Lucio Ballesteros: bitácoras de un viaje sin regreso

En la aldea de Montoedo, en A Texeira, Galicia, lo insólito te puede sorprender. Tras el vértigo de estrechas carreteras, en medio de un paisaje de montaña y la exuberancia del verde, una nave espacial irrumpe en el entorno rural para demostrarte la existencia de otras realidades. 

Con sus veinte metros de diámetro y su superficie en aluminio resplandeciente, se impone como el ruido visual capaz de detonarte los sentidos, de cuestionarte tus espacios desde la introversión, de imbuirte por instantes en una especie de agujero negro de la memoria donde el tiempo desaparece. La certeza de lo inaudito te asalta durante el primer impacto de contemplación y te paralizas frente a ese punto de inflexión de la realidad que el objeto determina.

Pero la imagen de la nave es apenas el enunciado del universo creativo que empeña al artista outsider Lucio Ballesteros (Burgos, 1930). Es preciso escucharle antes de adentrarnos en el interior de la nave, de hojear sus cuatro libros que recogen sus alucinantes teorías, visiones del futuro y descripciones técnicas, en una prosa que reta las estructuras de cualquier novela autobiográfica de ciencia ficción. 

Son tomos escritos desde la sabiduría popular del que lleva el cansancio de un viaje sin regreso por espacios de la conciencia humana. Él sabe de la necesidad del encuentro personal, de las acciones desinteresadas hacia el otro, y defiende la expansión hacia formas superiores del pensamiento. Es un romántico con la ilusión por bandera, es el capitán de su propio vuelo en una travesía interminable por la imaginación. 

Cuéntame sobre tu universo creativo. ¿Cómo lo experimentas?

Mi mundo creativo, o imaginativo, llámalo como quieras, es como una línea recta, infinita. No tiene principio ni fin, ni yo me he formado en este mundo. Te sonará a lo que quieras, pero te cuento mi verdad. Tengo escrito en mis cuatro libros lo que va a suceder en tres siglos. Y como lo que se escribe, se lee, surgirá inexorablemente, porque lo que tengo ilustrado es tentador para las ansias del dinero. 

Un romántico con la ilusión por bandera. Un capitán de su propio vuelo en una travesía interminable por la imaginación.

La tecnología de la que hablo solo existe en mi mundo. El conjunto de todos mis conocimientos no es entendible en lo común, ni nadie sabe nada de nada. La experiencia que tengo, es de aquello que nadie se ha dignado a decir. Pero como soy anárquico, me sentí en el compromiso de compartirlo. Ser anárquico es la única manera de ser feliz. Debes liberarte de los conceptos de las cosas y llegar al verdadero tú.




‘Durante la entrevista’, por Lois Alberte Cuevas de la Fuente


¿Cómo ha ocurrido el proceso de acceder a esa experiencia y a la tecnología que dominas?

He puesto varios videos en mi Facebook sobre los peligros que tuve que enfrentar para viajar al mundo de los espíritus. Lo contaré para que los demás puedan expandir el intelecto, aunque estoy seguro que no lo podrá entender nadie. 

El mundo de los espíritus es al que vas tras la muerte. Sobre esto, mi amiga Loli colaboró conmigo en 41 temas que discutimos con las mayores autoridades en la materia. Y como todo esfuerzo tiene su recompensa, presupongo mis teorías como algo no comprensible. 

Mi mundo creativo la naturaleza no lo produce exacto. Para entrar en él, hay que tener una avanzada evolución psíquica y espiritual de fuera de este planeta. O haber leído en otras fuentes del saber herméticas, prohibidas por la iglesia, la política y la ignorancia. Mi conocimiento es hermético. El que vaya a intentar entenderme, no lo puede hacer desde un pensamiento convencional, incluso ni leyendo mis libros. Trato de hacerte una aproximación, pero te será complejo aceptarlo.

La experiencia que tengo, es de aquello que nadie se ha dignado a decir.

Vamos a ver si puedo explicarte lo que es el mundo de los espíritus. Acceder a él, es la única manera en que puedes llegar al convencimiento de ti mismo, sobre lo que es la creación y nuestro propio mundo. Para llegar al conocimiento que poseo, hice un gran esfuerzo a riesgo de morir. Fuera de mí, esto no lo puede entender nadie porque solo yo lo he vivido.

Yo renací de otras vidas y desde niño sentí lo que era el mundo de los espíritus. Viajé por el espacio. Visité otros mundos y en particular el planeta 10-7, del que ya se ha hecho un documental. 

Sentí que vivía, antes de nacer, dentro de una llama amarillenta (se me cortan las palabras por lo dolorosa de la experiencia). Viví el amor de una madre en el encuentro de otra vida. Experimenté viajes conscientes en otras dimensiones. Contemplé la cruz mística materializada a otro nivel de conciencia durante una progresión asistida por los profesores Robati, Juan Argentier, Eduar Perkin y otros del Centro de Estudio Interplanetarios de la Calle Balmes 86, en Barcelona, por los años 1960, cuando era uno de sus miembros. Fui martillado en el cerebro por dos entidades de apariencia esquelética y de casi tres metros de altura. 

Todo esto que te comento solo lo he vivido yo, durante el estado receptivo de una proyección astral. Fui descohesionado por una entidad materializada a mis pies con forma de gato grande negro, que me entraba por las puntas de los dedos hasta el cerebro, dando una absoluta oscuridad con destellos luminiscentes y luego el proceso inverso. Contemplé el alucinante vuelo de las aves, el mundo de las hadas y de la gente menuda, la virgen blanca, y hasta la materialización de una gran montaña con la cara de Cristo. Viajé al mundo de los espíritus y contemplé el símbolo, un águila de oro de unos setenta metros; y visité mis tres tumbas anteriores.





¿Entonces, este es tu cuarto renacer?

Sí. Y el último. Aún me duele sentir mi muerte anterior.

¿Cómo fue?

Morí en la playa. Había unas piezas que las construían goteando sobre ellas el agua de la lluvia que se iba comiendo los bordes hasta hacerle filo. Las usaban como un cuchillo. Morí desangrado. No puedo darte demasiados detalles. Hay cosas que no me son posible revelar. Quiero comentarte lo que solo vas a escuchar de mí y que no vas a encontrar en los libros, donde preferí dejar constancia de mis conocimientos avanzados. 

Fui martillado en el cerebro por dos entidades de apariencia esquelética y de casi tres metros de altura.

¿Por qué te pareció necesario que todo ese conocimiento quedara en tus libros?

Porque es lo mínimo que puedo hacer para que las personas expandan sus mentes. El conocimiento es ilimitado, es como una fuente que da abundante agua, pero hay que dejarla correr y saber beber de ella. Me tengo prohibidas muchas cosas que no debo pronunciar porque todo lo mío está escrito con otra inteligencia, otro saber, otra expansión del intelecto. 

Si la persona no tiene su cerebro expandido, no podrá entender nada. Hay que salir de lo común para entenderlo. 

De niño no fui a una buena escuela. A la que iba tenía una sola maestra para todo el pueblo. Me enseñaron a cantar y desfilar con un fusil de madera. No pude tener un libro porque no teníamos una puñetera peseta para comprarlo, y de mayor me he gastado cuatro millones de pesetas en editar e imprimir mis libros, que he regalado a Casas de Cultura y gente sencilla que vienen a conocerme. Comparto lo que he vivido y los conocimientos que adquirí durante mis cuatro vidas y al bajar al mundo de los espíritus.

¿Recuerdas cuándo?

No existe un tiempo físico para podértelo explicar y definirte ese cuándo. No puedo darte ese principio porque no lo tiene. En cambio, este que vivimos es ficticio. Es el tiempo que nos hemos inventado porque el pasado, el presente y el futuro son la misma cosa. 

Me enseñaron a cantar y desfilar con un fusil de madera.

Todo es creado como una condicionante por la mente, que es parte de la naturaleza o de Dios. De ahí que te diga que es una línea infinita, sin principio ni fin. Puedo estar una eternidad hablando de mi mundo y no habría terminado, porque todo lo crea la mente. 

¿Sabes lo que se está haciendo mal? Me preocupa que hemos llegado a un punto donde no se ve más que el dinero. Nuestro mundo es un mundo de almas que se está desequilibrando. La nueva pandemia que vendrá dentro de tres siglos será entre el bien y el mal. La gente no ve más que el dinero. Se están cometiendo atrocidades por el dinero y todos parecen aprobarlas. 

Sí, el mal es esa entidad malévola que se apropia de tu mente y vive en ella hasta que mueres y se la lleva. No quiero verme comprometido con nadie ni con nada, porque no amo el dinero. ¡El dinero mata!, ¡y las mujeres también!, pero bueno, esto último ya lo sabemos y no por mis libros.

Me resulta curioso cómo, en medio de la avalancha tecnológica de tus libros, uno de los dilemas que planteas con frecuencia es el amor para contrarrestar ese mal.

Es que el amor mueve las cosas más pesadas en este mundo y nos hace insensibles al dolor. No he escuchado a ningún sabio tener una respuesta coherente sobre el amor. Es algo que no pueden definir porque en cada uno de nosotros se manifiesta distinto y nuestros marcos mentales son tan distantes unos de otros como las estrellas. 

La nueva pandemia que vendrá dentro de tres siglos será entre el bien y el mal.

En este tema, solo quiero dejar puntualizaciones. No quisiera extenderme, porque hasta para mí sigue siendo una incógnita. No creo que la paciencia de quien lea esta entrevista sea infinita. Y esto es para conversar con una buena botella de vino hasta mañana que canten los gallos y se vean los primeros rayos de sol sobre la nave.




‘Lucio Ballesteros al saxo’, por Yaysis Ojeda Becerra.


¿Por qué construiste la nave?

La construí porque la descripción que hago de ella en los libros no la iba a creer nadie. Ante esa negativa, me esforcé y me he cascado mucho para materializarla. Quise dejarla de forma real, visible. Está ahí, construida con todos los parámetros para posarse en los mares, ríos y lagos. De modo que no está solamente en los libros. Está a la vista, para el necio que no lo crea. 

Sé que ha valido la pena y que un día llegará ese otro Lucio que se dará cuenta de mis certezas y de lo que he construido. Mi autoconvencimiento es que era la única manera. El hombre no ve más que a sí mismo. Ninguno se ha parado a pensar por qué y para qué han venido a este mundo. A algunos, más le valdría no haber nacido. Todos, por larga o corta que sea nuestra estadía, hemos venido para algo: para continuar esa cadena de sucesos o de conocimiento en la que cada quien va aportando, aunque muchos lo que hagan sea destruir el camino de otros. 

El hombre no ve más que a sí mismo. Ninguno se ha parado a pensar por qué y para qué han venido a este mundo.

Y los que vengan, tendrán las autopistas aéreas del futuro. Van a tener los lagos salados por vasos comunicantes. Usarán los motores de reacción concéntrica y los generadores estáticos. Van a poder moverse en las naves gracias a las tres leyes de Kepler: la elíptica, la parabólica y la hiperbólica, que se pueden entender si se quiere. 

No quiero dar la sensación de soberbio ni presuntuoso, porque todo lo he dado al mundo y no me voy a llevar nada conmigo. Tendrán casas colectivas clonadas, restaurantes desplazables en el mar y el coche multifuncional del futuro.

¡Cuéntame sobre el coche del futuro!

Lo diseñé hace ochenta años. ¿Cómo se te queda el cuerpo? Es el coche del futuro que un Lucio X lo va a materializar. Tú no lo vas a ver, porque todavía la insensatez humana va a persistir, pero por suerte la evolución no se podrá frenar. Y surgirá alguien que se enamore de este diseño y sus condicionantes. Lleva dos turbinas contrarrotantes conectadas magnéticamente. En mis libros explico todo su funcionamiento: frenos, motor, estabilidad. Puede funcionar por tierra, mar y aire.

¿Cómo se te reveló toda esta tecnología?

Todo está en nuestra mente. No es que no quiera explicártelo, es que me pones en un compromiso y hay cosas que no se deben decir. La necedad de otros te lleva a no confiar ciertos secretos. El tiempo lo dirá todo por mí.

La distancia entre cada tornillo siempre es la misma, por lo que si cambias el factor de multiplicación, o de restar de la escala, la puedes llevar a cualquier tamaño.

Entonces volvamos a la nave…

Para mí la belleza está en la simetría y sobre esa idea trabajé la estética de esta nave. Nos podemos sentar y caminar dentro de ella sin que necesitemos otro espacio mayor. Tiene 32 radios superiores y 32 radios inferiores y, entre cada intervalo, tiene placas solares que en total son 32. 

Cuando la empecé a construir, estaba prohibida la energía solar en propiedades privadas. Ahora ya está libre, pero para ponérsela fue complejo. Tiene la potencia de dos eólicos, los que bastan para alimentar todas estas casas de por aquí, y estos son los reguladores de las baterías. 





Cuéntame sobre los cálculos matemáticos que hiciste para la nave. 

Tuve en cuenta hasta el último tornillo. La estructura de la nave está pensada a partir de un factor que la hace escalable en cualquier dimensión, por lo que resulta fácil de reproducir. Tiene 36 radios en total y la distancia entre cada tornillo siempre es la misma, por lo que si cambias el factor de multiplicación, o de restar de la escala, la puedes llevar a cualquier tamaño. 

Lucio Ballesteros no existe, porque siempre ha estado fuera. Mi mundo aquí es simbólico.

Sería fácil de reproducir el diseño en cualquier otro sitio de manera muy sencilla. El diseño está realizado de manera peculiar, a mi forma, no como la haría un tío de la universidad, que quizás venga y no entienda nada. Los parámetros no están fijados de manera sabia. Es la única nave materializada con los materiales que he podido encontrar en esta zona, de manera artesanal. 

Debo aclarar que esto no es un platillo volante. No se trata de eso. Es la estructura visible de una nave del futuro. Claro que, así como está, no va a volar. Esto es solo la construcción del diseño. 

¿Qué impresión te gustaría que se llevaran las personas al visitarla?

Que luego de leer mis libros y ver mis plasmaciones mentales sobre la nave, al entrar en ella, perciban cómo todo coincide matemáticamente. Eso tampoco es entendible en este mundo. Que lleven consigo el autoconvencimiento de que lo que van a leer, existe. 

Mírenlo aquí, aunque por ahora solo vean el esqueleto de lo que he podido materializar a partir de mis recursos y con la intención de explicarlo mejor sin tener que entrar en detalles verbales. Todo aquí tiene su significado, incluso las figuras geométricas de las placas. Se llevarán el convencimiento de que es real, porque han estado dentro de ella.

Ya que en tu mundo creativo el tiempo no existe, vamos a invertir el orden: ¿cómo te presentarías si este fuera el inicio de la entrevista?, ¿cómo te definirías?

Como “no definible”, puesto que mi mundo creativo es de fuera de este que entendemos como real. Lucio Ballesteros no existe, porque siempre ha estado fuera. Mi mundo aquí es simbólico. 

Todo lo mío no ha sido creado en este mundo.

En mi tránsito físico y forzoso por este, fui a la academia desde los diecinueve por ser hijo de militar. Estuve cuatro años en zona Bandoleros y Penal del Dueso. Fui mercenario en Argelia. Fui imprudente, intrépido, y nunca conocí el miedo ni encajé en lo común. 

Toqué el saxo y el clarinete. Escribí cuatro libros que obsequié a los reyes en su boda. Estuve treinta años como técnico en TVE. 

Nací con todo el conocimiento en mi cabeza, porque con ocho años no pude haber diseñado el coche del futuro. Experimenté mis renaceres. Bajé al mundo de los espíritus y estuve donde nadie más ha estado. 

Todo lo mío no ha sido creado en este mundo, aunque no haya salido de él físicamente, y todo lo que tengo escrito está hecho sin tiempo real. Con la materialización de mi mundo creativo, dejo constancia de que no existe nada imposible de lograr y que solo serás lo que eres capaz de imaginar.


Nota:
Esta entrevista fue posible gracias al soporte logístico de Manola Cajuso y José Becerra, la producción de la Galería María Porto, y la coordinación de Lois Alberte Cuevas de la Fuente.


© Imagen de portada: Lucio Ballestero junto a su nave, por Yaysis Ojeda Becerra.




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Yaysis Ojeda Becerra

Buscaba un modo de trabajar directo, a lápiz, que el dibujo se percibiera y que en cualquier lugar que llegara pudiera coger un pedazo de cartón y un lápiz para ponerme a dibujar. Me parece más complejo dibujar que pintar”.