Localización 7/7 en la #diásporacubana de jóvenes artistas: ubicación mediante una variable de justificada recurrencia. Esta vez he seleccionado a Kmilo Morales, radicado en Madrid.
En síntesis, defines tu obra como “acto y proceso, vehículo de pensamiento, análisis y emoción”. ¿Cuánto ha perfilado tu trabajo el hecho de no permanecer en Cuba?
Llegar a Europa me ha dado la posibilidad de visitar los grandes museos y galerías.
Las obras de grandes maestros de la historia del arte y contemporáneos.
Mirar un retrato de Velázquez a los ojos.
Enfrentarte a las pinturas negras de Goya, descubrir que debajo del óleo hay una base naranja o que fueron pintadas directamente en las paredes de su casa.
Llorar frente al Guernica.
Que no te guste El Greco, y luego todo lo contrario.
Llegar tarde a la retrospectiva de Mondrian.
Poder ir al estudio de Miquel Barceló después de recorrer París.
Sentir miedo debajo de una escultura de Richard Serra en el Guggenheim de Bilbao.
El amarillo y rojo de Rothko, lágrimas con el azul Yves Klein.
Kmilo Morales, Poniente, 2021.
Los negros de Pierre Soulages.
Perderme en los largos pasillos de la Institución Ferial de Madrid (Ifema) durante ARCO.
Huir al Retiro, por no querer ver más arte.
Trabajar codo a codo con Carlos Garaicoa y su equipo en el estudio de Madrid.
Experimentar con nuevos materiales y formatos.
Descubrir un nuevo rojo en la tienda de materiales.
Más libros e información a la mano; eso sí: la vida va más rápido, no te da tiempo a leerlo todo y pierdo mucho tiempo en Instagram. En Cuba tenía más tiempo para leer.
Kmilo Morales (Holguín, 1990). Foto por Marina Hdez de los Ríos.
Es imposible que todas estas experiencias no influyan de forma relevante en mi obra. Poder observar y aprender a partir de distintas miradas, me lleva a una constante reformulación y cuestionamiento de mi trabajo.
Aceptar que todo está hecho, y aun así no renunciar a la necesidad de hacerlo con tus propias manos…
La lista es larga.
Localización de Jairo Gutiérrez Feut en la #diásporacubana
Muchos esperan que los artistas cubanos hagan arte político, que sepan bailar salsa y que tengan un aire caribeño alrededor de ellos. Se espera que las artes cubanas tengan un sello que diga “yo soy cubano”, casi como el cigarro o el ron. De todos estos clichés he tratado de distanciarme.