Día 2/10 del #reinicioenfrío con jóvenes artistas: un intercambio puntual sobre sus operatorias. Esta vez he seleccionado a Gabriel Raúl Cisneros Báez.
Tu obra es reconocible por el predominio de esculturas con apariencia mimética[1] en un contexto generacional que no tiende a producir esa visualidad. ¿Cómo te ha marcado esta condición?
Comparto un contexto generacional muy desligado de las prácticas que prefiero, y que mantiene una indiferencia hacia ciertas formas estéticas y expresivas. Todos, en determinado momento de nuestra infancia, nos preocupamos por dibujar a semejanza los objetos. Experimentamos un gran placer al lograr líneas y colores que, según nuestras habilidades y conocimientos, satisfacen ese impulso reproductivo (no intelectivo) de la niñez. Supongo que en gran medida ese fue el motivo que me llevó a ingresar en la enseñanza artística, descubriendo con sorpresa que en el arte de hoy ese no es el fin y, tristemente, en escasas ocasiones el medio.
Si bien emular la realidad fue durante siglos voluntad de los artistas, a estas alturas la mímesis ya no es un fin en mi elección de comportamiento, simplemente resulta una herramienta. No es mi interés el mero estudio de las prácticas artísticas del pasado, y mucho menos replicar sus intenciones; los tiempos cambian y soy consciente de que con ellos cambian las sociedades y sus comportamientos.
Mis figuraciones intentan, en un ligero cambio de orientación, rebasar los límites de su constitución morfológica y evidenciar sus potencialidades en pos de un discurso ajustado a nuestras circunstancias. Mi obra no solo se limita al objeto escultórico, sino que se expande a todos los eventos que lo comprenden. Su puesta en escena y su diálogo con el espacio y el espectador la reconstruyen en una nueva atmósfera, y ella prospera.
Gabriel Raúl Cisneros Báez (Las Tunas, 1990).
Consta en tu portafolio: “No intento complacer”. ¿Es sostenible esta postura para un artista representado por galerías comerciales y ejercitado en la tolerancia propia del trabajo por encargo?
Como has notado, mi quehacer se encuentra visiblemente dividido en dos vertientes: el trabajo por encargo y la producción con galerías. No te voy a negar que sostener este binomio es tremendamente complicado, y en ocasiones siento que merma y divide mis fuerzas; pero ambas vertientes se complementan: mientras una parte se sustenta en la condición de complacer, la otra se libera de este compromiso e intenta resolver cuestiones que, si no llegan a ser esenciales, por lo menos son mías.
Creo que el principal conflicto para muchos de nosotros está en que debemos trabajar para vivir, y trabajar no siempre es algo agradable o disfrutable, pero todos debemos invertir en existir. Los encargos cubren esa inversión, liberan a mi obra de las obligaciones materiales que todo trabajo debe cubrir. Es cierto que esta se somete a las tensiones que resultan de la alianza con una galería comercial, pero eso no implica intromisión alguna en la concepción de una obra.
Podría decirse entonces que las esculturas por encargo son mi trabajo, económicamente hablando, y no te voy negar que lo prefiero antes que otras vías de remuneración, porque indiscutiblemente encuentro satisfacciones en ello. Pero mi obra, mi obra por suerte es otra cosa.
Gabriel Raúl Cisneros Báez, El artificio, 2018.
Nota:
[1] La mímesis se vuelve otra forma de decir la verdad: reconocer que “este es aquel” implica otra forma de significar y decir al ser, ya no como una verdad fáctica, sino como una particular forma de verdad poética. Castillo, M. C. (2015): “Danto y la mímesis: más allá del fin del arte”, en Páginas de Filosofía, Año XVI, Nº 19, 127-128.
#reinicioenfrío con Leonardo Luis Roque
“Pintura política intenta ser todo el tiempo un ejercicio pictórico, más allá de lo que proponen sus títulos. Lo que sí te puedo decir es que pintar es un acto 100 % político. En cuanto a las ventas: no te dejes engañar, todos están paʼ tener balas, el que te diga lo contrario te está tomando el pelo”.