Una compleja red de tráfico de armas que conecta el sur de Florida con las violentas bandas de Haití ha quedado al descubierto tras la incautación de un gran alijo de armas en Puerto Príncipe. El caso, en el que están implicadas entidades religiosas, empresas locales y rutas internacionales de contrabando, ha causado conmoción en varias comunidades.
El caso de tráfico de armas, que ha envuelto al sur de Florida y a Haití, comenzó a desarrollarse cuando las autoridades haitianas interceptaron un importante cargamento de armas de uso militar en el puerto de Puerto Príncipe, en julio de 2022. Esta incautación no fue una simple operación policial rutinaria, sino la exposición de una compleja red, que vinculaba las costas estadounidenses con la actual crisis de las bandas en Haití. Las armas, procedentes de Port Everglades, en Fort Lauderdale, incluían un arsenal de fusiles de asalto y munición, y formaban parte de un flujo constante de armas de Estados Unidos a Haití.
Las armas iban dirigidas a la Iglesia Episcopal de Haití (Legliz Episkopal). Esta táctica aprovechaba las exenciones aduaneras de la iglesia, lo que permitía que el envío eludiera el escrutinio habitual: una astuta explotación de la buena voluntad extendida a las instituciones religiosas en Haití.
En octubre, empezó a salir a la luz una red de complicidades que implicaba a diversas personas, desde sacerdotes episcopales y altos funcionarios haitianos hasta miembros de la comunidad haitiana expatriada en el sur de Florida, especialmente en el condado de Palm Beach. Este caso no sólo puso de relieve la facilidad del tráfico de armas desde Estados Unidos al Caribe, sino que también arrojó luz sobre las intrincadas relaciones que alimentan el dominio de las bandas en Haití.
Remy Lindor, un transportista haitiano-estadounidense afincado en West Palm Beach, se convirtió en el centro de atención de la parte estadounidense de la investigación. Acusado de tráfico de armas en Haití, Lindor no se ha enfrentado a cargos en Estados Unidos y mantiene su inocencia. Su empresa, Remy Multiservices, es un eslabón crucial para los expatriados haitianos que envían artículos de primera necesidad a su país de origen, un servicio imprescindible debido a la ruinosa infraestructura de Haití. Lindor alega que fue engañado por un cliente, Fernand Jean-Pierre, que al parecer utilizó su servicio de envío con falsos pretextos.
El contenido del envío habla por sí mismo de la magnitud de la operación: 17 rifles semiautomáticos, una escopeta, cuatro pistolas, un gran alijo de munición, cargadores y billetes estadounidenses falsos. Los servicios de inteligencia sugirieron que estas armas estaban destinadas a la conocida banda Kraze Barye, dirigida por el jefe de la banda de los diez más buscados del FBI, Vitel’homme Innocent.
A medida que la U.S. Homeland Security Investigations profundiza en el caso, incluida la investigación del papel de Jean-Pierre, la investigación haitiana también cobra impulso. Cada vez se sospecha más de la implicación de altos cargos del gobierno haitiano, que posiblemente utilizaron a la Iglesia Episcopal como tapadera de sus actividades ilícitas.
Este escándalo ha tenido un profundo impacto en la comunidad haitiana del sur de Florida. La representante estadounidense Sheila Cherfilus-McCormick, que representa a parte de los condados de Broward y Palm Beach, subraya la urgencia de hacer frente a estas redes delictivas internacionales.
Ella aboga por la Ley de Transparencia de la Colusión Criminal en Haití, que tiene como objetivo proporcionar al gobierno de EE.UU. más autoridad para sancionar o procesar a los individuos que ayudan a las pandillas de Haití, una respuesta legislativa a la creciente preocupación por el tráfico de armas y la violencia de las pandillas.
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