Día 3/10 del #reinicioenfrío con jóvenes artistas: un intercambio puntual sobre sus operatorias. Esta vez he seleccionado a Amanda Alonso del Río.
Tus últimas acciones testimonian interés por la comida en tanto fenómeno sociocultural; al punto de que te encuentras cursando estudios de cocina en España. ¿Cómo impacta en tus proyectos esta formación fuera de Cuba?
Me gustan los pretextos que en ocasiones nos inventamos para atraer y retener a las personas que queremos cerca, y la comida siempre ha sido uno de mis pretextos favoritos.
En el 2016, dos años después de graduarme de la Universidad de las Artes (ISA), comencé a estudiar cocina en La Habana. No recuerdo bien cuál fue mi impulso en aquel momento, pero creo estaba asociado al hecho de querer comprobar si la cocina realmente me apasionaba tanto como creía. Así que la duda me llevó a comenzar esta aventura.
Estudiando, y luego trabajando en un restaurante, fui observando que mi interés, más que por presentar un plato terminado o por el acto de comer en sí, giraba en torno a los rituales que suceden en la cocina, a los procesos creativos, a los métodos de elaboración… Cocinar y comer representan una fiesta, un performance, un acto de convivencia, de comunicación, un ritual en el que se transmiten e intercambian muchos valores culturales.
Así, en 2018, delante de los fogones, surge la pieza Horsdʼoeuvre[1], como pretexto ideal para aterrizar todos los procesos creativos que ya venía “cocinando”. Esta pieza me permitió volver a conectar con el arte desde otra perspectiva, desde un segundo plano que quizás intentaba eludir todo protagonismo. Cuando estamos delante de los fogones de cualquier restaurante o de nuestra propia casa, no somos los protagonistas; ni siquiera lo son los platos: los protagonistas son los comensales, sin los cuales ninguna comida tendría sentido.
Quiero que mi camino a transitar en la cocina se extienda en el tiempo y el espacio. Me faltan años delante del fuego para considerar que soy cocinera; queda para mí un mundo por descubrir. Hoy he venido a continuar estudios a un sitio del cual los cubanos hemos heredado gran parte de nuestra tradición culinaria. He visto desplegarse todo un abanico de saberes, de nuevos puntos de vista. El cambio de contexto ha supuesto un giro exuberante en el modo de entender y estructurar cualquier idea con relación a la cocina, el arte y la vida.
Amanda Alonso del Río, Horsd’oeuvre, en la exposición La tierra dada, 2018.
Desde el territorio de Antoni Miralda y Ferran Adriá, ¿qué posición asume tu poética?
¿Qué te puedo decir? Cuando revisamos la historia del arte asociado a la cocina nos damos cuenta de que muchos hemos estado hablando de lo mismo con diferentes lenguajes. ¿Sabías que Leonardo da Vinci fue también jefe de cocina en algún momento? Yo no lo sabía. Son tantos los referentes y los nombres admirables a mencionar: Spoerri, Beuys, Gordon Matta, Tiravanija, Antoni Miralda… y tantos más, que podríamos tener tema para rato.
Solo te comentaré que el acontecimiento Ferran Adriá ha sido uno de los que más me ha puesto a pensar en los últimos tiempos, por la forma en que ha revolucionado la gastronomía valiéndose de conceptos propios del arte. Su participación en Documenta 12 generó una polémica inesperada, en tiempos donde ya nada parecía cuestionar lo permisible en las artes visuales.
¿Sobre mi poética? Quiero seguir explorando el mundo de la cocina en los próximos años. Y a partir de esta premisa, lo que surja.
Amanda Alonso del Río (Cienfuegos, 1990).
Nota:
[1] Como “entremés” del acontecimiento central, he sido parte de exhibiciones y otros sucesos artísticos, donde brindo a los invitados un catering. La indumentaria del gesto (diseños de menú, tarjeta de presentación, vestuario) es personalizada para cada evento.
#reinicioenfrío con Gabriel Raúl Cisneros Báez
Como has notado, mi quehacer se encuentra visiblemente dividido en dos vertientes: el trabajo por encargo y la producción con galerías. No te voy a negar que sostener este binomio es complicado, y en ocasiones siento que merma y divide mis fuerzas.