un líder juzgado por corrupción. El objetivo principal de este gobierno parecía centrarse en intereses personales y políticos —como canalizar dinero a escuelas ultraortodoxas, apoyar los asentamientos en Cisjordania e introducir cambios judiciales radicales para proteger la posición de Netanyahu— en lugar de en la seguridad de la nación.

Quizá la parte más interesante de la columna de Gorenberg sea su examen de las opciones estratégicas a largo plazo de Netanyahu, especialmente en relación con Gaza. Al considerar la división entre Hamás en Gaza y la Autoridad Palestina en Cisjordania como una ventaja para Israel, Netanyahu puede haber dado inadvertidamente a Hamás el tiempo y el espacio necesarios para consolidar su poder. Este error de cálculo, en opinión de Gorenberg, refleja un peligroso exceso de confianza que se hace eco de pasados fracasos de los servicios de inteligencia, en particular la Guerra del Yom Kippur de 1973.

Gorenberg afirma que el planteamiento de Netanyahu respecto a la gestión de Hamás se basaba en la creencia errónea de que se podía “gestionar con seguridad”. En lugar de impulsar la reunificación de Gaza bajo la Autoridad Palestina cuando Hamás era más débil, Netanyahu parecía más decidido a mantener el control de Cisjordania.

La catástrofe resultante ha sumido a Israel en el caos, con familias llorando a sus seres queridos, misiles lloviendo sobre las ciudades y un gobierno aparentemente paralizado por sus conflictos internos. A pesar de la creciente crisis, la respuesta de Netanyahu ha sido caracterizada por Gorenberg como “distante”, y el primer ministro ha tardado más de una semana en reunirse con las familias afectadas por el conflicto.

Para Gorenberg, la situación actual de Israel era evitable. No fue un desastre natural, sino una calamidad de liderazgo. Las políticas de Netanyahu han resultado desastrosas y, por el bien de la nación, Gorenberg cree que deben abandonarse y que debe surgir un nuevo liderazgo.

Las credenciales de Gorenberg como periodista e historiador israelí subrayan el peso de su crítica. No es un mero observador externo, sino alguien profundamente vinculado al país y a su historia. Su reciente libro, “War of Shadows: Codebreakers, Spies, and the Secret Struggle to Drive the Nazis From the Middle East”, consolida aún más su posición como autoridad en las complejidades de los conflictos de Oriente Medio.










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