Eliseo Solís Mora: la performance es alfa y omega

Entre máscaras, envoltorios y telas me acerco a la obra de Eliseo Solís Mora (Upata, Venezuela 1978); uno de los performers con más actividad dentro de Venezuela. Eliseo ocupa desde su cuerpo un sinfín de materiales, envases, recipientes; juega a crear miles de alternativas cuando solo camufla su rostro o su torso. Se vistió totalmente de negro años antes que Balenciaga y Kim K pensaran ese outfit para el Met Gala, pero cosas como esas pasan todos los días con los artistas, los verdaderos artistas: que obran en un espacio más silencioso y reflexivo, menos comercial y lucrativo. 

¿Cuándo comenzaste a realizar performances? ¿Quiénes fueron tus primeras influencias? 

Comencé en el año 2007, en la inauguración de mi tercera exposición individual y la primera en un museo. Cuando reflexiono sobre mi acercamiento y atrevimiento a performancear, caigo en cuenta que nunca vi en mi pregrado universitario en artes visuales el estudio del arte de la Performance, solo extracurricularmente en talleres, seminarios y simposios de arte y estética, o en investigaciones particulares que me interesaban. Mi formación según el pensum de la Facultad de Artes en la Univerdad de Los Andes fue absolutamente académica y formalista con algunos toques tímidos de contemporaneidad; sin embargo en aquel año 2007, formalmente comienzo a accionar en la apertura expositiva individual «Espacio Levitante», que correspondía con la presentación de mi trabajo especial de grado en el Museo de Arte Moderno Juan Astorga Anta en la ciudad de Mérida, Venezuela. Recuerdo que titulé «Tejedores» a esta primera performance con características colaborativa, donde invitaba a todes a anudarnos y, a través de ese proceso, generar una gran red de mecate de sisal azul. 

Mis referentes, al principio, fueron: Esther Ferrer, Andy Warhol, Marcel Duchamp, Merysol León, Juan Loyola, Yves Klein, Lucio Fontana, Marco Antonio Ettedgui, Marilyn Manson, Marina Abramović y Ulay, Björk, Nina Hagen, Klaus Nomi, Madonna, The Knife, Nelson Garrido, Alejandro Jodorowsky, Christo y Jean Claude, Joseph Beuys, Vivienne Westwood, Isabella Blow, Alexander McQueen, Barbara Kruger, Carlos Zerpa, El Grupo Voiná, Carlos Constramaestre, Ana Mendieta, Oliviero Toscani, Sandra Vivas, Argelia Bravo, Antonieta Sosa, Salvador Salí, Armando Reverón, Jacques Derrida, Paco Vidarte, Gilles Deleuze, Susan Sontag y Sócrates. 

Pese a la situación de Venezuela, sigues creando y viviendo en ese país. ¿Cómo es la vida de un performer venezolano dentro de Venezuela? 

Una adecuación paliativa y caótica. Vivir en Venezuela en este tiempo de pandemia y además situación geopolítica deplorable, es asumir que en medio de la ruina debes continuar edificando caminos para seguir creando. Hacer performance es existir a través de la autogestión, una constante en los 15 años que llevo como performer. En la actualidad no hay apoyo, ni público ni privado, para el arte de la performance, también los festivales y encuentros han mermado, excepto por escasas convocatorias  donde puede que nunca aprueben una acción como obra por el hecho inmaterial; sin embargo tengo la convicción que la performance es necesario promoverla y visibilizarla. Trabajo para continuar un proyecto que creé en 2011 que funciona como un evento-plataforma titulado Video en Accion y cuenta con 5 ediciones, y lo he hecho junto a mi amiga y bailarina Yacanna Martínez, . 

La diáspora venezolana también ha influido en la ausencia de encuentros. En algún momento un grupo donde coincidí con varios excelentes colegas,  logramos posicionar la práctica de la performance con sentido de responsabilidad desde la gestión, producción, organización y proyección. La virtualidad es la estrategia que, aunque nos cambió la perspectiva espacio-temporal, nos ha permitido seguir creando, a pesar de la ausencia del contacto físico. Un artista como yo puede ser juzgado como un delincuente y subversivo por expresarse públicamente y con sentido crítico de la vida social y política. Todo régimen detesta lo que motive a la reflexión. 

Entre tus obras más significativas tienes varias acciones públicas. ¿Cómo ha sido tu experiencia en este tipo de intervenciones? ¿Cómo ha reaccionado la gente y el gobierno? 

No cambio el espacio público por nada, aunque me he adaptado en gran medida a la virtualidad. Sin embargo, como buen rebelde, a veces invado el espacio público para registrar acciones, asumiendo el riesgo inherente y ese tiempo como un tesoro de negociación con mis cómplices que, aunque temerosos, me apoyan. Extraño la retroalimentación única que ofrece estar en contacto directo con el público. A partir de tener la conciencia de mi vida como un ciudadano común he recopilado mis experiencias, en especial las más traumáticas y donde he sido despojado de mis derechos, esto me motiva con mayor fuerza a estructurar acciones en espacios públicos con alianzas estratégicas con los pocos entes privados que quedan y agentes cercanos relacionados al sector público. 

Negociar es clave para subvertir la censura. Un artista debe ser un estratega del conocimiento, un negociante de lo prohibido. No cedo mi libertad, esta es mi forma de utopizar la utopía. Los gobiernos autoritarios no negocian con nadie, es como la relación decadente entre Mefistófeles y Fausto, sólo puedo arriesgarme a que la locura me salve. Aprendí a ser un malabarista intelectual. Las reacciones de la gente que ha tenido la oportunidad de presenciar mi trabajo performático han sido diversas, críticas negativas y positivas, me han abrazado, censurado, he establecido diálogos que me han dado satisfacciones que recuerdo con emoción, he discutido respecto a mi posición conceptual y en general he tenido apoyo del público y transeúntes que se sensibilizan con mis intervenciones. Estoy consciente de lo polisémico de este proceso de deconstrucción, es el objetivo al utilizar mi cuerpo para hacer arte. La satisfacción de ejecutar una acción y la retroalimentación directa o indirecta es inefable. Estoy plenamente convencido que los rebeldes edificamos el mundo. 

En tu “Manifiesto envuelto” (2007-2008) defines filosóficamente la envoltura como práctica performática. En tus piezas has usado envoltorios de todo tipo de materiales con los que te camuflas y formas un todo. ¿Cuál es el discurso y la intención detrás de envolverse?

Evidenciar lo cambiante, contingente, vulnerable y contradictorio de la existencia humana. La identidad es tan frágil así como lo es la salud mental. Creo que la identidad es movediza y vamos siendo de acuerdo a nuestro proceso de adaptación a los medios donde nos desenvolvemos y así vamos cambiando. La identidad es dinámica, no hay pureza en quienes somos, una suerte de máscaras, posturas e indumentarias, actitudes y aptitudes que desarrollamos y confluimos en convenciones particulares para establecer un vínculo social. 

Envolver es una acción-ritual concebida desde la antigüedad a través de la momificación funeraria de los cuerpos con un significado de preservación espiritual y patrimonial de algo que ya no existe. El discurso de envolverme es un neo-nihilismo que a partir de una deconstrucción edípica de la niñez de mi madre, fecundé y parí, desde un sentido mayéutico, lo que denominé como «seres abstractorgánicos» en mi proceso bidimensional y escultórico. Al salir del plano bidimensional y evolucionar hacia lo tridimensional y tetradimendional utilicé mi cuerpo para re-crear y accionar estas imágenes al ocultar mis rasgos característicos para ser un cuerpo otre que como reflejo puede ocupar cualquiera de nosotres, anulando el ego mas no la existencia. 

Constantemente, veo cómo las sociedades se vuelven más injustas mientras seguimos luchando por nuestros derechos de co-existir en medio de situaciones adversas. La inestabilidad es el principio del movimiento y de la reflexión humana, por eso me gusta crear nuevas personalidades, anónimas, que reflejan a veces lo que somos o lo que pudimos ser. La historia de la humanidad está determinada por el dinamismo. El cuerpo humano cambia estéticamente a través de la indumentaria por factores naturales, esnobistas, fashionistas, filosóficos, funcionales, contextuales, socio-culturales y ritualistas haciendo de los textiles nuestras segundas pieles. 

Al envolverme moldeo diversas características precarias, críticas y dicotómicas que reflejan nuestra política humana convencional. Envolverme es la noción paradigmática de una constante reflexión de la relación interpersonal entre lo individual y lo colectivo, lo privado y lo público, lo socio-cultural y político-territorial y todas aquellas relaciones de nuestro contexto global y local, y una existencia abierta. Envolverme es lo diverso de existir al ser cualquier cosa sin género, jugando con roles, sexualidades y aniquilando lo hegemónico. 

Para concluir, una pregunta clave en este dossier. ¿Qué es la performance para ti? 

La performance es la posibilidad de reconocimiento consciente del cuerpo en movimiento o estático, que simboliza una idea específica con un principio y un fin. Técnicamente es el arte más libre y democrático que existe porque cualquiera de nosotres puede ejecutarlo, no hay normas establecidas, lo importante es el nivel de consciencia y conciencia de nuestro estado mental, corporalidad, corporeidad y capacidad de resistencia para ejecutar una acción. La performatividad de la vida es responsabilizarse qué vamos siendo y nos reconocemos en una realidad plurisotópica. Nada es verdad y todo es mentira. 

La performance es el arte de transformar temporalmente nuestras corporalidades con la idea de nuevas conciencias de vivir fragmentos lúcidos conceptualmente programados. Toda acción genera una reacción. Toda acción genera una respuesta.Toda acción es una visión. La performance es alfa y omega. 


Galería



© Imagen de portada: Eliseo Solís, ‘Tele-visión Visión-tele’. Video en acción, 2015. Registro Miguel Sisco.




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Yali Romagoza: Cuquita The Cuban Doll

Ray Veiro

“Vine a los EE. UU. cuando tenía poco más de veinte años y mi experiencia como cuerpo diaspórico femenino ha marcado mi práctica artística, compartiendo mis sentimientos de vulnerabilidad, desplazamiento y alteridad. Mi misión como artista es hacer visible estas problemáticas pese a todas las contrariedades”.