Desde fines del siglo XX, el proceso populista de ingeniería social, propaganda utópica, férreo control político y censura ideológica conocido como Revolución Cubana, marcó significativamente la vida de muchos cubanos como Erik Ravelo. El profundo descalabro económico y social que trajo consigo la crisis de los años noventa en la isla, luego del retiro del subsidio y el tutelaje soviético, y que paradójicamente fue conocido como Período Especial, forzó a muchos jóvenes a emigrar en su temprana adolescencia. A Erik, la emigración lo lanzó a un proceso de aprendizaje vertiginoso que lo forzó a reinventarse y reencontrarse como artista y ser humano. Las huellas de esa trayectoria transpiran en las diversas campañas que dirigió, durante más de diez años, en Benetton.
Erik Ravelo no solo estuvo a cargo de las campañas sociales de Fabrica, Benetton; dirigió además las campañas de varias instituciones y clientes como la Organización Mundial de la Salud, Reporteros sin Fronteras, Naciones Unidas, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el periódico británico The Guardian, entre otras. Su trabajo se ha mostrado en varias ciudades de Europa, Asia y los Estados Unidos, y en numerosas exhibiciones importantes a nivel global, como la Bienal de Viena (2011), Arte Fiera (2014), Miart (2013) y Fabrica: Los Ojos Abiertos (2006), en colaboración con el Centro Pompidou en París.
Ravelo ha recibido varios premios y reconocimientos, como el Grand Prix de la Prensa del Festival Internacional de la Creatividad en Cannes; el Premio de Oro Clío y dos Lápices de Oro de los Premios One Show (2012), por su campaña UNHATE; y el Premio de Plata Épica (2014), por Los Intocables.
Este texto pretende brindar una narrativa optimista de un contexto de crisis. Es el resultado de una exploración espiritual que se manifiesta en la necesidad de documentar historias personales de creadores desde su arte. Cuando me refiero a arte, lo entiendo a la vez como producto creativo y espacio humano emocional, de representación o ausencia de ella, tecnológico y de conexión a través del tiempo histórico y de los espacios geográficos. Desde esta perspectiva es que me acerco en retrospectiva al lenguaje artístico de Erik Ravelo, a través de observaciones críticas y de un diálogo con algunas de sus principales obras.
Los Intocables (2013)
Los Intocables es uno de los proyectos más agudos y personales de Ravelo. La pieza en una serie de montajes fotográficos cuya principal metáfora iconográfica es la crucifixión de niños debido a las acciones de los adultos y de diversas instituciones representativas: el cristianismo, los militares, las industrias médicas y de comidas rápidas. Cada montaje visual es una brillante denuncia de flagelos que amenazan el bienestar de los niños en todo el mundo: las guerras, el tráfico sexual y de órganos, la disponibilidad de armas y los tiroteos en las escuelas, la pedofilia dentro de las instituciones eclesiásticas y la obesidad infantil asociada a la masividad del consumo de comida chatarra.
Las imágenes se reprodujeron en varias ciudades del mundo y generaron exhibiciones, editoriales y extensas controversias. Luego de una rápida y amplia acogida en redes sociales, las fotografías fueron censuradas por los directivos de Facebook durante varios meses, por considerarlas “ofensivas”. Esta obra le ha valido a Erik hasta amenazas personales.
Los Intocables no fue un accidente. Luego de realizar la campaña Unemployee of the Year, de Benetton, sobre el desempleo entre los jóvenes de todo el mundo, Ravelo recibió críticas que, si bien reconocían la importancia del tema tratado, comparaban su impacto con otras de mayor fuerza visual como la campaña UNHATE, que mostraba a presidentes y a otras figuras religiosas y políticas internacionales besándose apasionadamente entre sí. La crítica impulsó a Erik en su nuevo reto creativo. Buscando entre recursos visuales icónicos que el público pudiera interpretar y reconocer fácilmente, se decidió por el tema de la infancia y los escándalos internacionales asociados a la pedofilia y a miembros de la Iglesia Católica. Esto es lo que lo convierte en un artivista: el diálogo con temas sociales complejos de alcance global. Así nació Los Intocables.
Para Erik, la censura nace y se nutre de la falsa sensación de libertad que existe en los medios de difusión contemporáneos, a la que por lo general estamos bien acostumbrados. Los Intocables fue, paradójicamente, la campaña de su etapa creativa en Benetton que mayor circulación ha tenido, y a la vez la que sufrió mayor censura.
La primera imagen, que dio lugar a la campaña, fue simplemente un ejercicio visual: Erik le tomó una foto a un niño en la posición de Cristo, luego a un hombre vestido de cura, y al montar ambas imágenes el resultado visual fue, en sus propias palabras, “letal”.
La obra estaba concebida para una expo a la que Ravelo fue invitado. Luego Benetton se interesó por la idea original, asumiéndola como una campaña social que se transformó finalmente en siete imágenes de niños en la cruz, en alegoría a siete temas diferentes que los impactan directamente a nivel global: la guerra, la pedofilia, la corrupción de clérigos, las comidas rápidas, la industria farmacéutica, las armas y la explotación del trabajo infantil. Al entender la potencia de las imágenes, y luego de las amenazas recibidas por UNHATE, Benetton asumió la campaña con cautela.
Cuando estaba por lanzarse Los Intocables, tuvo lugar un escándalo mediático en Bangladesh a raíz de los sucesos de Rana Plaza: el derrumbe de un edificio convertido en fábrica en el que trabajadores locales cosían ropa para grandes marcas del mundo de la moda, entre ellas Benetton, y que causó la muerte de varias personas, incluidos mujeres y niños. Según Erik, precisamente una de las fotos de Los Intocables trataba sobre ese tema: mostraba un niño asiático crucificado a un maniquí con los brazos abiertos, en pleno vestido de alta costura.
Tras este incidente, las posibilidades de que la campaña se hiciera pública eran escasas, lo que obligó a Erik a “batallar” durante meses para que le permitieran usarla a título personal, como creador, en sus redes sociales y su website, sin logo ni referencia alguna a Fabrica o Benetton, y con la condición de no publicar dicha imagen sobre la industria de la moda y la explotación infantil. Finalmente le permitieron usar la serie.
La segunda y todavía más intensa censura tuvo lugar una vez que Los Intocables estuvo disponible en la web. La campaña fue publicada primeramente en Italia, y en dos semanas le dio la vuelta al mundo. No tardó mucho para que Facebook bloqueara no solo el post original de la campaña, que en pocas semanas había llegado a 50 000 likes, sino toda la página de arte de su creador. Luego de varios meses de gestiones legales, un año y medio después, Erik logró recuperar su página de Facebook sin los posts relacionados con la campaña.
Este fue un punto de viraje para Erik Ravelo, el fin de una etapa en Fabrica y el nacimiento de un camino personal como artista y diseñador. A pesar de que inicialmente fue desconocida por la prensa y las mejores páginas de diseño se negaban a publicarla, Los Intocables se mantuvo viva en las redes y fue ampliamente reconocida y apoyada, llegando a 800 000 likes y 700 000 shares. Fue exhibida en la Bienal de Suecia y en Miart y Arte Fiera en Italia, causando mucho revuelo, y llegó a la portada de Luerzers Archive, la revista más importante sobre campañas de comunicación.
Lana Sutra (2011)
Lana Sutra es una de las campañas más sobrecogedoras de Erik Ravelo en Fabrica. Un canto a la diversidad a través de un conjunto de 15 instalaciones que se exhibieron en distintas ciudades del mundo, como Milán, Estambul, Múnich y Nueva York.
Las instalaciones constan de parejas de esculturas, moldeadas en yeso sobre el cuerpo real de modelos hombres y mujeres. Representan distintas parejas heterosexuales en diversas posiciones que simulan intercambios sexuales al estilo del Kamasutra.
El montaje final de las piezas produce un deleite sensorial. El cuerpo de cada escultura está cuidadosamente cubierto por fibras de lana, usualmente de un solo color vibrante, que contrasta con el color usado en el cuerpo de su pareja. Y el área donde los dos cuerpos se fusionan, en cada instalación, se refuerza mediante un acabado con hebras de lana entretejidas, que se yuxtapone a los colores de la lana que cubre a ambos cuerpos.
Las posiciones de cada pareja son únicas y llamativas, no solo por la sensualidad de los actos que representan, sino también por la flexibilidad y el movimiento que transmiten. Casi todas se detienen en las gestualidades acrobáticas y coreográficas del acto sexual. Los colores sugieren calidez en estos cuerpos de lana y cerámica, que parecieran danzar en el aire.
Dopaje (2012)
Una de las campañas más atractivas de Erik Ravelo es Dopaje, tanto por su mensaje como por su ejecución y terminado. Se trata de una instalación a partir de una escultura de yeso moldeada en el cuerpo de un hombre y basada en el Discóbolo, conocida escultura del antiguo mundo griego.
En Dopaje, este Discóbolo se hace posmoderno. La escultura de yeso está completamente cubierta de minúsculas partículas de varios colores: en realidad, pastillas, cápsulas y píldoras de colores, que hacen también el suelo de la pieza. Y en vez de un disco, la figura escultural sostiene en alto una bolsa de suero que contiene una sustancia alegórica de color rojo.
Con estas intervenciones, Ravelo resignifica esta mítica escultura para dialogar con conflictos del mundo actual, como el abuso de sustancias ilegales por parte de atletas profesionales, ante la presión por mejorar sus rendimientos. La pieza también puede interpretarse como una crítica al doble rasero de la industria antidopaje, cuyas prioridades se alejan del cuidado de la salud de los atletas, a los que supuestamente defiende.
UNHATE – Dove for Peace (2011)
Esta instalación es una escultura de una paloma que parece dispuesta a levantar vuelo, realizada con 22 000 casquillos de balas recogidas en escenas de guerras en todo el mundo. Fue concebida originalmente por Ravelo y su equipo en Fabrica, Benetton, y terminada e instalada en Trípoli, Libia, como parte de la celebración del derrocamiento de la dictadura del Gadafi.
La violencia y la muerte que generan las guerras, el abuso de poder y el odio, representados materialmente en los casquillos de bala, son resignificados como fragmentos diminutos que, mediante una acumulación aparentemente rutinaria, brindan textura, contraste y, finalmente, constituyen la figura de una paloma en todo su esplendor, como símbolo de la paz.
Erik había concebido esta pieza pensando en la guerra en Afganistán. Benetton decidió hacer la pieza en Libia, otra zona de guerra. Para esta empresa, dos reporteros italianos, con conexiones con rebeldes libios, ayudaron a Ravelo y su equipo.
Al principio el comandante del grupo desconfiaba de Erik, italiano de origen cubano. Pero a pesar de la aparente distancia entre ambos, se fueron acercando hasta entablar una gran amistad. Tenían en común más de lo que habían imaginado, ya que, cuando eran niños, habían visto los mismos programas de televisión: animados de origen ruso y de Europa del Este que el antiguo bloque socialista exportaba a países como Cuba y Libia, en el contexto de la Guerra Fría.
Durante la fabricación de la paloma, los libios velaron por la seguridad del equipo de Benetton e incluso se involucraron en la creación de la pieza, aportando opiniones sobre el diseño, el montaje y los materiales. El equipo se trasladó a una academia de arte en Trípoli, cuyos alumnos ayudaron a ensamblar 80 000 casquillos de balas a la estructura de la paloma, que había sido transportada previamente en camión desde Túnez. El plan original era terminar la pieza en 15 días, pero al no poder salir del país a causa de la guerra, la estancia en Trípoli se prolongó por casi 2 meses.
Erik Ravelo recuerda que, una noche, sentado en la silla de una antiaérea soldada a la parte de atrás de una camioneta Toyota, las calles desoladas de Libia le recordaban de pronto algunas calles de Cuba, a la salida del aeropuerto.
UNHATE – Kissing Campaign (2011)
Murales, sitios públicos y galerías en varias ciudades del mundo acogieron esta campaña dirigida por Erik Ravelo y patrocinada por la fundación UNHATE, que viene trabajando junto a Benetton en la promoción de una cultura internacional contra el odio, en favor de la tolerancia y de la negociación pacífica para la solución de conflictos.
Una serie de fotografías muestran a distintas figuras políticas y religiosas, de posicionamientos aparentemente irreconciliables, dándose un beso. Tal es el caso de los presidentes Barack Obama y Hugo Chávez; el primer ministro de Israel, Benhamin Netanyahu, y el palestino Mahmoud Abbas; los coreanos del norte y sur Kim Jong Il y Lee Myung-bak; la alemana Angela Merkel y el francés Nicolas Sarkozy; y el papa Benedict XVI y Sheik Ahmed el-Tayeb, figura principal del islamismo sunita en Egipto. Esta última foto, entre ambas figuras religiosas, tuvo que ser retirada por Benetton poco tiempo después, debido a protestas y acciones legales del Vaticano.
Esta campaña antepone la ingenuidad del beso, acto sublime de comunicación y afecto entre seres humanos, como resorte simbólico que descoloca y satiriza la “sacrosantidad” que aún se le atribuye a ciertas figuras políticas y credos religiosos institucionalizados; sugiere un llamado a la necesaria búsqueda de diálogo y reconciliación entre políticas y credos aparentemente excluyentes. En última instancia, el beso entre políticos se convierte en un performance irónico y a la vez constructivo en pos de la comunicación.
En lo formal, es evidente que esta campaña se basa en la manipulación digital de fotografías. Sin embargo, el resultado visual no es facilista, sino más bien impecable y verosímil. Denota un cuidadoso proceso de toma de decisión artística.
Sobre esta campaña, Ravelo comenta que en realidad no sabe por qué hace este tipo de arte; trata de entender las razones por las que se involucra en procesos creativos que le han generado tantas dichas y problemas a la vez. Primero para comer, dice. Luego, también por la necesidad de hacer algo que tenga un impacto sobre las personas:
“Yo pensaba como Calle 13: Adidas no me usa, yo estoy usando Adidas. Y claro, no lo he negado nunca: yo he usado al sistema para desarrollar mi trabajo, para comunicar mi historia, usando sus propios medios, sus propias armas. Mi trabajo es un parásito publicitario, que usa el medio de comunicación comercial para hablar de cosas sociales. Yo soy la oveja negra de la publicidad”.
Unemployee of the Year (2012)
Unemployee of the Year es otra de las campañas de la serie UNHATE creadas por Erik Ravelo en Benetton. Consistió en varios pósteres y un video donde se muestran fotos de jóvenes de apariencia profesional y de diversas razas y nacionalidades. Las fotos llaman la atención sobre la grave situación de desempleo que afecta a los jóvenes entre 18 y 30 años a nivel mundial.
Como parte de esta campaña, Benetton lanzó un concurso que premió proyectos de jóvenes desempleados de distintas regiones del mundo que trabajasen con problemas locales asociados al tema, como por ejemplo: ayuda a discapacitados mexicanos a producir y comercializar arte; programas de apoyo psicológico y educacional a niños huérfanos y enfermos terminales italianos; acceso a cuidados dentales para poblaciones pobres hondureñas; y apoyo a un programa de radio online sobre la diversidad sexual y contra la discriminación a comunidades LGTBQ, también en Honduras.
En una primera lectura, esta campaña pareciera estar focalizada hacia el problema del desempleo entre los jóvenes en el siglo XXI. Sin embargo, las estadísticas que sustentan este problema, y las declaraciones de Benetton al lanzarla, apuntan a un mensaje más sistémico: sobre las perspectivas laborales de los jóvenes en la era digital y el fracaso del modelo económico occidental, centrado en indicadores de evaluación que potencian el crecimiento económico como instrumento fundamental de medición del progreso social.
END FGM (Female Genital Mutilation) (2012) y Facing (2014)
La denuncia de los actos de violencia de diversa naturaleza que sufren las mujeres en distintas partes del mundo es otro de los tópicos que más ha ocupado los esfuerzos creativos de Erik Ravelo. El periódico británico The Guardian le encargó el diseño de la imagen de una campaña contra la mutilación genital femenina, que fue lanzada en Nairobi junto al Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud. Esta obra fue premiada con el British Media Award del 2016 a la mejor campaña editorial.
La mutilación genital femenina ha sido reconocida como un flagelo que viola los más elementales derechos humanos de miles de niñas y mujeres en varias partes del mundo. La pieza de Erik es una imagen simple y a la vez poderosa: una cuchilla de afeitar de lámina de doble filo, utensilio asociado usualmente con esta cruel práctica, desmembrada en múltiples pedazos que anulan simbólicamente su capacidad destructiva. El objeto o arma que mutila es cercenado metafóricamente.
Bajo el mismo llamado de poner fin a distintas formas de discriminación, odio y violencia contra la mujer, Erik Ravelo estuvo a cargo de Facing: una campaña que, a través de la circulación de imágenes y videos, condena los ataques por ácido en el rostro, de los que también son víctimas miles de mujeres en el mundo cada año. Una forma de violencia que desfigura para siempre los rostros y el cuerpo de mujeres, dejándoles secuelas psicológicas de por vida.
En esta pieza, el ácido es utilizado para dibujar rostros de mujeres sobre “canvases” de metal. De este modo Ravelo, junto a su equipo creativo, revierte simbólicamente la función destructora de esta sustancia, utilizándola como un elemento que puede inducir a la creación de belleza a través del arte.
Ambas campañas son en principio muy poderosas, por el innegable problema que abordan, por la denuncia y el llamado a la erradicación de la cultura de la violencia contra la mujer, que lamentablemente adquiere diversas formas. Sin embargo: ¿hasta qué punto se ha ganado conciencia, a nivel global, de la amenaza y las consecuencias de estos asaltos a la integridad del cuerpo y la psiquis de la mujer?
También me pregunto cómo este tipo de campañas publicitarias, que abordan temas tan fuertes de la vida real, pueden incidir en la necesidad de revertir la normalización de la violencia de género entre varios sectores poblaciones del mundo.
Final
El fatalismo generalizado, provocado por el carácter cíclico y el impacto local de retos globales de toda índole, puede servir de pretexto a muchos para refugiarse en sus miedos y en el cultivo de egos, indolencias y distancias. Sin embargo, hay individuos, grupos, comunidades e instituciones que hacen de estos momentos un espacio de oportunidades para buscar convergencias y reflexiones a través de la comunicación y el arte.
Uno de estos focos de sensibilización social a través de la publicidad y el arte emana desde Fabrica —grupo de investigación de la comunicación creado por United Colors of Benetton en su sede italiana desde 1994— de la mano de Erik Ravelo, quien fue su Director Creativo durante una década.
Inquieto y desgarrador, apasionado, soberbio, exquisito, el arte mediático de Ravelo destila magia creativa, un ojo peculiar y una visión conceptual propia y a la vez universal. Su mensaje es diverso y multifacético; genera preguntas incómodas pero necesarias, en una meticulosa exploración estética que desconoce límites entre formas y medios de expresión, y que transmite una sensibilidad irreverente. Una sensibilidad que no se contenta con llamar la atención sobre problemas que perturban el bienestar de la humanidad, sino que propone intervenciones ingeniosas y provocadoras para repensar esos temas “outside the box”.
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Galería
Andrés Montalván: “En algún momento tendré que sentar cabeza”
“Produje mi obra al mismo tiempo que ellos, pero no creo pertenecer a la generación de los noventa. Tampoco creo ser el representante más importante en el campo de la escultura y el dibujo de esa generación, como lo escribes, no creo ser representativo de ella: los textos críticos y las exposiciones lo muestran”.