Un espacio más humano: convertir la Plaza en plaza

La Plaza Cívica de La Habana ha sido el centro del concurso arquitectónico 2022 convocado por Terraviva Competitions. 

TerraViva Competitions fue inaugurada en 2015 como un nuevo espacio dentro de la plataforma didáctica TerraViva Workshop, fundada por el profesor Richard Ingersoll de la Universidad Politécnico de Milán y se dedica, fundamentalmente, a ofrecer talleres de arquitectura. El objetivo de esta nueva sección es lanzar y promover concursos para que tanto estudiantes como profesionales tengan la oportunidad de presentar sus nuevas ideas en cualquier momento de sus carreras. 

En cada concurso son premiados los proyectos más innovadores vinculados con el diseño, la arquitectura y el urbanismo; estando la visión estratégica y la sostenibilidad ambiental y social del proyecto entre los puntos principales valorados por el jurado para seleccionar al ganador.


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La convocatoria de este 2022: “The Cuban Square, a Public Space (r)Evolution in Havana” fue dedicada a la Plaza Cívica José Martí, construida durante el gobierno de Fulgencio Batista y convertida en Plaza de la Revolución por Fidel Castro en julio de 1961. 

Más de ochenta propuestas de arquitectos de todo el mundo han explorado y planteado las potencialidades de una nueva Plaza Cívica, despojada de las funciones que ha tenido desde su creación. De centro urbano habanero a sede de manifestaciones políticas durante las últimas seis décadas, para convertirla en un espacio cotidiano más humano e interactivo cultural y socialmente.


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Los dos primeros lugares correspondieron a “Plaza del Pueblo”, de Jens Linnet, Kamille Augustinus, Dominika Misterka, Alicia Sima (Dinamarca, Polonia, Austria) y “Choreography of a Revolution”, de Mahshid Rezaei, Sophie Stockhammer, Michael Strahberger, Ravza Kabaktepe (Irán, Austria, Turquía), respectivamente. 

El tercer galardón fue para “Plaza Cívica”, del grupo Cloudarchitects: Olga Aleksakova, Julia Burdova, Nikita Groshev, Serafima Telkanova, Bogdan Tepsic, Aleksander Rummo, Lilya Zalmanova y Randy Armas Moreno (Estonia, Países Bajos, Rusia y Cuba); que tuvo como uno de sus principales retos replantear el concepto y redimensionar la Plaza, una de las más grandes del mundo, con 72 000 metros cuadrados, trayendo al ciudadano común al centro de ese diseño funcional. 


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Armas Moreno, arquitecto cubano radicado en New York desde 2012, completó sus estudios de maestría en Columbia University en 2018. Al año siguiente fue invitado por las profesoras Aleksakova y Burdova para participar en su Final Review como miembro del panel encargado de comentar, criticar y dialogar sobre el trabajo de sus estudiantes en el tercer año de Maestría. Fueron ellas dos quienes le propusieron integrar el equipo y participar en el concurso. 

Para este arquitecto cubano, fue clave el hecho de compartir tantos referentes y el lenguaje político. Las experiencias y decepciones comunes y los anhelos de democracia permitieron que todo el equipo se entendiera muy bien desde el primer momento. Esto facilitó el rápido desarrollo del proyecto, que estuvo listo en aproximadamente dos meses de trabajo. Incluso, cuando algunos miembros del equipo ruso se encontraban trasladándose a Uzbequistán, como resultado de la guerra, los integrantes del equipo compartieron los avances realizados simultáneamente a través de varios encuentros semanales en la plataforma digital colaborativa Miro. 




La propuesta de Cloudarchitects parte de eliminar la connotación política posrevolucionaria del lugar, al desaparecer de las fachadas de los edificios las imágenes de Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos. Para ellos, la nueva plaza sería un espacio público de reunión y esparcimiento. Sin embargo, una de las mayores dificultades, según el propio Armas Moreno, fue, precisamente, diseñar artefactos que estuvieran cargados de la intención de ocupar un espacio público, permanecer y ser disfrutables —que es la verdadera función de todo espacio público en democracia. 

El uso de la vegetación autóctona fue, por ejemplo, uno de los elementos comunes en todas las propuestas, según el jurado integrado por Andrea Branzi (Italia), Peter Noever (Austria), Paloma Herrero E. (Cuba), Yu Ting (China), Iruma Rodríguez Hernández (Cuba), Francesca Porro (Holanda), Teresa Pontini (Alemania) y Adrián Labaut (Cuba). 




Para Cloudarchitecs, resultaba importante redefinir los bordes de la plaza, por lo que propuso usar piedra de coral y sustituir la losa de concreto por árboles autóctonos cubanos: ceibas y palmas reales a lo largo de la calle Paseo, y un área de bosques que se abriría hacia el norte de la plaza como pulmón de la ciudad. 

Esta idea se relaciona con el hecho, en 2016, de la tala de la emblemática ceiba del Templete en la Plaza de Armas, en la Habana Vieja. Cien ceibas serían plantadas en el nuevo espacio público, evocando el significado que tiene este árbol con los orígenes y fundación de la ciudad, y las identidades habanera y cubana. 


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Armas Moreno explica cómo las zonas verdes quedarían integradas alrededor del espacio abierto con el uso de volúmenes (masas sólidas en forma de bancos, mesas y especie de estrados) y del vacío (diferentes planos del espacio en forma de huecos, piscinas y canales) que transportarán el agua hacia el bosque a través de la topografía natural del sitio; originalmente, la antigua Loma de los Catalanes. Este punto fue seleccionado para construir la Plaza Cívica por ser el más elevado de la ciudad. Además, todas las estructuras propiciarían que los ciudadanos puedan interactuar, dialogar o disfrutar dentro de este nuevo espacio citadino. 

La memoria histórica ocupa un lugar central en este proyecto de diseño, arquitectura y urbanismo de Cloudarchitects. Por este motivo, enfatizan en la valoración de elementos del pasado, como parte de una memoria colectiva que conduzca al presente y transporte al futuro de una Cuba con todos y para el bien de todos. El mismo uso de las ceibas y de la piedra coralina, vinculadas con la historia de La Habana, conectarían arterias públicas principales como Malecón y Prado con lo que sería este nuevo corazón de la ciudad. 


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Rediseñar la Plaza de la Revolución se volvió un desafío para Armas Moreno después de años de crecimiento en el exilio y de tratar de empaparse activamente de las experiencias personales de diferentes generaciones de cubanos exiliados en Miami, New York y New Jersey; y de miembros de su familia, como Arcadio, Idalmis y su abuelo, el escritor cubano fallecido Eugenio Yanez, a quien admira a pesar de haber crecido lejos de él. 

Con esta motivación, aceptó la propuesta de Aleksakova y Burdova y se enfrentó a la interrogante personal de cómo abordar la complejidad del tema Cuba en toda su expansión espacio-tiempo y reflejarla en la escala del cuerpo a través del diseño en un lugar tan cargado de significado como la Plaza de la Revolución. 


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Interrogante a la cual logró responderse alejándose de lo conceptual y retomando el problema del diseño. “Las ideas tienen consecuencias físicas, en objetos y espacios; y también humanísticas, deben partir del cuerpo y de su relación con lo diseñado. En este caso fueron los volúmenes (bancos) y vacíos (piscinas), resultado de fijar el movimiento libre del cuerpo, el goce del espacio público y la permanencia de la ciudadanía en la plaza, como ideas centrales del proyecto”.

Por último, este concurso le ha permitido a Armas Moreno poner en práctica todas las herramientas conceptuales con las que produce arte y mezclarlas con sensibilidad y un pensamiento político cubano intergeneracional, mientras sueña con un futuro donde estos concursos públicos conlleven a la transformación física de dichos espacios dentro de Cuba. 





Notas sobre arquitectura en un diario

Abel González Fernández

Después de 1959 no se conoce ninguna figura prominente dentro del urbanismo cubano. ¿Qué puede significar lo anterior? ¿No hay construcciones significativas? ¿No hay urbanistas? ¿No hay clases dominantes